24 de abril de 2009

MIRTA BENAVENTE




Esta artista argentina, Mirta Benavente, que conjuga distintos imaginarios y corrientes, en estas obras nos ofrece una revelación cuyo color es la fuente de una naturaleza obligada a visitarnos. Una visita que hace que la raíz de su conocimiento resida en nuestra mirada.




Es una geología u orogenia que nos conduce por pasadizos y recintos interiores que ahora han encontrado el momento de manifestarse al localizar un cerebro que procesa y unas manos que ejecutan sabiamente el destello, las sombras, los resplandores, las tormentas, los vientos que iluminan, las tinieblas que atraen, los abismos de clausura.




Nos deja contritos con este fulgor e irradiación, cualidades inherentes a la coronación plástica de una naturaleza que preserva lo infinito y nos concede a cambio la limosna de lo finito. Mirta, con su indudable habilidad expresiva, ha robado algo de ese eterno, lo ha dotado de poder y después ha conseguido que el reposo preciso sedimente lo creado.




Un habitante nonagenario del malecón nos cuenta a Humberto y a mí la historia de su construcción. El primero de la saga omnipotente ordenó poner las piedras, y cuando se acabaron dispuso la colocación de más obligando a sus habitantes a la realización de horas extraordinarias durante los sábados. El que le sucedió, al terminarse de nuevo los cantos, mandó fusilar a la mitad de los habitantes y forzó a la otra mitad a poner unos nuevos. El siguiente, como se le agotasen de nuevo, exige que se desmonten los últimos y se instalen delante. Y, por último, el actual resolvió que le pusiesen abanicos y los habitantes estuviesen danzando constantemente encima de los hoyos y zanjas para que no se viesen. Hasta hoy. Nosotros, en lugar de bailar, salimos corriendo.


23 de abril de 2009

DANIEL SANTOS


A uno le llega la carcoma repentinamente y por un malhadado juego del azar, que se erige en un hecho definitivo cuando su cuerpo la alberga sin que pueda hacer de ella esa catarsis tan necesaria en el arte. La que le oprime y le disgrega es una hija famélica del tiempo que unas veces se llama diabetes y otras hipertensión, o acaso insuficiencia o incluso limitación. Total, se me han quedado podados unos cuantos rumbos y abiertos ninguno.


Y por eso hablo de Daniel Santos, artista cubano y habitante de Monterrey, que, en esta obra, abre el abismo de la individualidad, la que carece de límites, ese romanticismo que reivindicaba después de tantos siglos la recuperación del yo, y con el yo el simbolismo, la imaginación, la fantasía, la quimera, hasta el delirio.


El gallo, encarnación ancestral de la hombría y la divinidad, es el atributo fiero que tutela la representación de la belleza femenina en un apocalipsis de lava, fuego, montañas y árboles que se mantienen verticales en el aire como una alegoría de la unión.


Con esas extensiones cromáticas casi veladas que parece que cuelgan en un iris flotante, la representación adquiere la condición de un vasto sueño que según se mira alcanza la dimensión de una plasmación tan palpitante que es capaz de engañarnos mediante el sortilegio de nuestra mirada.


No falta ninguno de los elementos que conforman una plástica surgida de los oscuros recintos en los que guardamos sigilosamente nuestros mitos, y que este pintor ha extraído para confortarse y confortarnos con esa exaltación y erotismo, brindándonos, sin ser furtivos, los que habrán de ser riesgos seguros y no calculados .


El malecón ha oteado el horizonte y ha comprobado como avanza uno de sus grandes enemigos. Nos encarga a Humberto y a mí -desgraciada elección- la redacción de los boletines informativos referentes a este suceso y para conocimiento general de sus habitantes.


El primero anunciaba en grandes titulares: "El antropófago antillano está a punto de desembarcar en el malecón, dispuesto a sumirlo en una nueva oleada de sangre".


Tres días después, sacamos otro que advertía: "El melifluo antillano continúa avanzando, pero se confía en su próxima detención".


Horas después nos veíamos obligados a informar lo siguiente (comenzamos a asustarnos): "El antillano ha entrado en el malecón".


Y el último no fue otro que: "Su Majestad Imperial y Real de las Antillas ha tomado posesión del trono que de derecho le corresponde".


Creo que dimos una lección de periodismo nunca imaginada, pero no nos quedamos a verificar tal éxito, por si acaso no contábamos con su beneplácito. Salimos por pies, ya haríamos reverencias en otra ocasión.

21 de abril de 2009

JOSÉ BEJARANO ALEGRE


Hace unos días todavía, y una vez más, me quedaba atónito ante el tríptico de la crucifixión de Francis Bacon, y ahora, al hilo de esta introducción, recuerdo el gran dramatismo de la pintada por Antonio Saura.


En el caso de esta obra del argentino José Bejarano Alegre, la efigie queda convertida en un elemento paródico de la muerte (de ahí la eficacia de su efecto plástico) ateniéndonos a esas líneas negras que dibujan la anatomía de una osamenta que no sabemos si se está riendo de sí misma (¿podría hacer otra cosa?).


Muerte y crucifixión se han aliado siempre y ahora también para la configuración austera, inmisericorde y hasta salvaje de una leyenda que desde hace siglos nos encadena a una condición de condenados, cuyo icono, por el contrario, fisonomiza un espíritu de rebeldía creadora, que hace de la estética la celebración de un rito de liberación.


Este pintor consuma, con su agudeza para hallar la forma que mejor se encuadra en un imaginario que únicamente necesita ver y ya no entender, otra obra en que la resurrección no es posible pero la extinción, sí, especialmente si lo sombrío se canoniza junto con lo argentino y su sangre.


Hoy es día de tránsitos en el malecón. No hay descansos ni silencios. Humberto y yo aparecemos como auténticos indígenas en busca de nuestra miel aunque esté salada. Se fragua en los pechos de una sirenas mulatas y conserva el sabor de su piel. Acabamos tan ahítos que ya no pudimos movernos durante siete noches y por el día engullíamos sombras en busca de perdón.

20 de abril de 2009

ISABEL PONS TELLO

Nunca considero apropiado definir y concretar lo que por definición es múltiple, pero diría que Isabel Pons Tello es una artista catalana de largo recorrido, tenaz en sus meditados empeños y tatuada en sus ojos con las implacables arrugas del tiempo.

Es muy difícil abordar la obra de esta pintora sin incurrir en lo que ya se ha dicho sobre ella, aunque intentarlo es como seguir apostando por lo que ya es una realidad que ha desafiado la magnitud de sus propios límites.

No es antropocentrismo ni teología lo que talla en sus trabajos (asideros muy recurrentes incluso ahora), tampoco es doctrina ni axioma (a lo que no deberíamos tender nunca), es simplemente una subjetividad que encuentra señales, signos, manchas, huellas, vestigios, símbolos, marcas, cicatrices, indicios, surcos, residuos y rastros, para someterlos a una labor de significación plástica hasta que dejar que el cúmulo de esas rugosidades y pliegues vestidos con galas densas e intensas de hondo cromatismo, infunda a nuestras miradas las claves de un acontecer que se hace arte a través de la poderosa magia nacida de una técnica de comunicación intransferible.

El conjunto de estos incesantes trabajos comprenden y abarcan parte de una vida determinada en que si tiene que haber misterios o incógnitas continúen así, y si tiene que haber evidencias y manifestaciones se entiendan en su justa medida, contexto y dimensión.

Humberto y yo estamos hartos de aventuras y sólo queremos machucar los confines de un malecón que cada día nos asedia más. El rumbo no acaba de sufrir variaciones y con tanto mapache irrumpiendo por estos dominios no nos queda ni un instante de reposo sin tener que asistir a actos teatrales que se desentienden de la náusea para mirarse el ombligo. Sin embargo, nos quedamos y compartimos con los macuaches gotas de ron y una gramática parda.






17 de abril de 2009

BENEDETTO CROCE

Afirma Benedetto Croce que la crítica es concebida por los artistas como un arisco y titánico pedagogo, que da órdenes caprichosas, impone prohibiciones y concede licencias, favoreciendo o castigando determinadas obras a su antojo. Y achaca la culpa a los artistas que no saben qué es la crítica y esperan favores que ésta no es capaz de concederles.

Pero discrepo de él -permítaseme tal insolencia- por la seguridad con la que manifiesta que ningún crítico puede convertir en artista a quien no lo es y que tampoco puede deshacer, abatir o menoscabar a un artista que sea artista. Los hechos y la historia dicen lo contrario y no es cuestión de poner ejemplos que todos tenemos en mente y que no sería piadoso traer a colación.

En cuanto a que los críticos sean o se consideren artistas fallidos, no deja de ser otro tópico más y un argumento carente de una verdad sustentada por circunstancias reales.

Y si hay una crítica que clasifica y tritura el arte, no es lo que me atrae; y si hay otra moralista, tampoco cabe en mi enfoque; y la hedonista, me apetece pero no convence; o la intelectualista, de tan hermética, vacía; o la psicológica, que separa el contenido de la forma, que más que inviable, es imposible.

En resumen, la mejor o peor crítica, vista desde el prisma de un malecón falto de afectos, es la que uno ve, siente y vive a partir de su propia formación humana y artística, su sensibilidad y sus sentimientos.

Humberto, cuando le hablé de él, nunca había oído hablar de Timur también llamado Tamerlán. Zais Vosifi, historiador árabe, escribía que allá donde aparecía Timur la sangre de los hombres se vertía a raudales y el cielo tenía el color de un campo de tulipanes. Amante apasionado del arte (¡qué paradoja!), la mitad del día la dedicaba a matar con la misma dedicación que se entregaba a la actividad artística. Y así nació la ciudad de Samarcanda, cuya belleza y perfección dirige el pensamiento del hombre hacia la mística y la contemplación (Ryszard Kapúscinski). ¿Podría llegar el malecón un día a seguir su ejemplo? Por si acaso nos callamos, no fuera a escucharnos, y seguimos nuestro camino en silencio entre trago y trago de ron.

Reproducciones de obras de Martín Pérez Irusta y Mark Rothko.



16 de abril de 2009

TEÓFILO BUENDÍA

  • Siempre hay un espacio que ocupa un vacío hasta que el escultor lo descubre, y al atraparlo se ve obligado a penetrarlo para intuir un cuerpo, un volumen, una forma, un ser o una realidad, en definitiva. Su conciencia es posicional en cuanto que se trasciende para alcanzar y hacer el objeto (Sartre).

    Teófilo Buendía, artista español, en esta obra, envuelta en un sutil misticismo, se posiciona y con ello libera a la madre o diosa Gea de las cadenas que la ataban a su prisión subterránea.


    La ha hecho resucitar y elevarse como un árbol solar que se bifurca a partir de un cilindro inicial y sin llegar a desprenderse de esa peana prisión donde quedan como testimonio las lacias cadenas. Ha dejado atrás una historia, ahora comienza la conquista de otra en la que la creación toma un rumbo distinto.


    Y de ahí que esa apertura inicial y cierre desemboque finalmente en un beso que simboliza las uniones que se dividen para complementarse en lo intrínseco, en lo que culmina toda fusión indeleble. Eso es o querría ser la madre tierra, sin duda.


    Creo que es una talla modesta, de ánimo reposado pero que exige al observador que se concentre en ella tal si fuese un ídolo de madera, después de haber sido la condena de un foso vacío de aire con grilletes.
  • La tragedia estaba anunciada pero mi amigo Humberto, tal era su pasión, no lo había advertido. Yo se lo auguré pero no puso el oído. Y le pasó lo mismo que al gran pintor georgiano Niko Pirosmanishvili que sólo pintaba pantagruélicas cenas que nunca llegaría a probar. Le pintó un retrato al gran amor de su vida, Margarita, con su boca enorme, sus ojos saltones, sus orejas colosales, para regalárselo. Desde entonces vivió solo y abandonado.

    Lo mismo hizo Humberto a su Lionela, pero añadiéndole dos senos asimétricos, un culo del tamaño de la isla y unas piernas para pisar enanos, con lo cual se encontró con lo que cabía esperar (menos él): improperios, insultos a su masculinidad, maldiciones, acusaciones, afrentas, un abandono furioso y si te he visto no me acuerdo. Lo recogí en el malecón al alba cuando iba enseñando el retrato a los babalaos allí reunidos, que creyeron que era una nueva diosa a la que dedicar un cenobio de proscriptos .











14 de abril de 2009

YVES TANGUY

¿Puede ser el surrealismo un estilo de vida? Yves Tanguy, surrealista de origen francés y antiguo marino que empezó a pintar después de la inefable impresión que le produjo un cuadro de Giorgio de Chirico, parece creerlo así.

De esta manera, gracias a su aparición, lo onírico se hizo más que nunca carne de lienzo y se manifestó ante nosotros, espectadores, como una ordalía que habría de probar nuestra inocencia o culpabilidad, según la mirada se sumergiese o no ante lo visto en su obra.

Navegaremos por paisajes oníricos infinitos, avistaremos formas inexistentes en la realidad y existentes en la metafísica del sueño, objetos, seres, maniquíes mecánicos, horizontes ilimitados que subvierten nuestra ancestral codicia de marcar límites, territorios, a lo que es nuestro.

Y nos rodearán gamas irisadas y translúcidas que configuran áreas hasta ahora desconocidas en nuestros estrechos ámbitos de luz, y que nos invitan a un naufragio por esos vastos páramos en los que el silencio es la voz que pinta y describe.

A Tanguy hemos de agradecerle que haya vivido y merced a ello nos haya enseñado lo que nunca sabríamos descubrir.

Las nómadas de Asia han arribado al malecón con sus camellos y su té. Estos buriatos, kamchatkos, tunguzos, ainovos, orochanos, koriakos, matacilíes, batiníes, ismailíes, mazdacos, monofisíes, bectashíes, nugdavidianos, sufíes, hurramitas, serbedarios, cadiríes y hurrufitas, uzbekos, tártaros, azerbaiyanos, chuvashos, turcomanos, bashkiros, kirguises, yakutios, dolganos, karalkapacos, kumykos, haguzos, tuvinos, uyguros, karachevos, chacasos, chulynos, altayos, balkarios, nogayos, turcos, shortos, karaímos y tofalos, quieren quedarse aquí, en nuestro sagrado infierno, sin que haya sitio para todos. No me imagino como acabará esto, le digo a Humberto, pero pintar este mestizaje tan surrealista sólo estaría a la altura de un ser polimorfista, al cual nunca he palpado ni entrevisto. Nos fuimos, entonces, por la penumbra confiando en que el malecón pondría un desorden tal que regulase lo indescifrable.

12 de abril de 2009

SERGIO BARRAGÁN ARÉVALO



Una foto aérea delata mi refugio existencial. Y aunque agudizo la mirada, lo extravío en ese efluvio que transita a lo largo de lo horizontal y que se camufla en un espacio que se reordena en cada segundo de una era de edificación.

Por consiguiente, la construcción pictórica nos ha de situar en el plano que necesitamos para vivir, que es el propio de un urbanismo anímico que forma, color, materia y geometría han diseñado conforme a los designios de una mente que huye de la ceguedad y del caos, que busca la clarividencia de un acomodo que nos proporcione respiro, descanso y espíritu.

Y Sergio Barragán Arévalo, pintor y arquitecto asturiano paisano mío, lo ha comprendido a la perfección. Pues lo ha esquematizado para que lo esencial despliegue su transformación entre recodos, esquinas y vueltas, entre puentes y vías, puertos y obeliscos. La rigurosidad de lo arquitectónico se ve inmersa en una panorámica que fusiona los recovecos, que no se esconden ni ocultan, con las densidades cromáticas de lo exterior, aquello que conforma nuestra guía por calles y avenidas.

Sergio lee en el espacio, y por ello hace confluir en él lenguajes que se citan y confiesan en parque y jardines, en miradas que se reconocen y señales que nos hablan según una versificación plástica que llega a abstraer emociones de nuestros paseos urbanos hasta poner en ellas un trozo de lo que somos y hemos sido.

Nos asaltan las euménides y erinias en el malecón. Humberto y yo nos hicimos los eunucos para salvarnos de la castración. Y no es por lo que se deja de tener sino por lo que duele. Tan desesperados son los gritos de las víctimas que salimos corriendo, para después, en su taller, cuando llegamos, ver claro que necesitábamos otra encomienda.

10 de abril de 2009

CRISTÓBAL GARRIDO LEAL


Dos recios candados aseguran un cortinaje detrás del cual flota una pleamar de silencio nuboso. La acuarela, en este instante, está surgiendo desde otras frondas distintas de las ya tópicamente habituales. Está a punto de romper esas cadenas mohosas sin que esos cerrojos puedan impedírselo a pesar de su fuerza.

Cristóbal Garrido Leal, artista tinerfeño, aborda con una experiencia pictórica consumada los resortes y recursos de una técnica que siempre está llamada a adquirir una vocación plástica de primer orden. Por eso, le ha conferido unas texturas y gamas cromáticas que renuevan la visualización de un plasma que se estaba repitiendo incansablemente. Él ha encontrado un hueco en los límites y lo ha agrandado, impregnándose con ello de la auténtica dimensión del artista.

Y después de esa ruptura viene la concreción de un mundo abierto hecho para caminar sobre un destino de ansias y voluntades, de tierras sin señalar y de ámbitos desnudos.

A mi amigo y pintor cubano Humberto Viñas y a mí nos toca hoy ser penitentes. Andando encapuchados damos un traspié tras otro pero nunca llegamos a caer porque hay una carne oscura que nos sostiene. Así recorrimos todo el malecón y acabamos el rezo. La contrición la perdimos en el viacrucis y ya no hubo perdón. Total, ya no hay quien pueda resucitarnos llegado el momento de la extremaunción.

9 de abril de 2009

RENÉ MAGRITTE

Después de haber entrado en vivo en la exposición de Francis Bacon en el Prado, uno queda desvestido de sueños, casi muerto y con la mirada ciega. Ya no es posible más que levantarnos sin vernos, cercados por una oscuridad de nazarenos, y aunque acercábamos nuestros rostros cubiertos nos era imposible reconocernos.

  • René Magritte, el gran artista surrealista belga, postuló una obra de hallazgos visuales ilimitados pero siempre teniendo a lo terriblemente humano como lo posible en una realidad sociotemporal imposible.
  • Su modernidad nos llega hasta hoy porque su autenticidad nunca ha sido puesta en duda y también es indudable que su escenografía plástica multiplicó microcosmos construidos en un perfecto ensamblaje de imágenes, espacios y tiempos.
  • Nos deja ver su hermetismo con la ironía de quien conoce el secreto vacío, ése que guarda una melancolía pura a la que presta un derroche óptico para evitar su extravío.
  • Nos visita Albert Camus en el malecón a mi amigo y pintor Humberto Viñas y a mí, y nos explica que no basta con vivir, nos hace falta un destino. Nosotros le respondemos que el nuestro ya es historia pasada, por eso estamos aquí esperando la muerte que acaricia entre ola y ola una tristeza que ya no nos abandona.

7 de abril de 2009

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MARKUS LÜPERTZ


Ya hemos dejado de ser guerreros, únicamente servimos para representarlos en sus tristes lechos y exponerlos, con toda su gloria pasada, ante la contemplación pública.

Markus Lüpertz, el escultor y pintor alemán, así lo ha hecho. Y no hay lamentos y sollozos por una inmortalización de un ser que finalmente perdió su naturaleza pero ganó un icono con el que celebrar la gloria de un funesto pasado.

Sentimos la fuerza de sus miembros y el patetismo de su cabeza, cuyos ojos a punto de cerrarse quisieran ver más allá de un futuro. Pero tal espejo no existe aunque su aparente forma esté ahí para confundirte.

Hoy el malecón estaba sumido en un éxtasis voluptuoso y al mismo tiempo bajo un espíritu adverso. ¡Esclavos, nos increpa él a mi amigo y pintor Humberto Viñas y a mí, el porvenir es la única especie de propiedad que os concedo de buena gana! Entonces, nos dijimos nosotros, es que ya no hay. El maldito farsante ya nos ha vuelto a engañar.

VIVENCIAS PLASTICAS

Noticias sobre Arte y Cultura: Boletín masdearte.com/no. 321 Madrid España

Arte desde Málaga: "Vincent Van Gogh"

Arte desde Málaga: "Vincent Van Gogh"

6 de abril de 2009

ALBERTO MAGNELLI


Alberto Magnelli, artista italiano que estuvo vinculado a Kandinsky, me permite ver en su obra lo que quiero ver.


Los planos no se confunden pero se penetran unos a otros, se dan vida siendo tan heterogéneos, y se cubren o se descubren con un cromatismo que es la sangre que los hace salir de su geometrismo impávido.


El pintor no les obliga a renunciar a su anatomía desordenada porque su disposición guarda fidelidad a una lógica interna que no tiene necesidad de revelarse.


No se necesitan ni códigos ni gramáticas, sólo un alfabeto que sepa conciliar un mundo de formas que se desean y precisan la compañía unas de otras.


Magnelli así lo ha entendido y así nos lo ha propuesto. Y si hay alguna frontera en nuestra percepción será la que miopemente establezcamos nosotros.


Cabalgábamos mi amigo y pintor Humberto Viñas y yo sobre unos ponis locos instantes después que nos habíamos dormido en un malecón que hoy estaba insomne y vengativo. Nos despertó un viejo de huesos carcomidos recién salido de la tumba que se anunció como Joseph de Maistre. Fijando sus cuencas vacías en nuestros ojos, nos dijo: "la tierra no es más que un altar inmenso en el que todo cuanto vive debe ser inmolado, sin fin, sin medida, sin descanso, hasta la consumación de las cosas, hasta la extinción del mal, hasta la muerte de la muerte". Después de eso ya no pudimos dormir durante varios días, nos quedábamos escuchando un amanecer que renegaba del momento en que decidió haber nacido.


3 de abril de 2009

ROBERT THERRIEN


Si el arte es un prontuario a descifrar, esta obra de Robert Therrien es su perfecto ejemplo, incluso va más allá.


Símbolo, jeroglífico, signo, o lo que sea, reduce el diálogo a lo mínimo, es decir, a encontrar una llave que abra una supuesta puerta. Nada más requiere.


¿Es suficiente? Sinceramente no lo sé. Yo no entreveo ninguna poesía visual aunque lo he intentado desde una posición remota. Y, en cambio, sí que conservo la intriga de lo que hay detrás de esa cerradura, si es que lo es, pues no dejo de pensar que es la pura nada de la que estamos hechos y en la que ya no queremos volver a mirarnos.


Quizás necesitemos ejercicios de introspección para encontrar en nosotros mismos las respuestas a este desafío estético. Yo, no obstante, me abstengo, no encuentro al padre espiritual adecuado.


Mi amigo y pintor Humberto Viñas y yo nos pasamos toda la noche en el malecón pensando en despojarnos de los Cuatro Viejos. Comenzamos por las viejas ideas que están demasiado ajadas y ya nos no sirven; después por la vieja cultura que, excepto algún desnudo, nos aburría; luego las viejas costumbres que siempre acababan en la cama y algunas veces debajo de ella; y al final los viejos hábitos que nos colgaban miserables pidiendo limosna. Teníamos que empezar algo nuevo en tanto la rumba bailase y el ron alumbrase las cenizas del alba.

2 de abril de 2009

TARSILA DO AMARAL


La obra de Tarsila Do Amaral, la eminente artista brasileña, está en Madrid con el fin de descorrer el telón que hasta ahora no nos había dejado percibir todo su trabajo.


Y cuando lo vemos, trabamos intimidad con el alma de un trópico en que cada ser o ente animal o vegetal que lo anima tiene una forma que se adapta a su condición.


Tarsila posee la intuición plástica precisa para que la inmensidad brasileña, exuberante o árida, pobre o rica, se vislumbre como la representación feraz de una tierra cromática en busca de un destino que la haga vivir para siempre.


Nos asombra su síntesis de modos y estructuras, su visión estilística centrada en persuadir a la imagen para que hable por sí misma y nos comunique a través suyo como ella ve Brasil.


Nuestra retina ha quedado invitada a esta teofanía de la tierra y el hombre y muestra su agradecimiento conservando su destello en una memoria que en esta ocasión no nos será infiel.


De noche en el malecón, mi amigo y pintor Humberto Viñas me dice que aún no se ha explicado la razón de que cohabitemos con estos habitantes desnudos de la penumbra, arrebatados y maltrechos, heterogéneos e ilusionados, que no aman canciones sobre los necesitados y cantan blasfemias en honor a la deidad que les martiriza.


Al ver a dos mulatas aladas, las obsequiamos con el ritual de la piel desnuda para que formen parte de las poseídas por la brisa fresca caribeña, a las que no se les envejece el corazón cuando desde el monte de Venus viajan hasta su Patagonia. Algún día nosotros, cuando ya no estemos ebrios, las acompañaremos.

1 de abril de 2009

LUCIEN FREUD


Yo no sé si he citado ya a Lucien Freud en este blog pero no importa, es un artista al que hay que volver ineludiblemente de vez en cuando.


Y la razón se debe a que es un pintor que nos redescubre el cuerpo de nuevo y nos enseña a verlo sobre todo desnudo, ofreciéndonos con ello una visión de la carne que nos facilita una percepción limpia, sin la trascendencia aparente de la que en realidad carece.


También nos muestra que somos circunstanciales, accidentales, con vocación indeseable de finitud, aunque la pintura parece mentirnos con una promesa de inmortalidad que no nos corresponde. Y los penetrantes ojos del artista hermanados con la mano y el pincel señalan una sensualidad que huele a sexo en trance de gangrenarse.


Nos vemos retratados como si ya estuviésemos muertos y evocásemos lo que la soledad y la vida nos hizo, y vislumbrásemos por medio de esta plástica de lo humano la representación de lo que está ya agotado, además de innecesario y roto.


El malecón llama a mi amigo y pintor Humberto Viñas y a mí a capítulo. Nos ordena la organización de una secta de fedayines para la defensa de su deidad. Serán los apóstoles guerreros del malecón. Y nos ilustró con las siguiente consignas: estricto secreto, selección de los mejores y adoctrinamiento.


Tras muchas jornadas de búsqueda quedó constituido el grupo con un tuerto, un ciego, un cojo, un manco y nosotros. Una vez presentes ante él, nos arengó: id y predicad.


Al cabo de mucho tiempo y peregrinaje, el tuerto se quedó sin el único ojo por ver más de lo que miraba; el ciego, de tanto andar, se perdió en el mar; al cojo le cortaron la otra pierna y acabó varado y penitente; el manco se devoró su otro brazo y se hizo mendicante; y nosotros, contaminados de pesares y efluvios, erigimos un altar a Venus para consolarnos con la cercanía y los alivios de sus sacerdotisas. Ya no pudimos hacer nada más, son aventuras que terminan con un timbal tocando a degüello.

30 de marzo de 2009

RON MUECK


Cuando veo una obra hiperrealista no sé si quiere que yo entre dentro de ella o es ella la que desea introducirse en mí. Quede ahí la incógnita.


Ante este hombre grande del escultor Ron Mueck, que es como un clon transplantado desde una granja de generación de genes insalvables, nos preguntamos visualmente si el horror se concibe como una entelequia plástica que nos ayuda a ser más resolutivos con nuestra mirada o una aporía que nos salva de pronunciarnos sobre un homínido tan visible.


Según voy examinando más obras suyas, crece el desconcierto y la destemplanza me atrapa, su veracidad monumental te hace más pequeño y las epidermis y texturas no dejan de interrogarte desde una posición de superioridad que te incapacita para seguir adentrándote en ese mundo sin misterio.


Mi amigo y pintor cubano Humberto Viñas y yo adoptamos, tras situarnos en el malecón, la siguiente divisa jesuita, tal como la cita Albert Camus en el "El hombre rebelde": "para el cuerpo la violencia sola, para el alma la mentira". No sentamos con la espalda contra el muro cuando observamos que una tempestad de hombres inmensos y desnudos salían de las cloacas exigiendo una carne corrupta más gorda y soleada. En definitiva, nos dijimos al oírlos, toda moral es provisional.

27 de marzo de 2009

HANS BELLMER

  • Hoy es un día soleado que ha nacido con dudas. Y tránsitos desacordes a partir de incertidumbres insospechadas, de indecisiones de hace años que necesitan más tiempo, de suspicacias que exigen gratificaciones inmerecidas y recelos que aún muertos siguen estando vivos.
    Y para hacerlo más corrosivo, Hans Bellmer, escultor alemán, predica con sus muñecas dislocadas lo que no nos atrevemos a confesar. ¿Tan inconfesables son nuestros abismos que cuando vemos sus obras hacemos uso de una frivolidad enmascarada?

    Sin embargo, estamos hechos de una materia llamada a la contrición sin arrepentimiento, porque lo hecho, hecho está. Mas además vivimos del pesar sin remordimiento.


    Bellmer nos utiliza en ese sentido, pero además añadiendo el instinto con vocación homicida y el deseo como ley verdadera.

  • Yo quiero convertirme en un antifaz y a través de él ver sin que me vean, acariciar y poseer estas muñecas, hacerlas mis amantes, y después incinerarlas para que no hablen mal de mí. Eso es lo que profundamente deseo ahora. Mañana no sé.

  • Hoy, mi amigo y pintor Humberto Viñas y yo no hemos salido de su taller. Acariciamos las ratas que son nuestras amigables e infatigables compañeras y dejamos que sus dientes puntiagudos pinten el espíritu de lo insondable. Quien sabe si son ellas las que señalan un edén en el que se recojan espectros que nos sirvan para sobrevivir una vez que vivan en el lienzo. Milagro o no, nos quedamos esperándolo sin apenas un trago de ron que lo hiciese más visible.





26 de marzo de 2009

PAUL DELVAUX

Decía Benedetto Croce que "el arte es siempre lírico, o, si se quiere, una épica y una dramática del sentimiento".

Paul Delvaux, artista surrealista belga, es todo eso y quizá algo más. Sobre el marco de un clasicismo sublime -no olvidemos a De Chirico-, que reconstruye en cada obra, nos deja flotando en una fantasía que hace posible lo imposible.

Perspectivas, planos, figuras estáticas convertidas en símbolos que ahuyentan pesadillas de lo real, soberbio cromatismo de luces y sombras, nos ofrecen una obra que se concreta en todo un conjunto de plenitud orgánica y unitaria.


Me siento deslumbrado por esos trenes y estaciones vacíos que nos insinúan un nomadismo de seres superfluos y como tal sensibles, un carácter lúdico que se opone al metafísico de De Chirico, una voluptuosidad que embriaga cada imagen, cada icono que se sustenta en su propio existir para salvarnos o condenarnos.








Esas mujeres desnudas omnipresentes, hetairas divinas, que nos esperan en su paraíso, ese vergel boscoso de arena y mar que habitan y del que querríamos ser destino y parte.
  • Incluso la muerte es una compañera cariñosa que nos advierte que su fealdad es inmortal y es belleza del espíritu contra la carne.
  • ¿Son así nuestras zozobras? Pues entonces que resucite Delvaux y nos las siga pintando con tanta solidez y nitidez, deseamos contemplarlas durante el resto de nuestra vida y que sean el frontispicio de nuestra tumba.
  • El malecón nos revela que ha colocado cámaras y micrófonos en el paraíso para conocer cuales son los misterios del placer y del recreo. Pero por ahora las informaciones que le llegan no le satisfacen pues han desterrado de él el odio, el rencor y la maldad, sin olvidarnos del vertido de sangre. Así es imposible que él reine y que sus huríes obtengan regocijo, por lo cual ha pensado en mi amigo y pintor Humberto Viñas y yo como verdugos. Nos negamos categóricamente a tal misión, preferíamos ser víctimas de dríadas oscuras hambrientas de carne, aunque ya estuviese agostada y marchita. Y perplejos por nuestra reacción sólo se nos ocurrió cavilar en el por donde empezarían.


25 de marzo de 2009

RAFAEL BARTOLOZZI

























  • El pintor y escultor español Rafael Bartolozzi acaba de morir.



  • Artista inquieto, dinámico, atraía a su mirada la esencia de lo que observaba y a partir de esa raíz multiplicaba las referencias y alusiones. Su obra y su trabajo se llenaban de ellas ya enriquecidas y significadas para que su visibilidad no se perdiese en el laberinto de formas.


  • Hombre diverso y complejo, exploraba e indagaba, y fruto de ello es una plasmación de aquello que realizado ya es imaginación desnuda. La coloración característica de sus lienzos enuncia la hechura que ora se bifurca en un erotismo de confines solitarios, ora se decanta en y por nuevas figuraciones, imágenes, que enlazadas con la realidad, existen sólo para nosotros y nuestras retinas ávidas de la sensibilidad y el arrebato plástico que las contiene.


  • En fin, se acabó una vida volcada a extraer el arte de sus fuentes, a brindárnoslo con generosidad, a ofrecérnoslo con intención alegórica, y a pedirnos que a él no le dejemos morir, que lo revitalicemos con la energía que aún muerto todavía le queda.

  • Una vida, en definitiva, que se ha visto obligada a renunciar a preguntarse cómo ha de continuar una labor oficiada por el empirismo de unos valores en perpetuo debate.

  • El luto nos persigue, la historia también y la religión nos divide. El malecón ya no distingue entre realidad e irrealidad y busca, entonces, el amparo de mi amigo y pintor Humberto Viñas y yo porque tiene miedo, miedo de sus dioses superiores que no conceden el perdón que le es suplicado. Los errores cometidos son y serán tantos sin ser excesivos. Los tres, hartos de ron, bailamos un guaguancó para invocar el fin de la carne y la resurrección del arte.







24 de marzo de 2009

BENGT LINDSTRÖM



Muchas cabezas y rostros han pasado ya por este blog. Y todavía pasarán muchos más hasta que sus fisonomías queden agotadas -¿es eso posible?-.






  • Bengt Lindström, artista escandinavo, con su sanguíneo y bárbaro cromatismo, nos enseña a mirar el cerebro de una humanidad que tiene en la voracidad y en la memoria su máximo exponente plástico.





  • Este pintor no hace concesiones ni dejaciones, libera a la mano de cualquier canon o regla, la impulsa a captar y plasmar instintivamente fauces, rostros, perfiles, cabezas, en las que permite que se transparenten ferocidad, brutalidad o simple indiferencia.





  • Testuces y faces que se remontan a nuestra prehistoria como obsesión plástica en las que escudriñar a lo largo de los siglos la auténtica naturaleza humana, sus presagios y sus terrores.





  • Por consiguiente, Lindström se ha sometido a la persecución de esa huella y la ha continuado como una decantación estética de su propio asombro, fruto de la ignorancia de haberlo mantenido embrionariamente en su seno.





  • En esta ocasión nos dio por preguntar al malecón qué es el arte. Y él, de forma rotunda y estentórea, contestó: "el arte soy yo, porque siempre estoy obligado a transitar por los caminos del error para reencontrar el de la verdad (Benedetto Croce)". Mi amigo y pintor Humberto Viñas y yo reanudamos nuestro paseo sin que nos perdiesen de vista sus ojos. Si hubiéramos replicado, nos habría condenado a engullir a la fuerza ninfas desaladas y espantosas y no expelerlas durante quinientas noches.

23 de marzo de 2009

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FRANCISCO FARRERAS

Hay artistas, como el español Francisco Farreras, que poseen una facultad maravillosa y única para crear con su trabajo la búsqueda y el encuentro, con la definición plástica que desea la poesía de una mirada ansiosa por ver más allá de su propia soledad.

Para eso, Farreras se ha retado a sí mismo, se ha comprometido a un desafío que nunca cierra la obra, la mantiene siempre abierta y viva para que sus piedras, arrugas, venas y geografías, ensamblen un himno al espíritu de la materia, que también es el nuestro.

Como espectadores nos dejamos acompañar y guiar por hitos que se configuran en nuestros ojos como señales cromáticas que nos hablan, que nos dicen que hay muchas formas de vida que en un momento dado quedan desocultadas cuando existe una mano y un pensamiento provistos de la hechizería necesaria para hacerlo.

No hay análisis, ni reflexión, solamente una fuente de fenómenos extraordinarios que enriquecen nuestra experiencia estética, que agrandan nuestro itinerario a través del único destello de luz que merece la pena seguir hasta su delirio final.

Los archimandritas del sur han llegado en oleadas con el propósito de plantar miles de cipreses a lo largo del malecón, dejándolo convertido así en un cementerio sobre un mar de despojos y ruinas. La reacción de éste, ante tanta iniquidad, no se hizo esperar. Convocó a sus huestes de la noche para que arrancaran de raíz tales aspirantes a una gloria no compartida. Y expulsó a esos herejes de por vida de su reino. Mi amigo y pintor Humberto Viñas y yo celebramos que no se haya llevado a cabo tal sacrilegio, pues entonces sí que se hubiese muerto la esperanza de escapar un día de esta solemne penumbra.





20 de marzo de 2009

GUERCINO

Esta obra de Giovanni Francesco Barbieri, apodado "Guercino" por su estrabismo, nos invita a penetrar en la Arcadia, ese país imaginario creado y celebrado por poetas y artistas del Renacimiento y el Romanticismo.

Era un reino de felicidad y paz en una atmósfera de plenitud idílica, habitado pos pastores en íntima comunión con la naturaleza, y en el que se desconocía que el hombre es mortal -¿lo será siempre?-, por eso la sorpresa, asombro y hasta temor de esos jóvenes zagales cuando se encuentran con la calavera, que adquiere para ellos un tamaño y una luz descomunales.

De ahí, en ese contexto socio-histórico y artístico, parten muchas de nuestras interrogaciones metafísicas y ontológicas que conservan y conservarán su actualidad todavía, y que el pintor ha sabido sintetizar y enmarcar como una utopía imposible dado que uno de los elementos para erigir la misma falla estrepitosamente.

La calavera es nuestro infortunio y ni lo divino es capaz de sustraerlo a nuestros ojos, enmascararlo con la trascendencia, tal y como queda reflejado en un lienzo en que lo finito e infinito se enfrentan.

Mi amigo y pintor Humberto Viñas y yo vamos en peregrinación al malecón, queremos pedirle perdón por la infamias de que le hacemos objeto en nuestras borracheras de plenilunios insomnes. Recitamos con voces ebrias estos versos de Kavafis:

"Si vas a emprender el viaje hacia Itaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.

Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas.

Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Itaca te enriquezca".

19 de marzo de 2009

ANDRÉ MASSON Y MAX ERNST

  • Las claves del movimiento surrealista, de tan manoseadas, nos han dejado un sabor de encuentros indescifrables o un código a la carta que se hace más utilizable con el paso del tiempo. Yo me sumo a esto último y al amparo de este paradigma lo enuncio bajo la fórmula de una lectura que debería hacerse invisible ante estas magníficas obras de Masson y Ernst, los inmensos artistas surrealistas franceses.
    Sueños y pesadillas, tensiones emocionales, la forma que se hace a sí misma porque son sus propias quimeras las que la configuran, los colores de la alucinación que postulan fantasías de odio, terror y angustia.
  • Ganar tiempo a la muerte por la vía de los espectros, de los monstruos y fantasmas que exploran desiertos emocionales de aguas subterráneas turbias y furiosas.
  • Mas queda una belleza palpitante en su propio horror, unos seres que son nuestro reverso en áreas perennes que constituyen el ansia que padecemos, la voracidad que negamos y la autodestrucción a la que tendemos.
  • Estos dos grandes pintores así han sabido percibirlo, eran la condición de que esta empresa quedara sellada a nuestro destino de observadores que quieren penetrar con la mirada hasta los ámbitos más oscuros para sobrevivir con ellos al hilo de su propia desventura hasta el final que les aguarda en su seno.
  • Hoy consagran al malecón. Mi amigo y pintor Humberto Viñas y yo no queremos asistir. Entre penumbra y penumbra oímos letanías de un piélago que predicaba en páramos baldíos. Con el primer trago de ron dijimos amén. Con el segundo retornamos a la fuente de lo que fuimos. Y con el tercero dejamos que nos devorasen los aberrantes cangrejos del subconsciente. Tan frío y áspero se hizo el día.

18 de marzo de 2009

OSWALDO GUAYASAMÍN

Hay olvidos injustificables e imperdonables, que es lo que me ha pasado con Oswaldo Guayasamín, el gran pintor ecuatoriano de los condenados de la tierra, del que no me he acordado hasta hoy.
  • Este artista, en cada obra, ha creado un mundo en miniatura, y ha discernido y configurado una plástica consagrada al color de la piel despreciada, a la textura de la epidermis avejentada y consumida, a los ojos de la tortura, el silencio y el padecimiento, a los rostros de la esclavitud y la servidumbre. Para siempre ha dejado su alma en ese lenguaje colosal dedicado a visualizar al oprimido.

    Por tanto, ha encontrado la manera de abrumar nuestras miradas de emoción estética, de apelar a nuestros sentimientos por el hilo de una visión de poesía desgarrada, los cuales hace más visibles aún para que su representación objetiva nos haga reflexionar de un modo contemplativo y activo sobre ellos y entenderlos (Susanne K. Langer).

  • Guayasamín nos ofrece todo Latinoamérica como una marginación que mira y que a su vez es mirada por su pobreza y su desolación.
  • El malecón se ha vestido de confesor durante unas horas. Cuando a mi amigo y pintor Humberto Viñas y yo nos toca arrodillarnos ante él y confesar nuestros pecados, nos expulsa de su presencia, anunciando a voces a todos sus feligreses nuestra falta de fe y deserción. Camino de la excomunión pensamos que nuestro destino común en lo universal tenía la sintonía de un bolero pero la letra de una milonga.



17 de marzo de 2009

HUMBERTO VIÑAS GARCÍA


Decía Bertrand Rusell que hay que tener coraje para cambiar las cosas que se pueden cambiar, serenidad para aceptar las que no se pueden cambiar y la inteligencia para distinguir unas de otras.


Mi amigo y pintor cubano Humberto Viñas García lo sabe y no intenta cambiar sino buscar y llegar a una verdad que se mantenga en contienda entre el ocultamiento y el desocultamiento (Heidegger), y una rebeldía creativa necesaria para la supervivencia de su vida (Kristeva añade lo de psíquica aunque no lo encuentro obligatorio sino inútil).


Y por eso, en esta obra, el artista desea que nuestros ojos queden cargados con la verdad y belleza de la melancolía que irradia la figura, con la emoción que enerva mediante el magisterio del color, con esa magia de las formas que brotan de su propia contextura geométrica, a las que únicamente se les ha dado vida desde dentro hacia afuera.


Y también es una verdad de las cosas el que hay una ternura contenida en las dos manos, una blanca y otra negra, y que éste es el símbolo de miles, en los que la inteligencia plástica del artista pone ante nuestros ojos una fusión alegórica del mestizaje.


Cuba, cuando amanece, lo hace así, con esas tonalidades y pigmentación, propias de una visión dulce y triste del trópico caribeño, donde se mezclan y se funden sangres, razas y vidas.


El coraje para distinguir las cosas, en definitiva, se ha hecho visible en una voluntad estilística empeñada en recrear una geografía humana que le es tan íntima y cercana.


Y como adiós, éste de Kavafis:


"Contemplé tanto la belleza,

que mi visión le pertenece".





16 de marzo de 2009

Amalie Wissing

http://literatur.kkkunst.de

ZORAN MUSIC

Sostenía Ernst Gombrich que el artista se siente atraído por motivos que se pueden plasmar en su lenguaje y tenderá por lo tanto a ver lo que pinta en lugar de pintar lo que ve.

Zoran Music, pintor italiano, supo muy bien lo que pintaba después de haber estado dos años en el campo de concentración y exterminio de Dachau, y su lenguaje es el de la furia y la piedad, el del testimonio y no la venganza.


En sus obras la búsqueda de significado nos remite a símbolos que tenemos muy presentes, pero en el acto de contemplación de las mismas descubrimos lo que podemos llegar a ser y hacer. Víctimas y verdugos.

Nos deja ver lo necesario aunque lo que nos desvela nos estremece más, pues los signos de la barbarie están ahí, no hace falta ocultarlos para percibirlos en toda su vileza.

Y la sabiduría plástica de este gran creador hace que esta visión sea más incisiva que cualquier imagen tomada en el momento, es tal su eficacia pictórica en el rescate de lo que aparecían como alucinaciones de nuestra historia.

Es un legado que no podemos dejar de mirar y hasta de oír su silencio. Es un horror y una condena que nos acompañarán siempre.

Las sirenas emiten cantos aterradores ante el malecón, están hambrientas de carne si bien en los curiosos que se acercan sólo ven huesos. Mi amigo y pintor Humberto Viñas y yo no nos aproximamos, deseamos que nuestra pulpa, si es comestible, sirva, por lo menos, de pasto a famélicas mulatas o mestizas que sean tiernas y sepan condimentar las tripas de dos seres sombríos en perenne penumbra.

12 de marzo de 2009

JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CASTILLO / UMBRAL DE MUERTE


Freud compara el arte con un sueño, pero éste, el que vemos arriba, es un sueño cruel, desolador y desapacible, en el que la medida de la extinción del tiempo de vivir se hace presente en toda su dimensión.


José Luis Hernández Castillo, artista cubano autor de esta obra, conjuga esta representación visible -lo invisible es lo que le confiere la autoridad plena- como una fusión entre lo formal y lo emocional. La forma plástica de la arruga, de la luz y de la sombra, del dibujo de la decrepitud, no sigue ningún código, se limita a transformar la presencia que se contempla en la imagen en otra que se revela con mayor percepción y que nos hace entendernos o reconocernos como una verdad no experimentada.


Hay una tal potencialidad en el lenguaje de esta pintura que el diálogo a que nos incita sería interminable, sólo tendría fin cuando nosotros, espectadores, formásemos parte de esta visión última, que es el cementerio y su negra pasión.


Mi amigo y pintor cubano Humberto Viñas y yo nos acercamos al malecón y le recitamos estos versos de Du Bellay:


"Señora vejez

no me ha dejado más que piedra en los riñones, gota en los pies y verrugas en las manos".


Después caminamos pensando que nuestro destino ya está sellado y nuestro epitafio escrito.

GERTIE LOWE / ENCUENTROS Y ASOCIACIONES