Este artista, en cada obra, ha creado un mundo en miniatura, y ha discernido y configurado una plástica consagrada al color de la piel despreciada, a la textura de la epidermis avejentada y consumida, a los ojos de la tortura, el silencio y el padecimiento, a los rostros de la esclavitud y la servidumbre. Para siempre ha dejado su alma en ese lenguaje colosal dedicado a visualizar al oprimido.
Por tanto, ha encontrado la manera de abrumar nuestras miradas de emoción estética, de apelar a nuestros sentimientos por el hilo de una visión de poesía desgarrada, los cuales hace más visibles aún para que su representación objetiva nos haga reflexionar de un modo contemplativo y activo sobre ellos y entenderlos (Susanne K. Langer).