Graham Sutherland (1903-1980), artista inglés y católico fervoroso, pinta con la fe del atormentado por la duda y por el sufrimiento, por eso sus imágenes nos llevan a ver la convulsión, el retorcimiento, la angustia.
Sus crucifixiones no descorren ningún velo, la penumbra recorre la figura como si fuese una exhalación que emanase de ella. Los rasgos afilados y cortantes nos sitúan ante un símbolo que quiere dejar de serlo, que con sus armas punzantes se defiende en vano. El horror lo paraliza y ya no cabe la huida.
Obra de ascendencias cubistas y surrealistas que no busca orden ni delirio sino la interpretación de una creencia en lo sagrado pero sin púlpitos ni confesionarios. Ella misma es su propia confesión.
Hoy, como en otras ocasiones, es día de dedicación a los resucitados en el Malecón. Aparecen Congos, Lucumíes, Gangás, Macuás, Carabalíes, Mandingas, Minas, Ararás, Ibos, Bibis. A Humberto y a mí nos prohibieron formar parte de sus cabildos porque no sabíamos rezar ni invocar. Éramos visionarios irresolutos, nos dijeron, que no sabíamos encontrar sendas, sólo éramos capaces de cubrirnos con penumbras y seguir huellas borradas. ¡Qué pena que no pudiésemos vender esa verdad!