Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe.
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26 de febrero de 2017
MARCO ALOM (1986) / COMO ARTISTA VIVO EN UN CONSTANTE SUEÑO
El artista, como en este caso el tinerfeño ALOM, que ha presentado su trabajo este fin de semana en el HYBRID, siempre promete y cumple el llevar al lienzo o al papel "verdades" de cada tiempo vivido. O incluso esencias que son las que perduran y enraízan. El autor le ha hecho caso a Christian Boltanski cuando afirma que tanto el creador como el espectador no deben descubrir sino reconocer. Todo es sabido y todo está allí.
Sin embargo, estas obras, bestiarios, pesadillas, soflamas milenaristas, redenciones, silos mortuorios, esqueletos de máscaras infinita, han reflejado con tanto virtuosismo y tanta precisión en el dibujo, que como en el sueño lo visto y lo simbólico se unen para lograr unas piezas misteriosas de indudable lógica psicológica.
El impacto que proyecta sobre los que las contemplan significa una multiplicidad de visiones, desde los terrores medievales hasta los monstruos del barroco, de lo bíblico a lo maldito, del silencio al ruido interior que no deja de apabullarnos. Como dijo Eliasson, es la mirada del espectador la que, de manera compleja, constituye o crea la obra. No es totalmente cierto cuando se trata de enfrentarnos a estas visiones de las que el artista es el factor condicionante.
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