12 de noviembre de 2014

¿QUIÉN ES? / ¿MALDITOS O BENDITOS?


  •  Decía Elie Faure que la arquitectura expresa los ritmos colectivos del hombre, los sociales, mientras que la pintura capta sus ritmos individuales, siendo la escultura el punto de equilibrio en el cual el individuo se liga todavía fuertemente al cuerpo social que, sin embargo, le deja tomar la independencia que sea compatible con su común seguridad.  


  •  Y en cambio sentimos inseguridad, estupefacción y presagio a la vista de estos iconos anacoretas o sagrados o malditos que aparecen en nuestro campo óptico cuando afinamos la mirada en esta extensa pradera con vocación de desierto, si nos situamos en los caminos que circunvalan Fuente El Saz en la Comunidad de Madrid. 


  •  En los comienzos del siglo XXI lo ancestral y mitológico nos sale al paso de manera imprevista y nos hace reacondicionar nuestra percepción al momento actual y a su incrustación pétrea y eterna en el futuro. ¿De dónde han salido y quién es el autor de estos bustos orantes, estáticos, amenazadores y sacrílegos, o benditos y precursores de otra era que está por venir?   


  •  ¿Es quizá una manifestación artística que desafía nuestros deseos, nuestras iras, nuestras alegrías y miedos como el latido de una huella densa, ígnea e indeleble? Desde luego, es la transposición a un universo que hace del destino una forma inquisitiva para fijarlo en ella, de modo que sea un lugar para la contemplación y la redención. Da vida, por tanto, a una realidad que aúna tal significación con la causa a su vez de una interrogación.       


  •  Su creador, armado de ladrillo, cemento y piedra, nos recuerda que, desde el pasado más remoto de las sociedades, la obra de arte se nutre de raíces inmemoriales, y que tiene, como expresaba Artaud, el deber social de dar salida a las angustias de su época. Quizá en estos rostros veamos reflejados los llamados pilares de la creación: el eros, la muerte, la omnipotencia. Aunque también sean hitos que jalonen  nuestras falsas creencias, los falsos símbolos, los valores caducos, la ambición desmedida que se engaña a sí misma y no avizora las cenizas, después de ser las vísceras de un cadáver al que no le bendice ni el fin de los tiempos.     

No es infinito el día.
Tiene por las mañanas tal vez azules rejas
y por la noche oscuro calabozo,
negra ventana en lo alto.
Quizá la claraboya
de cualquier ilusión brilla un momento.
(Antonio Quintana) 

11 de noviembre de 2014

FRANCO VENTURI (1937-1976) / DESAPARECIDO


  •  El italiano con residencia en Argentina VENTURI fue el primer artista plástico secuestrado a plena luz del día en Mar del Plata y hasta hoy en paradero desconocido. Un eufemismo para no toparse con la cruda realidad: un asesinato frío y planificado. 


  •  Simplemente porque el autor basaba su compromiso estético en el ético y eso siempre molesta, incomoda, y ante el cual faltan respuestas porque la intolerancia, la represión no tiene argumentos de paz sino de pura violencia. Siempre se ha dicho que el artista no puede abstraerse del contexto social en el que vive, sin que el principio de individualidad pierda su importancia en su concepción.  


  •  Sobre esa base FRANCO satirizaba y daba vida a unos monstruos que regían cruelmente los destinos de un pueblo, e individualmente de cada espectador (no nos podemos evadir), como ente universal, que contempla ese acto comunicativo, su obra, como un fin que reclama una interpretación y, por consiguiente, una integración y conclusión a través de su aportación personal.  

Desde luego, lo sé:
que no soy puro,
ni tan siquiera maravilloso,
ni tampoco sincero,
ni albañil,
ni cofre, ni cerrojo,
no soy pájaro ni canto,
ni tan sólo siquiera peco bien.
Desde luego, lo sé.
(Antonio Quintana)

8 de noviembre de 2014

JAIME BEGUÉ / YO SOY PIEDRA Y SOBRE ELLA EDIFICARÉ MI OBRA


  •  Dijeron hombres sabios que la elección del material informa el estilo. Y también que la obra de arte pone de manifiesto en su totalidad la personalidad y espiritualidad originales del artista. En todo caso, el diálogo con la materia es indispensable en toda producción de arte.


  •  Del leridano BEGUÉ ya tuve ocasión de comentar lo que me acercaba a su trabajo, pero guardando las distancias, porque como he leído en una ocasión, el objeto artístico es intraducible al lenguaje de la razón, porque lo mismo que el sueño, habla y no habla, oculta y no oculta, trata y no trata de comunicarse. Y tampoco trato de verificar a través de sus resultados ese método genético que confirma el sentido de una obra mediante la biografía del artista. 


  •  Lo que si es cierto es que los núcleos pétreos de sus piezas enlazan con sus antenas en filigrana, tanto unas preocupaciones e investigaciones formales y poéticas como un estilo de pensamiento de la obra en sí misma, que se encarna, se despoja, se comunica, se engendra y se destruye incluso en su propio movimiento para otorgarse una nueva morfología. Bien es cierto que la interpretación es personal, y así debe serlo, rica en perspectivas, variable y abierta. Pero al ver culminado el requerimiento de la ejecución toda ella revive en mí así como en la experiencia del espectador.

  • Y bajo estas premisas, lo que nos ofrece este autor es un imaginario volcado en la fusión entre hombre y tierra, en el origen de uno y otro, entre lo aéreo y lo sólido, entre la vida coaligada con la muerte. Pero el futuro demanda que estas pequeñas composiciones tengan un formato más grande, más crecido, más voluminoso, como la siguiente fase de su intercambio de miradas entre seres que empiezan a reconocerse.          

El río va lleno de hojas.
Las hojas van llenas de muerte.
La muerte va llena de peces.
¡Oh!, muerte moviéndose, poblada de peces,
moviéndose.
(Antonio Quintana)

4 de noviembre de 2014

VASUDEO GAITONDE (1924-2001) / HE PINTADO LO QUE TIENE LEGITIMIDAD PARA NO SER


  •  ¿Es posible, como alguna interpretación apunta, que nuestras fantasías nos vienen de la noche cerrada de los tiempos, de la vida que nos vive? ¿Son estos signos, manchas y texturas un arcano milenario que ha esperado al yo que lo haga visible?


  •  GAITONDE, uno de los artistas indios más cotizados y valorados, se ha esforzado para dar culminación a una obra que lleve a ese silencio ancestral, a esas huellas que lo han masticado, lo han formado desde la raíz de la materia, e incluso le han dado su predestinación.  


  •  Es un fluir constante, tenue, vaporoso, incitador de prospecciones en su piel y en su carne, que están vivas y calladas, que luchan por ocultarse y ser informes, que habilitan recursos para que su secreto siga escondido entre los pliegues madurando la cepa, exonerado del tiempo y de la inmensidad del espacio. 

Sí, desengáñate, todos los hombres, también tú,
olemos a cuerno quemado o a papel quemado,
o a aire irrespirable quemado; a ciervo que-
mado que huye en el bosque; o a bosque que-
mándose.
(Antonio Quintana)

2 de noviembre de 2014

EDUARDO LOZANO CHAVARRíA (1975) / YO QUIERO QUE FLUYA



  •  El zaragozano LOZANO no cree en aquello de que el arte contemporáneo es cada día más una pasión por lo incorporal  y un furor casi religiosos por el vacío (Castro Flórez). Al contrario, para él la materia tiene miles de formas, múltiples encarnaduras, variables de luz y color aún imprevistas y a la espera.   


  •  El empaste ha de estar bien condensado y grumoso para que torture a la forma y de ese modo sentirla vivir, como un expresionista rebelde que pretende vengarse de un mundo que él cree definitivamente cerrado o como un poeta que amplia horizontes para huir para siempre de él.

  

  •  El caso es que en las obras de este autor la pintura da nuevas prueba de su existencia porque no es un recursos para engalanar la vida o para aislar de ella un ámbito de puro juego, sino un recurso para dale una forma y un sentido (J.B.).

Yo tengo el corazón lleno de miedo.
Yo colecciono risas enjauladas,
gorriones con piernas ortopédicas y gaviotas
muertas
por alas de aeroplanos sin rumbo.
(Antonio Quintana)

29 de octubre de 2014

ELIGIO PICHARDO (1929-1984) / LOS DEMONIOS SON NUESTROS ANCESTROS


  •  La omnipresencia de los demonios es la que nos cuenta todo, nuestros orígenes, nuestra evolución, nuestra cultura, nuestro yo colectivo e individual. No son fieras ni monstruos, son bienaventuradas mascotas que entienden de la desidia y del caos humano.  


  •  El dominicano PICHARDO sabe muy bien como son,cómo hay que representarlos, cuál es su juego de intenciones, la filosofía que insuflan en la nuestra y el encanto especial que desprenden. Su fisonomía de aristas y geometrías con los cuerpos pintados como si de entes telúricos de tratara invita a esa interpelación constante de lo primitivo y lo actual, del pasado, el presente y el futuro.   


  •  No son agoreros pero nos advierten, tampoco son signatarios de un pacto de muerte, y a pesar de ello le confieren una naturalidad para el momento que llegue y que ellos ya saben. La verdad es que son ángeles para contemplar nuestro destino desde cualquier otra dimensión, hasta aquella que se nos había pasado por alto.   

Señor, señora,
¿quién me compra este sueño sin arrugas? Le
aseguro, señora, que no come.
(Antonio Quintana)

27 de octubre de 2014

ARMANDO MORALES (1927) / ¿ES QUE ACASO NO VEIS LO QUE ES LA PINTURA?


  •  ¿Es que acaso no se ve que la pintura, decía Jean Bazaine, ha de volver a encontrar su encarnación, es decir, realizar nuevamente esa penetración, esa gran estructura común, esa semejanza profunda del hombre y del mundo, sin la cual no hay forma viviente?

 

  •  El nicaragüense MORALES, considerado en su día el mejor pintor americano, sí la ha encontrado y la ha definido con una pasión infatigable. En todas sus temáticas late un profundo saber y un espíritu plástico que formula la clave inefable de un lenguaje clarividente. 


  •  Es como si su obra fuera fruto de una predestinación que hubiese obtenido la gracia del encuentro entre el mundo y la forma, entre la naturaleza y su expresión íntima, entre lo humano y su destino inalcanzable. Una fuerza insospechada subyace en esta imaginería de configuraciones inapelables. 

La púrpura doliente del espacio,
te llamé, con la luz de mi quimera,
sin saber que llorabas mi silencio.
(Héctor M. Rivera)