9 de febrero de 2013

JAMES ALBERTSON (1943) / PROFANACIÓN


  •  Decía M. Dufrenne que la pintura es lo representado en lo que no se le parece. En la obra del norteamericano ALBERTSON nada puede afirmarse que no pueda ser afirmado en contrario. Y con una plástica que no tiene nada de sublime, más bien tosca, airea el tufo que nuestros sueños van dejando.    


  •  Explicita con el significante adecuado desvaríos y alucinaciones, asociaciones y relaciones que las imágenes toman alegremente como danzas de vida que no tienen sentido del tiempo, porque él, ese dios, casi el único, es el que nos convierte en seres que conciben la metafísica desde otras intrascendencias, paganas por supuesto, que son las más corrosivas y divertidas.  


  •  Tenemos que ser adonisíacos, maestros del caos y pensar que desde el mismo y a partir del mismo nos hacemos significado múltiple y acontecimiento eterno, sin denostar veleidades, mancillando si ha de mancillarse, profanando si ha de profanarse, y mordiendo la carne si ella no pide contrición y absolución. 


  • ¡Espera, tiempo! ¡Espera, carne! ¡Vida, espera!
  • Ni el tiempo, ni la carne, ni la vida, esperan.

(Ramón de Garciasol).

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