14 de mayo de 2010

MAURICIO CATTELAN (1960) / HABLEMOS DE RETORNOS

  • En ocasiones los muertos retornan disecados con el fin de que esta vez les dediquemos más atención, les saludemos respetuosamente y nos dejemos llevar por una visualidad entre jocosa y espantosa.
    • Pero con el italiano CATTELAN no se permiten bromas, su imaginería puede hasta reinventar una semana santa o trágica, como se prefiera. Y si levanta pasiones es que no desata mentiras, ni necesita utilizarlas, tiene demasiado a mano toda clase de verdades, a las que pone en oferta si hacemos lo suficiente para entenderlas.

      • Finge parodias o articula pantomimas, no desaprovecha simulacros, exhibe burlas y monta almas como caricaturas. La visión, en el conjunto de su obra, es más que el concepto o la idea, tanto como el estilo es no sufrirlo, tan sólo dislocarlo, descoyuntarlo, desencajarlo.


        • No nos da razones para negarlo todo ni esquinarlo, y si tienes que enfrentarlo, hay que incrustarse dentro y seguir la luz del foco que tú mismo, como espectador, enciendes para no desviarte ni evadirte, si no quieres desperdiciar la oportunidad de no incluirte en un recipiente que genera espacios y huecos para todas las mentes.









13 de mayo de 2010

GUSTAVO DÍAZ SOSA (1983)/ INSULARIDAD

  • La insularidad es o pretende ser un ejercicio de autoafirmación. Y también un ir en círculo, en zigzag, en racimo. Acudimos para estar juntos y así estrechar la superficie. O marchamos en fila para alargar el espacio. Lo que nos ha de salvar, prodigios aparte, es el establecimiento de líneas de encuentro y reunión en un escenario que nos parece difuso, que al mismo tiempo que debería ser nuestro aparenta una inconsistencia que nos induce a sospechar que va quedándose en esqueleto
    • Pues lo que el cubano DÍAZ SOSA confiere al soporte es una materia isleña en que lo humano alcanza un vértigo existencial, en el que la masa es soledad caminando en busca de otra que la acompañe y tienda a esbozar con ella el horizonte de una nada.

      • La coherencia capta lo minúsculo en su grandeza vencida, en esos tirantes que los minimizan a fin de imponerles límites y transferirles la vacuidad destinada a provocarles desencuentros, ámbitos reducidos y enloquecidos.


        • Desde luego, la pintura es magnífica cuando logra configurar esos acercamientos a la síntesis de una realidad que transporta a la mirada a partir de la identificación de su reverso.




12 de mayo de 2010

EN VITORIA CON JOSÉ LUIS ÁLVAREZ VÉLEZ (1949)

  • Tanto en su taller como en el paseo por Vitoria, su ciudad natal, ÁLVAREZ VÉLEZ consigue plasmar más de lo que desea. Con la edad, arte y vida se funden en uno (Braque), aunque ese uno tenga la memoria de un presente incierto -¿para qué hablar del futuro?- en el que él no se permite cesar a pesar de que hasta el viento lo haya ahora hecho.
    • Ingravidez dice de su obra Asunción Fraile; habilidad y acierto en la aportación opina José Mª Garayo; sombras y sueños son los que descifra Raúl Chavarri; júbilo del encuentro lo que deduce Pedro Jevenois; una rebelión de potencias íntimas para José Mª Moreno Galván, desgraciada y tristemente ya desaparecido.

      • Concluye afirmando Alain Mercier que la pintura de este artista es una de las más lúcidas e interesantes dentro del panorama actual de la pintura que se está haciendo en el país vasco. Yo voy más lejos, y sin ningún quizás, al permitirme hacerlo extensivo a toda Europa.


        • Por eso, el hurgar en su estudio es todo un acontecimiento compuesto por innumerables instantes de un silencio pintado o esculpido, armonías etéreas, poesía tan tenue como preñada de plásticos augurios y promesas de nubes libres y tumultuosas. O el visitar su mural y escultura en un sitio público de la ciudad, que debería ser generosa en estos momentos y no cuando lo hace siempre.



          • Para José Luis no hay horizontes perdidos ni caminos indeterminados, tal como él mismo versifica y yo retomo a mi manera en prosa. La lluvia acaricia burbujas y sustenta la embriaguez del mar, la niebla de la esperanza ya no está ansiosa de excavar túneles y los relámpagos ya no acrecientan el tiempo de soñar sino de morir en un deshecho de luz, en un no de existencia.





11 de mayo de 2010

TIM HAWKINSON (1960) / NO HAY QUE CERRAR

  • Al cerrar puertas no creemos que vayan abrirse otras distintas, siempre nos parecen todas iguales y también idénticos los interiores (aullidos íntimos) que guardan y protegen. Hasta que un día la acción de penetrar nos sorprende con la intrusión en un ámbito insospechado, extraño, alucinatorio. Y aprendimos a no cerrar, porque es lo descubierto lo que nos da la medida de una incursión o expedición por lugares donde unas criaturas están en una permanente lucha por no cejar en su transformación.
    • Entes que su creador, el norteamericano HAWKINSON, deriva de una reflexión sobre los efectos de cómo en esta sociedad una atrofia degenerativa o fisiológica es la metáfora de su propia realidad. Y si estoy equivocado en esta orientación -¿es que no pueden caber muchas, tantas como ojos que están dejando de ver?-, no lo estoy tanto por lo que se refiere a la magnitud de una concepción icónica basada en una mordacidad acerca de lo que nunca llegamos a ser. O ya hemos sido.

      • Aflorar esas capacidades en que lo monstruoso o deforme se conjuga con la belleza de la representación informe, pertenece a una singladura cuyo peaje es una naturaleza que siempre está expuesta a la pérdida, al salto atrás de lo que no permite la lealtad de una seudo fotografía de recuerdo.


        • Al fin y al cabo trasvasamos incógnitas que los artistas reflejan a través de intuiciones y vivencias que sin alcanzar a ser respuestas, producen el suficiente daño como para presentir nuestro tiempo en lo que tiene de imagen cercana, viva y sedienta.



          • Hoy me vine desde Palo Cagao (detrás de Columbia) hasta El Malecón en pos de una negrita de Marianao, de voz profunda, culo respingón y nalgas redondas y erectas. Cuando ya iba a abordarla, el gran Señor maleconero me detuvo y me dijo que no obtendría su alma. No, le contesté, si yo sólo me conformo con su cuerpo, nada más. Pues tampoco. No hay manera de estar vivo.





3 de mayo de 2010

KEITH TYSON (1969) / REPOSO EN LA SUSTANCIA

  • Nos concedemos un momento de reposo con la duda de que la sustancia pueda activar las emociones. Y nos dejamos caer en ella lo suficiente para flotar, sentirla arriba y abajo, envolviéndonos en sus espirales, torbellinos y elipses. La mirada recibe la sensación de engullir una catarsis de la que piensa regresar vivificada.
    • Ése es el objetivo que el británico TYSON nos ha propuesto sin remitirse a otras categorías visuales que no fuesen las estrictamente necesarias. Y es indudable que la proposición cala, es efectiva, porque la visión de esta cartografía plástica obtiene y cumple con los argumentos requeridos por la dimensión de un lenguaje que nos transfiera un más allá, que no sea una simple anécdota.

      • Él, que hace de lo casi fractal la ordenación de su campo de trabajo, afronta su obra como un reto de credibilidad y visibilidad, estableciendo pautas de creatividad que sugieran el sentido básico de lo pictórico, lo ensanchen y lo hagan evolucionar desde su núcleo. Ésta es la razón por la que la contemplación nos sume en unas formas que rubrican movimientos en transformación, y denotan en sus rasgos una continua reencarnación en una frondosidad cromática cuyo horizonte es un planeta ilimitado.


        • Sin esas y otras realidades ya no tendríamos donde confluir la mirada, estaríamos huérfanos de percibir lo que de primigenio tiene el arte contemporáneo, su singular existencia como un modo de dar y entender la vida.

      • Le he pedido al Malecón unos días de descanso. Éste me ha respondido con un gesto de la mano, con el que circunscribía la amenaza a mi retorno y el infierno a mi evasión.






1 de mayo de 2010

JONATHAN MEESE (1970) / ¿HAY ABISMOS SIN PINTAR?

  • Multitud de entidades, formas, graffitis, especímenes, ya sean pintados o esculpidos, atestan el abismo de esas superficies, el cual queda a la vuelta de la esquina aunque no queramos comprobarlo.
    • Si el alemán nacido en Tokio, MEESE, detenta esa clarividencia es porque además del sentido plástico no ha perdido la vertiente del humor, lo segrega con el trazo grueso y los hilos y signos delgados, finísimos del aquelarre pictórico.

      • No sé si la mirada consigue verse dentro o la expulsa más afuera, pero el conjunto de su obra ha puesto cerco a nuestra idiosincrasia y la ha retado. De caer en la provocación ya nos adentramos en una reflexión que ve situaciones en la pintura que no estaban previstas, que no discute su legitimación sino que examina la verdad de la manipulación y de lo que admite la negociación sobre la base de que todo es factible se relacione o no con la existencia del espectador.


        • Este artista no engaña ni se compadece ni nos compadece, expresa sin opacidades que si las posibilidades estéticas están marcadas son inanes, y que su destino en su ámbito es no tenerlo, negarlo, porque de ese modo se reafirma el núcleo ideológico de lo que es otro.

        • Cuando lleguemos a un acuerdo, su trabajo nos parecerá propicio para declarar que lo artificialmente fútil no lo es y coincidiremos en asentar una visión que repudiándose ha comenzado a apreciarse.




29 de abril de 2010

DANIEL RITCHER (1962) / ¿ESTAMOS VIVOS O MUERTOS?

  • No hay motivo ni justificación para que nuestros sistemas de representación escapen de sí mismos, de sus propios fantasmas. Así lo ha entendido el alemán RITCHER, para quien las deudas de imagen tienen contenido y expresión en nuestras ordenadas rutinas.
    • Ante esta obra no existen desviaciones, cambios de dirección o pérdidas, la misma pintura es una superficie que pigmenta horrores que no hay que descodificar, están muy claros y su discurso es convincente.

      • Dentro de su ferocidad y negrura palpita una semántica de supervivencia que contagia a nuestra mirada si es que procurase eludir el gesto del enfoque, sólo está admitido uno y ése ha de ser absolutamente directo.


        • La rabia pone rumbo al coraje dejando atrás el rencor y el resentimiento. El furor no ciega, abre el cuenco de la clarividencia y la elocuencia. La figuración afluye cargada de un espíritu que ha determinado que lo que vayamos a ver quede registrado en la verdad, aquélla que por estar configurada espectralmente ha adquirido una resonancia estética ineludible.

      • Mi amigo Humberto y yo somos dos ratones que estamos entre las patas del gato, El Malecón. Le votamos para que nos permita pescar y cuando sale elegido nos dice que nosotros somos el blanco. Ya ni nos merece la pena correr, delante penumbra, detrás una silueta a la sombra.