20 de noviembre de 2009

DANIEL SUEIRAS FANJUL (1976) / ANCESTROS

  • Me levanto con el insomnio a cuestas y apenas escucho lo que me dicen mis ancestros desde sus marcos suntuosos como corresponde a una elegante mansión burguesa. Mi mujer anfibia y sofisticada hace sus ejercicios y mis tres hijos, grandes eminencias, han concentrado toda su anatomía en sus cabezas, mientras mi padre, sentado en la cocina, espera que dos grandes atunes suspendidos se despidan después de un intenso diálogo.
    • Los principios de realidad e irrealidad se funden y confunden, se empatan sin perder su sentido del humor, que les sirve para desarrollar una obra conjurada en que lo utópico (ya se refiera o no al reino de Utopía que tenía a Badebec como hija del rey, a Gargantúa como su esposo y a Pantagruel como su hijo) o lo visionario se hace posible con la contribución nuestra de un imaginario resolutorio y abierto, pues las resignificaciones que asume cada una de estas formas de representar lo real son diversas e inquietantes.

      • Por tanto, la efectividad y medida plástica de esta iconografía nos incita a cruzar caminos visuales, atajar por sendas muy visibles aunque no reconocibles, y a preguntarnos ante esta estética antropomórfica de una nueva imagen, si la teoría de la evolución queda ahí atrapada para que la podamos contemplar mejor. ¿O es un juego que según roza la metafísica le pide un anfitrión a lo surreal sin que moleste una cierta idiosincrasia pop? ¿O estamos ante un realismo conceptual?


        • Sea lo que sea, lo cierto es que Daniel Sueiras Fanjul, joven artista español, es un inventor de experiencias y pensamientos que se acomodan en una pintura y escultura plena de recursos tan eficaces como fecundos. No olvida el sarcasmo ni la ironía pero tampoco el ingenio, la perspicacia y la sagacidad para plantear incursiones en estereotipos obsoletos, en ideas y lecturas acabadas, con vistas a hacer una propuesta que fascine y lo disimule, que seduzca e incomode, que sea de dilatada contingencia y de inmediata referencia.



          • Hoy van a quemar vivo a un tal Dolet por negar la inmortalidad del Malecón. Llegado el momento de la inmolación, el condenado dijo las siguientes palabras: "Non dolet ipse Dolet, sed pro ratione dolet" (Dolet no sufre por él mismo, sino que sufre por la razón). Eso le pasa por andar buscándola y proclamándola en este muro, me dice mi amigo Humberto.





19 de noviembre de 2009

HUGO FONTELA (1986) / NO CRECE MÁS QUE LA ANGUSTIA

  • Caminamos visualmente por un desierto calcinado, deshabitado, cuyas rugosidades y asperezas no intercambian vestigios y ayudas. Pero nos sorprende el fetiche acostado, mudo, inmóvil, solitario, cuyo silencio negro nos acalla y nos somete a una angustia desvalida.
    • Mi paisano, el joven artista asturiano Hugo Fontela, no concibe en sus obras más que la realidad insondable y abrumadora de las renuncias, de las soledades definitivas con las que uno mismo se encara llegado ese decisivo momento. Va dejando en ellas parte de sí mismo, quizá porque no hay una mayor inmortalidad que ésa.

      • Y es que el fetiche es el bastón de llamada a la tierra para que nos abra un hueco, nos deje compartir con ella un estrato o veta, o un simple rastrojo, que nos permita fluir mineralmente, telúricamente, subsumidos en ese sino milenario.

      • Estamos ante un trabajo complejo, hondo, de resonancias geológicas dentro de un plasma viviente que impulsa a nuestra mirada a calar en el interior de ese ámbito plástico, tan desamparado y desolado, pero que no busca esquivarnos sino alcanzarnos conforme a una visión que ha dejado de soñar mas no de perpetuarse.

      • Mi amigo Humberto me ha susurrado que El Malecón le ha obligado a incluir unas ratas en su último lienzo y a ofrecerles comida y bebida mientras posan. Pues entonces, le murmuro, emborráchalas y después haces que ellas se hagan su propio autorretrato. Son tan vanidosas que no se negarán.








18 de noviembre de 2009

GUILLERMO PEDROSA (1958) / TOPOGRAFÍA IMANTADA

  • Ante ciertas obras ya no me concibo como cuerpo y carne sino como la extensión de una topografía con propiedades magnéticas. ¿Es una presunción inverosímil? Quizás, pero no tanto si nos tanteamos o palpamos con la convicción de lo táctil.
    • Eso es lo que me pasa con el trabajo del artista español Guillermo Pedrosa, que al chocar de frente con él me transfiero a esas declinaciones o derivas bañadas por unas capas que despiden efluvios plásticos con los que poder dialogar aunque no lleguemos a conocer su profundo misterio.

      • El pintor manipula, ensaya, maneja, emplea, utiliza, resuelve, prueba, determina, hasta que las formas van saliendo a la luz pero tal como ellas quieren, esgrimiendo sensibilidad, poesía y orgullo en su diferenciación, porque la naturaleza y el mensaje de cada una son distintos.


        • Y la luz tamiza ese cromatismo para que cada textura tenga su sinfonía propia y pueda embellecerla con un espíritu inconfundible que haga vivir a la materia como una actriz representando su papel.

      • Si no nos olvidamos de su aureola todavía tendremos la esperanza de ser parte de ella según el tiempo la vaya recubriendo de olvido y abandono hasta un resurgimiento definitivo.

      • El Malecón ha apagado las luces y la oscuridad es completa. Mi amigo Humberto me dice que así ve mejor porque ya no tiene que mirar lo imposible. Sí, le contesto, es como hacernos un autorretrato estando muertos y enterrados.






17 de noviembre de 2009

MANUEL LÓPEZ HERRERA (1946) LA UBICACIÓN DE LO QUIETO

  • Simetría y orden en el espacio pictórico. Cada imagen en su lugar hasta lograr la unificación visual y toda la figuración sometida al trazo o prototipo que lleva en su interior el pintor.
    • El artista español López Herrera busca rostros, objetos, escenas, personajes, reproducciones, entornos que semejan la configuración que él les exige, en una voluntad firme de imponer su propio estilo a la visión de la realidad. Entre la cosificación, la metafísica de lo que adquiere la condición plástica y el humor, establece un ámbito polisémico que nos asombra por un lado y nos intriga por otro.

      • La visualidad estática nos obliga a mirar fijamente su obra para así disfrutar y reflexionar mejor de tanta mesura, de lo apacible de unas preocupaciones formales que rozan lo elegante, de una poética, en definitiva, con cuya presencia se provocan recitados sin dar pistas.

      • Ya en El Malecón le menciono a mi amigo Humberto lo que dice el Zohar, el gran libro de la mística judía: ¿Qué es la luz? La que es revelada desde las profundidades de las tinieblas. ¿Y los iluminados? Aquellos que son capaces de contemplar las cosas que la gente no puede expresar con palabras. Con eso te basta para seguir rehaciendo tu obra.



16 de noviembre de 2009

WIFREDO LAM (1902-1982) / UNA COSMOGONÍA PROPIA


Si fuese el dueño y señor de un universo propio no dudaría en acudir la gran artista cubano Wifredo Lam para que le insuflase la cosmogonía visual que tuviese en él el símbolo de una obra que ha nacido para recuperar y rescatar la estética de unos rasgos y caracteres ancestrales cuya plasticidad, sagrada e inmanente, había quedado olvidada.


Y lo más asombroso es que esa restitución del origen se lleva a efecto por el artista desde premisas pictóricas contemporáneas, que le permiten afilar y desnudar más y mejor lo oculto de lo mágico y lo ritual hasta convertirlo en un mundo encallado en unos genes recónditos que son su herencia y descendencia.


No oculto mi preferencia impenitente por Lam, que me ha calado tan hondo y vehemente porque refulge en su trabajo unas convicciones tan penetrantes, incisivas y confiscadoras como para que en la percepción ontológica del espectador se produzca una identificación óptica y cerebral con sus propiedades.


Esta obra, en concreto, es, en mi particular obsesión y malformación, una maternidad divina mortuoria rodeada de sus hijos en un cielo que es el manto del dios macho que extiende sus grandes cuernos y su túnica, en una imagen en la que no cabe ya más densidad, prodigio, sugestión e incitación, cuyo encantamiento sobrepasa los umbrales de nuestro imaginario.


Mi amigo Humberto ha vuelto a quejarse de que El Malecón ha hecho huir a la ninfa que construía sus quimeras y les daba brillo al amanecer. Ahora ha perdido el rastro de como elevar al cielo el color que habla de los rayos que nunca vieron la luz. Desciende al abismo de este mar asesino y allí los hallarás, le digo. Y acabamos el ron con el que dibujamos la sombra estigia del retorno.

15 de noviembre de 2009

HUMBERTO VIÑAS

Mi amigo Humberto no tenía quien le escribiera las misivas que quería dirigirme. Entonces ideó una forma ilusoria que supiese hacerlo por él y le salió una Ariadna robusta, tan grande como un continente laberíntico donde el sol y la luna juegan a encontrarse .
Pero después su lenguaje emborronado es una confrontación de rasgos airados que tengo que descifrar porque la angustia de una realidad que le atosiga no es fácil de transmitir cuando la situación acumula pérdidas y siempre se le escapa. En esa isla hay muchas otras dentro y es difícil hacerlas salir hacia afuera, se quedan frecuentemente en la frontera dibujando manchas, trazos, signos que hagan de señales o de huellas que seguir hasta sus últimas verdades.

Yo trato de entenderle en estas obras que tienen un recorrido que oscila entre lo representativo y lo visual cromático, entre lo que vislumbra en su condición de habitante de la penumbra y la sombra que rechaza la imagen. Siempre es problemático dilucidar los planos del significante y del significado. Carl Einstein afirmó que es justamente la significación concreta de cada obra de arte, su costado arbitrario y alucinatorio, lo que nos salva del mecanismo de la realidad convencional y de la estafa de una continuidad monótona. En este caso, sería de una cotidianidad penosa y agotada.


14 de noviembre de 2009

ROBERTO GRECO (1936)

  • Reconozco que soy muy tenaz y obsesivo con mis propias entelequias plásticas y además me convenció esta frase, creo que de James Joyce, de que el hombre, como su Dios, podía crear algo de la nada o de los materiales más inverosímiles.
    • Lo cual me da pie a hablar de esta obra del artista Greco, de origen italiano, que incide en ese materialismo de intensos y resplandecientes efectos visuales que nunca dejan de asombrarnos por ser fruto de una destilación química secreta (de ímproba secreción). Polifonía esta de arpillera o cáñamo, con papeles de periódico o partituras, empastes, pigmentos, números, letras, confluyendo en la configuración de unos organismos que profesan el rito de la visibilidad, de unas formas lumínicas que de esta manera adquieren existencia como fusiones empíricas de una realidad que se ha transmutado.

  • Aunque son muchos los pintores que han transitado y transitan por estos fenómenos, la verdad es que los han fertilizado y hecho crecer, y cada uno de ellos ha aportado a través de los mismos una visión y pensamiento sobre la inmensidad plástica que en todo momento puede seguir siendo descubierta y revelada.


    No han abdicado de ella, por lo tanto, porque el territorio es profundo e inagotable y además guarda todavía insondables enigmas que incitan a su hallazgo. Se decía que el músico, que estudiaba la concordia universal, era un cosmólogo. Yo creo que Greco también lo es.


    • Mi amigo Humberto me dice que está asediado y obstruido, que no puede continuar, que le falta numen y carnalidad y le sobran ojos y bocas que acechan. Yo le propongo este poema de Apollinaire:

    Queremos daros vastos y extraños dominios
    Donde el misterio en flor se ofrece a quien quiera cogerlo
    Hay allí fuegos nuevos colores nunca vistos
    Fantasmas imponderables
    a los que es preciso dotar de realidad.