23 de junio de 2009

ALBERTO SAVINIO

Poeta, literato, comediógrafo, músico, pintor, periodista, Savinio, hermano de Giorgio de Chirico, recuperó sus sueños para engalanarlos con un humor surrealista y con él festejar cónclaves y sínodos de espectadores inseguros. Yo no querría formar parte de esas pesadillas que abren tantos enigmas como cierran interiores claudicantes.
Tampoco me prestaría a ser retratado por él ya que me haría objeto de una metamorfosis de la que no habría retorno, me quedaría eternamente esperando una anunciación que nunca vendría. Y sería un monstruo en un mundo oscuro, incapaz de mirarme, con la nostalgia de no poder vivir en donde quiero, ni siquiera morir cuando lo necesito.
Savinio exorciza sus vientos sombríos para devolvérnoslos como visiones que aparentan reírse de sí mismas pero que son como efigies propensas a derramarse en nuestras propias alucinaciones. Aunque no importa que sean tantas, al fin y al cabo hemos de existir con ellas.
Humberto yo, tumbados en el Malecón, soñamos que perseguimos a los que nos persiguen, que vivimos a costa de los que nos acosan o que gozamos de los placeres de los que husmean nuestras miserias. Y nos dimos un trastazo con el Azuquín, con el Chispa e tren, con el Bájate el blumer y con el Alcolifán. Casi no despertamos.



22 de junio de 2009

NOÉ SERRANO

Noé Serrano, artista cordobés, no parece pensar que lo humano es un reflejo de lo divino, que participa de su misma naturaleza, que su cuerpo es carne de su propio cuerpo. Y para muestra esas policromadas resinas que modela cual si se tratasen de unos nuevos centauros caninos que nunca llegarán a ser seres mitológicos.

Estos híbridos no dejan de ser una alegoría, un simbolismo, pero también una simple provocación sobre una condición humana que cuando se mira en el espejo nunca ve su propio horror y el que le rodea, y de ahí viene ese retrato que rebaja la belleza del cuerpo supuestamente perfecto como depósito de la conciencia segura de su supuesta dignidad, racionalidad, moralidad y estética.

Lo que ocurre es que el choque que nos deparan estas obras está falsificado, no sé si a sabiendas o no (¿hablamos de venganzas?), por buscar más lo escenográfico que una aprehensión profunda, más el quedarse en un mero acto de impresionar y escandalizar a pesar de una factura impecable y una dimensión teatral atrayente, sin olvidar la pátina irónica con la que juega con el espectador, que duda entre apreciar su revelación o rechazar rotundamente una propuesta que no encaja en sus parámetros estéticos y visuales.

Hoy, en su taller, Humberto y yo ideamos como encajar un cuerpo dentro de otro y como el espacio ha de perder su geometría. La penumbra que nos aprisiona agudiza los sentidos de la profundidad y por eso escarbamos hasta hallar restos omitidos, lenguajes no pronunciados, mitos helados. Removimos hasta encontrar la venganza mas no nos satisfizo, pues de esa ofensa no rescataríamos el ethos de un hacer pictórico hogaño desaparecido. Que moldee el ron la pasta, nos dijimos, y rasgue con ella las entrañas de la vida. Así sea.




18 de junio de 2009

GEORGES MATHIEU

El espacio musita y los fondos no hablan, pero se erigen en intérpretes silenciosos que con furia o calma reciben el estallido vital, veloz, caótico, del impulso provocado por la fuerza y hasta la violencia de un acto instintivo que busca regenerarse.

Esa explosión dramática, fruto de una acción física no significada pero sí apasionada, se convierte en un reflejo del ego del artista, que se fustiga en ese intento pugnaz por verse objetualizado, tal si fuese un signo palpable de una idiosincrasia del dolor o de la rabia.

Georges Mathieu, informalista francés, ha sido el faro de innumerables seguidores, que consideran su poesía plástica la desembocadura o el final de una forma de hacer que no ha de obedecer más que al yo del color como materia con vida propia que al materializarse vertiginosamente llora, muerde o besa. Tal vértigo es impensable previamente, adquiere su conciencia sólo en el objeto resultante, en que se hace carne y sangre.

Al anochecer el Malecón obsequia unos vasos de frucanga con ritmo de tumbas que nos hacen bailar hasta desbocarnos. Humberto y yo estamos atentos a que el amanecer no nos cogiese allí porque entonces, tirados y soñolientos, nos llevarían a excavar catacumbas donde acumular hambres insepultas.




17 de junio de 2009

MANUEL MATA GIL

Hablar de Manuel Mata Gil, joven artista extremeño, es lo mismo que celebrar la portentosa capacidad de ensamblar y coordinar poéticas que van en busca del destino del hombre, preguntándose por una realidad que se sumerge en la fantasía del dolor o el alborozo, en la quimera de una ventura deseada o en el infortunio de un tiempo de aflicción y ruina.

Sabe obtener de los innumerables materiales que selecciona y utiliza la ductilidad de un verso, la rima sutil que no desprecia al objeto, la composición cuyas formas manejan la fuerza del símbolo y la energía de una cosmovisión plástica.

Tanto su escultura como su pintura, mediante el procedimiento del collage, formulan el manifiesto de un ideario estético que emplea lo irracional como vía de aproximación a la conciencia de lo verdadero, de lo esencial.

De los útiles, artefactos, adminículos, de la materia múltiple en definitiva, consigue una visualización impredecible a través de un juego de asociaciones ilógicas y en un espacio que sigue estructurándose en lo pintado o en lo tallado como si estuviese siempre inacabado, necesitase una continuación, de tal forma que el espíritu que le ha infundido estuviese constantemente alerta para dar vida a lo dormido, lo ajeno, lo arrinconado o perdido, hasta alcanzar una obra que hace viable el conocimiento del significado lírico inmanente a partir de su construcción en imágenes que incitan a la mirada a nunca dejar de ver.

Humberto y yo pusimos en nuestra esquina del malecón un muro de espuelas de gallo, cuernos, collares de semillas y caracoles. Estábamos temerosos de los presagios de las lechuzas anunciando apagones y hambre, aunque una prieta bien renegrida nos auguró un destino de muslos utópicos y de ron añejo. Esta noche las sombras aullaron para detener el viento.




16 de junio de 2009

EL LISSITZKY

El artista ruso El Lissitzky sostenía que la teoría de la forma es la teoría de la comunicación visual. Pero lo cierto es que esa caligrafía que se expande en el espacio es la interpretación de una utopía nacida como consecuencia de la victoria de la Revolución de Octubre.

Se quería construir un lenguaje que tuviese en la técnica la configuración de un nuevo modelo de vida para una población pobre, atrasada y oprimida. Y ese orden, totalmente geométrico, habría de ser fruto de una síntesis entre función, arte y vida, además de que tendría que expresarse en esquemas rectilíneos, en módulos ortogonales, en líneas rectas y curvas, esferas y elipses, en construcciones que se alargan y pueblan un cosmos hasta ahora ignoto. El color serviría como un signo de fondo que señalizaría la unión.

Era una utopía plástica que adoleció de un formalismo y racionalismo excesivos ("amo la regla que corrige la emoción") pero que planteó una visualización de lo que podría haber sido posible y no lo fue, si bien su proyección todavía se encuentra en un futuro que no ha cumplido con ninguna de esas expectativas, lo cual hace que nuestras concepciones sobre el arte y la vida sigan renovándose constantemente.

Celebramos esta noche una fiesta en nuestra esquina del Malecón y llegado el amanecer Humberto y yo cantamos:

Corta la caña
y anda ligero,
mira que viene el mayoral
sonando el cuero.

Yo no tumbo caña,
que la tumbe el viento,
que la tumbe Lola
con su movimiento.





15 de junio de 2009

HELEN FRANKENTHALER

Esta artista estadounidense perteneció al movimiento abstracto postpictórico y estuvo casada con Robert Motherwell.
Pionera de los campos de color, diluía la pintura con trementina o queroseno para que así el lienzo lo absorbiese y éste fuese una mancha que empapase la atmósfera, que recrease ingrávidamente el espacio hasta conseguir flotar en él.

La técnica y su virtuosa aplicación es la clave oculta de la obra, la que al final no se ve y se detecta tan sólo en las gamas cromáticas que parecen nadar sobre la superficie inmaterial, que nos invitan a penetrar en esas masas frías o calientes que en su dinamismo nebuloso concitan ámbitos de recogimiento y sosiego.


Ante estos lienzos nuestra reacción es física, los propios sentidos son despertados por amaneceres o crepúsculos inéditos que nos sitúan en climas desconocidos, sintiendo el descubrimiento de otros entornos, reconociendo nuevos cosmos o transitando por los rumbos que siempre habíamos deseado tomar.

Con ella el espíritu también tiene ocasión de hallar su disolución, de hacerse poroso, de prepararse para su suspensión líquida en partículas insolubles, con el fin de estar al final en un mismo son e idéntico baile.

Humberto choca las palmas de las manos y recita:
"Tín, marín, de dos pingüé, cúcara, mácara, títere fue". Pero el Malecón no dejó volver el agua.



12 de junio de 2009

OTTO DIX


El arte exterioriza lo introspectivo de la cosa, del objeto, del ente, pero duda de las incógnitas que la naturaleza le plantea y ha de clarificarlas bajo la misma premisa de ambigüedad con que son captadas.


Este autorretrato de Otto Dix, una de las grandes figuras de la Nueva Objetividad alemana, delata lo que el pintor quiso y no quiso ocultar: que hay un lado oscuro que aparentemente no importa, mas en la realidad pictórica que se refleja condiciona el planteamiento plástico con el que se da a conocer.

La mitad de las facciones tan marcadas, las otras en sombra, igual que los ojos (¿por qué ha impedido que se le viesen?), un rostro pétreo, duro, inquisitivo, despiadado consigo mismo aunque también en angustiosa duda, contrastan con el resplandor del blanco del mandil y de parte del lienzo que se dispone a pintar. Una pureza no contaminada que se enfrenta a la tarea de plasmar una imagen y su sombra, las que emanan del artista que necesita desentrañarse a sí mismo, a sus valores y su conciencia en este acto de autocreación.

Al final nos ha dicho que él es un hombre en lucha en un entorno aciago (recordemos los trágicos acontecimientos de aquellos años), que trata de sobrevivir y resistir, y que seguirá pintando según sus propios límites y condiciones, y también con sus carencias, conflictos y dificultades. Y así lo hizo.

Sin embargo, la verosimilitud no es la verdad, por lo que en el autorretrato queda la sobresaliente huella de la confusión propia de no haberlo vaciado todo, de que todavía hay un enigma en proceso, de que el dinamismo psíquico requiere proyección y tiempo.

El Malecón dictó una Real Cédula para que los habitantes de su territorio no fuesen castrados en caso de rebelión: "mandamos que en ningún caso se ejecute en los rebeldes cimarrones maleconeros la pena de cortarles las partes que honestamente no se pueden nombrar". Humberto y yo pensamos que era un alivio que nos dejen ser hombres a pesar de que el sufrimiento no tiene piedad y ya no importa el perdón del hambre.