25 de octubre de 2014

ALFONSO GALVÁN (1945) / EL ASOMBRO DEL LA REALIDAD


  •  Picasso hablaba de que el arte no es verdad, que es una mentira que nos enseña a comprender la verdad, al menos, la verdad que, como hombres, somos capaces de comprender. Si eso es así, el madrileño GALVÁN nos la fija en la mirada primigenia a través de sus obras.  


  •  Es una pintura que nace de un sueño imponderable que al mismo tiempo es una realidad que se mueve entre lo tangible y lo intangible. Podemos imaginarnos que retrocedemos hasta ella, que estamos en su atmósfera, en su hábitat, y al mismo tiempo nos descubrimos en un hoy que sigue siendo ayer. Metáforas de supervivencia que no tienen fin, que son ahora porque es el tiempo el que nos lleva con nosotros.   


  •  La iconografía es salvaje, no cesa en esa lucha cruel de lo pictórico consigo mismo y con lo que representa, nos ahorra falsos memoriales de cantos edulcorados ya manidos y repetidamente contados, y si hay simulacros tienen la voz de lo genuino, del impacto plástico que aúna formas y temáticas en una correspondencia casi absoluta.   


  •  Por consiguiente, es un trabajo a contracorriente espléndido que no ha tenido en cuenta lo que Jean Bazaine aseguraba respecto a que no se hace la pintura que uno quiere, sino que se trata de querer hasta el fin la pintura que se puede, la que puede la época. 

(El tiempo es la luz que se desgasta
el universo que se simplifica
la violencia que se dispersa
la verdad que se asienta y vuelve a su principio).
(Alberto Vanasco)

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