20 de julio de 2009

AMÉDÉE OZENFANT (1886-1966)

Cada obra nos escupe a la cara su propia interrogación, y lo hace en una sucesión interminable de incógnitas que dejan unos indicios que podemos seguir u omitir conforme a las exigencias de nuestro propio desconcierto.

Amédée Ozenfant, artista francés creador del "purismo" junto con Le Corbusier, buscó a partir del cubismo una ontología plástica que trascendiese la forma hasta recuperarla en toda su pureza.

Si Sartre afirmaba que "si todo trascender ha de poder trascenderse, en efecto, es menester que el ser que opera el trascender sea a priori el trascendido en tanto que es la fuente misma de los trascenderes", en el caso de este artista esta ambición se postulaba como una catarsis.

Su obra acomete firmamentos incógnitos en sus bodegones, los desnuda de lo accidental, desea que su verosimilitud descanse en las referencias tonales que marcan ideas de objetos y geometrías que están para servirlas y representarlas.

Y como todo movimiento artístico que se precie, su vertiente teórica incurre en lo doctrinario y como tal en exclusiones, en restricciones, en formulaciones que quieren ser singularmente únicas y ya definitivas y definitorias.

Pero encuentro que en su trabajo el esqueleto, el armazón ya estaba hecho, y la teorización de lo que plasmó a partir de él dejó hallazgos afortunados pero no ilimitados ni especialmente únicos.

Hoy es día de silencios en el Malecón. El Alafín de Oyó guarda el awo que contiene el asé. El Ayan golpea el atele para espantar a Braima y Gbonka. Humberto y yo oficiamos de eleriipines (abogados del destino).


17 de julio de 2009

VÍCTOR PASMORE (1908-1998)

Se olvida lo cotidiano, lo rutinario, aquello que la metamorfosis ha dejado en una singladura que no despierta emociones. Y nos movemos hacia estas obras del inglés Víctor Pasmore atraídos por el brote de una lírica que extiende su hermosa caligrafía ante nuestros ojos, desprendiendo un aroma de indescifrable fragancia.

Si fue Simónides el que dijo que la pintura era una poesía muda y la poesía una pintura que habla, ésta es una pintura de una poética delicada, armoniosa, que puebla el espacio con una ensenada de caracteres que se articulan con una dimensión biográfica, conforme a la cual nos muestran su capacidad y habilidad plásticas para desplazarse, atraerse y amarse.

Y son señales dirigidas a nuestras miradas de cara a alumbrar otra concepción visual y a saber captar y adentrarnos en la hondura de lo que pertenece a un espíritu que trasciende la infecunda simetría de lo opaco.

El Malecón amamanta hoy aguas turbias y broncas. Nuestra esquina está anegada y no permite el asomo. Esa imposibilidad de acercamiento nos hace a Humberto y a mí guarecernos en la siempre indeseada penumbra. Cuando al cabo de unas horas salgamos de ella va a ser difícil que nos reconozcamos, tal es la semilla que oculta entre sus pliegues.




16 de julio de 2009

JEAN FAUTRIER (1898-1964)

Se dice del artista francés Jean Fautrier que él había sido el informalismo. Sin embargo, no creo que sea necesario incurrir y extraviarse en estas aseveraciones, únicamente es fundamental la estimación de una obra que ha abierto a nuestros ojos otra manera de ver acariciando, palpando, siguiendo el curso de unas texturas y venas que configuran todo un infinito de sensaciones y emociones.

Ha inventado un lenguaje que es la expresión genuina de la materia en su núcleo más latente, como si fuese un espíritu que se manifestase envuelto en surcos, arrugas, tonalidades, claves y gradaciones que estaban ocultas y cuya existencia a partir de ahora ya no ofreciese ninguna duda.

El artista, su intérprete, urde y teje estas composiciones en un marco de huellas imposibles, las estampa a propósito para conferirles ese tratamiento de verosimilitud inalcanzable, para que su visualización quede permanentemente grabada en la memoria y nos deslumbre con unas vivencias plásticas que toman vida cuanto más se comparten.

Él ha demostrado que el arte es un eterno descubrimiento, un continuo silencio que habita espacios sonoros que entran en comunicación con otras realidades que se revelan en el mismo seno que las nuestras.

Hoy no hemos pintado porque no habíamos consultado el oráculo. Dicen que el hombre entra en relación con la deidad y en esa relación del hombre como criatura es confrontado con la deidad como creador y determinador del destino. Humberto y yo no tenemos deidad, y dudamos de un destino que camina arrastrado, sin rumbo, ebrio de augurios utópicos que nunca acaban bien. En el regreso, ya sin ron, nos acompaña la penumbra por una penitencia hecha en la sombra.




15 de julio de 2009

JOHN CHAMBERLAIN (1927) Y CÉSAR BALDACCINI (1921)

Junk Art se ha denominado a esta corriente artística que toma como objeto de su trabajo los residuos industriales (especialmente las carcasas de coches). Y en ese sentido es muestra evidente que el arte contemporáneo lo integran múltiples opciones, tantas como los innumerables conceptos, contextos y direcciones que pueden confluir en un pensamiento centrado en la especulación y la investigación. Ya no existen delimitaciones ni cánones ni manuales, todo puede ser útil, todo es materia apta para obrar con ella.
Por otro lado, la sociedad genera una constante renovación técnica y tecnológica, social, cultural e ideológica, que da pié al análisis de posibilidades y oportunidades en todos los órdenes.


Por consiguiente, la obra de César Baldaccini, francés, y John Chamberlain, norteamericano, se formula como producto de un entorno que vehicula una filosofía estética basada en la recuperación plástica de aquello destinado a ser escombro, un cambio de perspectiva conceptual de la que no estaban muy imbuidos aquellos operarios de la limpieza de Nueva York cuando tiraron al camión de la basura una de estas "compresiones" que se encontraba a la entrada de una galería.
Lo cierto es que la plasmación física de estas propuestas desprende fantasías ópticas imprevisibles y que por lo insólito de su constitución atraen y siembran inquietud y reflexión.
Hjos de la impotencia que cada día muere al llegar la noche, Humberto y yo, hoy, caminamos hacia nuestra esquina sagrada del Malecón llevando un rabo de caballo a nuestras espaldas, además de un pequeño corazón y una calabaza con una mecha encendida. Son señales de aflicción por el destierro de unos habitantes que han dejado de vivir en nuestras mentes. Cuando haya que pintarlos se habrán deshecho en cenizas y éstas estarán frías.



14 de julio de 2009

GEORGE TOOKER (1920)

¿Qué somos? ¿Qué pensamos? ¿Qué hacemos? ¿Dónde estamos? ¿Qué razones hay para seguir viviendo? ¿Qué pensamientos enarbolamos para no intentar una escapada final?

El estadounidense George Tooker nos proporciona en su pintura una condición humana sin identidad, sin comunicación, cercenada de la realidad inmediata. No parece hacerse esas preguntas ni ninguna, está helada y detenida en su propio pasmo.

Somos nosotros, los espectadores, los que nos las hacemos cuando estamos ante sus obras por la rotundidad y plasticidad de las mismas, pues sin esa obligación o sin ese compromiso penetraríamos en esos espejos y no sabríamos salir de ellos.

Pero además ignoramos quien observa a quien, y en todo caso somos incapaces de resistir sus miradas desde la tela, son opacas y hasta siniestras y no dicen nada aunque su expresión en ese ambiente claustrofóbico es su final, el que lo niega todo, incluso el ser y estar ahí con esa apariencia humana.

Humberto pintó en mi piel un laberinto con un peine empapado en roji-carmelita. La mezcla de tintes fusionó la pureza y magia del blanco, la fertilidad del rojo, la enfermedad del amarillo, dejando que el azul y el negro subiesen al cielo y bajasen al infierno. El añil surcaba mi rostro como lágrimas sin eco y el ron deshojaba cantos con mi lengua. Y el Malecón, con la visión rota, entonaba salmos en honor a la ceguera.




13 de julio de 2009

JEAN TINGUELY (1925-1991)

El artista suizo Jean Tinguely ha elegido la máquina como un artificio tenebroso y amenazador, delirante y monstruoso, como principio y fin de esa aprehensión de lo plástico que pone en evidencia el que si la tecnología es el paradigma de una sociedad ahogada por la producción, su reverso son esos túmulos mecánicos que vienen a sustituir las estatuas ecuestres de nuestros paisajes urbanos.

Al fijar nuestra vista sobre ellos nos desconcierta en un primer momento su masa perfectamente organizada y estructurada para realizar su función, factor decisivo de eficiencia y eficacia en la planificación industrial. Después, cuando ya más atentamente contemplamos su conformación, nos maravilla la articulación de todos sus elementos, su orquestación en un conjunto integrado con la misión de configurar un catafalco o monumento funerario donde reposasen las alienaciones de una humanidad exhausta de tanto aspirar el espejismo de lo fértil.

Es una belleza monolítica que convierte la conmemoración en lamento o en loor, o en ambas, o en una dialéctica de movimientos, de tensiones, entre la celebración visual individual y colectiva, llegando siempre a una conclusión, perversa, pero conclusión y al fin y al cabo.

Antes de arribar a nuestra esquina del Malecón, Humberto me dice "el agua no se puede atar con una soga" y yo le respondo lo que dijo el viento: "yo no puedo matar al rey, pero hago volar su sombrero". Mas el proverbio yoruba es más directo: "el que más sabe es el tiempo". Y con él dejamos que la noche iluminara tanto despojo como el que llega.

10 de julio de 2009

HUMBERTO VIÑAS (1963)


El último lienzo de mi amigo cubano Humberto Viñas es un nudo de itinerarios y sentimientos. Posiblemente se trate del producto de un sueño que tiene zonas de pesadilla y áreas donde dar rienda suelta a lo que necesita ver y evocar.


La isla le hace sentir la melancolía de las ausencias, la magnitud de los cuerpos que se han ido y le han abandonado en la penumbra de esas noches que parecen acabar siempre sin alba.


Y hay también un reflejo de las carencias físicas, de las hambres de torsos en los que el volumen es carne prieta, desnuda, gozosa, de delicado paladar. Es una naturaleza para el contacto y el placer en nocturnidades que no puedan desmentir las realidades del posterior despertar.


Concibe, pues, una pintura que asoma desde esa isla cada día más delgada y depauperada, pero que no llora, sino que a través de este artista pinta oasis para revivir en él nostalgias de caricias y encuentros que nunca tendrá la seguridad de si han sido ciertos.


Un proverbio yoruba dice:

"El hombre que cava la fosa sólo entierra el cadáver. El hombre que llora sólo hace ruido".