30 de junio de 2008

LOS ROSTROS QUE NO VEMOS


  • Frank Auerbach no hace retratos de rostros sino que ellos mismos dejan que el denso empaste cromático los vaya exteriorizando hasta que sean ásperos fósiles enmascarados. Él se limita a ser un mediador que intercede.

  • E intercede dibujando en la faz edad, dolor, sufrimiento, odio, indiferencia, rabia, frustración, cada grueso trazo es un rasgo que se va definiendo, que va tomando la forma de lo grotesco, momento en que la belleza, llena de conmiseración, rescata esas facciones y de un soplo les da color y vida. Y así han de permanecer hasta que el tiempo de la inmortalidad dé paso al de las cenizas. Mientras tanto se hablan en silencio pues han perdido la fe en la voz que les había de salvar.






  • En el malecón, hoy, se representa un melodrama en el que los espantajos sufren una metamorfosis durante unas horas, en las que redimen su fealdad y cantan a su nueva belleza. Mi amigo Humberto y yo nos sumamos al acto de este grandioso escenario esperanzados en el encuentro con nuestra vertiente hermosa y rebosante de placeres invictos.

  • No sucedió así, la mudanza se nos vetó por ser seres apátridas, vivir en constante penumbra y no poder pintar más que habitantes incapaces de vivir fuera de las tinieblas. En el camino de regreso no sollozamos más que ron.

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