5 de febrero de 2009

KATHARINA FRITSCH / RATAS


Las vemos en un circulo fortificado de casi tres metros de altura, están erguidas, en posición de defensa y ataque y en lugar de poder rodearlas parece que son ellas las que nos tienen cercados.


De nuestras cloacas y estercoleros han llegado para ser ídolos de fuerza, agresivos, amenazantes, a los que nuestra mirada trata de ocultar en el reino de sombras y pesadillas que pueblan las visiones de ultratumba en las que vivimos y no queremos visitar, nos aterra su contagio.


Y estos tótem plenos de plasticidad nos hablan en un lenguaje mítico que entendemos perfectamente porque es el del horror que nos acosa cada día, cuando caminamos sobre un suelo cuya capa por debajo desea salir a la luz para imponernos su desprecio y abyección.


Katharina Fritsch, artista alemana, busca en esta obra mostrarnos claves que sean útiles por su impacto conceptual y emocional, que nos enseñen a ver lo cerca que está aquello de lo que no tenemos perspectiva porque es más cómodo invertirla.


Mi amigo Humberto guarda silencio, yo también, la pintura tampoco habla, y sólo las ratas del malecón, siempre hambrientas y sedientas, se acercan a nosotros para pedirnos un poco de ron. Necesitan estar embriagadas, nos dicen, para poder seguir maldiciendo.

4 de febrero de 2009

MARINA ABRAMOVIC / INCISIONES


Marina Abramovic, artista nacida en Belgrado, utiliza su cuerpo como un instrumento de expiación y como un mapa o lienzo epidérmico donde inscribe con el acero la biografía de un sufrimiento, de un dolor al que le ha dotado de su propia queja de manifiesto público.


¿Por qué dar carácter estético a un "perfomance" fundamentado en infligirse a sí misma una tortura? ¿Por qué emplear la materia viva para crear un lenguaje visual en que la carne supura y la piel habla mediante una estrella de sangre?


El dramatismo de la imagen enlaza con las prácticas de flagelación y estigmatización, con pesadillas que nos surgen de pronto del lado ciego y sordo, de lo tenebroso y al mismo tiempo místico, de lo metafórico mortal en definitiva.


¿Es necesario que lo virtual se transforme en la esencia de una realidad cruda que ha de exceder los límites de lo simbólico para adentrarse en la divisoria donde el único retorno es la muerte?


El arte tiene como una de sus metas básicas el cuestionarse a sí mismo y en este caso este silogismo es más cierto que nunca.


Durante nuestro paseo de medianoche, aparece un mensajero desde el fondo más oscuro del espigón que dice llamarse Juan Manuel Colchero y presentarse como el edecán yoruba de su Señor. Nos conmina, en voz baja y prieta, a hacernos feligreses de la compañía de muertos del malecón. Se nos necesita para completar la nueva teodicea que dará a conocer en los próximos días a los habitante de la noche habanera. Cuando se fue no nos quedó más remedio que disfrazarnos de rata para escapar a un destino, sin ron y rumba, resucitado de las pinturas de El Bosco.

HUMBERTO JAIMES SÁNCHEZ / OQUEDADES


Humberto Jaimes Sánchez, artista venezolano, pintó esta obra con el fin de que las oquedades de un universo personal e íntimo quedasen abiertas a la luz y con ella a las portentosas transiciones cromáticas que forman parte de nuestras fosas humanas.


Desea que el color trascienda, se haga forma de un ser cuya ontología nos acerca al conocimiento de aquello ante lo que no podemos estar ciegos, que nos obliga a percibir lo que durante milenios ha estado en el subsuelo y todavía vive y respira dentro de su propia poesía.


Y esa vida no es una herramienta para destruir, tal y como aseguraba Baudelaire, sino para que la esencia plástica la defina, le dé sustancia y reconforte, tal como ha hecho este pintor.


El malecón le ha dicho a mi amigo Humberto que si no escupe o vomita sin límite ni descanso la materia pictórica, hará de él un condenado a perder los ojos eternamente y a habitar tinieblas que ya han sido encaladas de cieno para recibirlo. Al instante de oírlo, regurgitó perfiles y dibujos de injurias insatisfechas impidiendo que la libertad no escapase al orden impuesto por ese monstruo de piedra. ¡Maldita esclavitud!

3 de febrero de 2009

DIEGO SIMANCAS GARCÍA / JUEGOS


Una vez que ya ha pasado la muerte con su procesión de despojos y nos ha dejado sin una parte de nuestra memoria histórica familiar, contemplo la obra del artista español Diego Simancas García como aquélla en la que fantasía y espacio se concitan para desenmascarar la función pertinaz del tiempo.


Y es gracias a que una figuración, entre lo artificioso y lo sensual, genera una visión aparentemente polivalente pero que guarda una lógica unitaria: música, baile, placer, juego y más en una base fragmentada anunciadora de un vacío negro que puede tragarse todo ese escenario, quizás por considerarlo frívolo cuando es sólo lúdico. Señal de que lo pictórico abre sus propias dudas e interrogantes.


Por eso, esos seres de colores suaves y fríos enlazan con las caricaturas que no son vivencias del tiempo sino de la búsqueda de otra existencia donde lo irreal sea real.


Y además ese dibujo dinámico encuentra en lo geométrico la senda por la que desfilan las formas que hacen de la curva la presencia de un ballet plástico que se recrea amable y secretamente en nuestra mirada.


Me habla mi amigo Humberto de un fenómeno extrañísimo que le ha ocurrido. Estando pintando el cuerpo de una joven mulata que le estaba sirviendo de modelo, ésta amorosamente le pide que no siga perdiendo el tiempo, que ella sabe como hacerlo mejor. Se queda pasmado cuando la vio introducirse en el lienzo y ya una vez dentro desvestirse por completo. Me confesó que era el mejor desnudo que había compuesto en su vida.


24 de enero de 2009

GONZALO DUPORT / A CIEGAS


Gonzalo Duport, artista argentino, tiene la misma convicción de Sartre, en lo referente a que "hay un momento en que las evidencias se embotan, las luces se apagan, cae la noche; la gente se percata que anda a ciegas y, por lo tanto, se necesita una luz nueva, un enfoque nuevo: es entonces cuando un objeto aparece como problema".


Pero él no deja que sus criaturas sigan ciegas, no vean ni se fijen en nada, no sean objeto, porque es nuestra mirada la que esperan para reencarnarse a sí mismas. Deja que se apropien de los colores de la soledad y de la incomunicación en un espacio en el que el rojo cierra una cárcel que no tiene salida.


Es una pintura en que la economía de rasgos acentúa lo desventurado y confronta al observador con su propia desdicha de personaje de indeterminado destino.


Encuentro a mi amigo Humberto buscando cangrejos en las rocas del malecón. Le pregunté por la razón de este rastreo inútil y él me respondió que estos cárabos tenían en sus ojos el misterio de una perla con la que poder salir de esta tormentosa penumbra. Si eso fuera así, le dije, los que se los han comido serían bombillas andantes y no veía ninguna a lo largo del muro.

22 de enero de 2009

LOUISE BOURGEOIS / VÍSCERA


Esta artista, Louise Bourgeois, extrae de ámbitos desconocidos e íntimos la belleza inusual de lo mórbido, la víscera carcomida, el relieve de un mal que goza de su propio narcisismo.


En esta obra no hay misterios que descubrir sino emociones que librar, encuentro con lo que no ansiamos tocar pero sí continuar observando lo que tiene de inquietante y morboso en su forma, la caligrafía de ese tumor que nos repugna y nos provoca.


Puede ser la morfología de una descomposición o un intramundo de ríos de lava cancerosa que surge de las fuentes de nuestro cuerpo. Y quizás sea mucho más pero su consistencia y valor plásticos se anteponen a su significado, borracho de tantas tramas que urdir.


Mi amigo Humberto ha reunido en su taller a sus colegas Orestes y Orlando para hacer conjuntamente una instalación que ensamble el silencio de la penumbra con el estallido de las olas en los arrecifes habaneros. Sin embargo, después de muchas horas de tarea, únicamente ha brotado un mudo en una bañera vacía. Han decidido que no lo volverán a intentar. Buena idea.

21 de enero de 2009

CHRISTIAN BOLTANSKI / RETABLO


La muerte se muestra cada día más impaciente por cobrar la pieza. Es como si su cotización se desmoronase debido a una demora que para el futuro damnificado no es otra opción que una agonía de infame impostura.




Por eso, esta obra de Christian Boltanski proyecta, a modo de un retablo o iconostasio, la memoria de unos seres, que no son santos ni beatos ni apóstoles, sino simplemente víctimas del destino que ellos mismos construyeron o por el que fueron fatalmente inmolados.




Es un obituario visual que despierta en nosotros ecos de fugacidad, de entelequias olvidadas y omitidas, de recuentos en la memoria fallidos o de afectos ahora descubiertos.




Un canto fúnebre que se convierte en objeto plástico que hace de lo sagrado un arte pagano, aunque sólo queremos verlo como un procedimiento efímero, no sea que se incruste en un pensamiento que ya no desea cavilar.


A mi amigo Humberto sigue latiéndole el corazón a pesar de que lo acorralan los ocho mil demonios de la manigua. Bajamos al malecón para que los espante, pero hace todo lo contrario, se amiga con ellos, los acoge con grandes alardes de fraternidad e incluso les reparte el botín de almas. Nosotros nos escondemos en una esquina en penumbra y nos santiguamos con ron para calmar el terror de nuestros espíritus.




GERTIE LOWE / ENCUENTROS Y ASOCIACIONES