El fuerte empaste y la densidad cromática hacen de lo exterior una confesión cuya visualización nos aterra porque tal enigma o tales secretos o fuerzas no deben ser conocidos, no han de traspasar el umbral de la carne. Pero este autor se ha atrevido a ello, por eso en estas obras podemos rastrear indicios de angustia, cólera, ansia, y de vidas cansadas y hartas de esperar ese hálito que siempre está desaparecido.
Y también confía en que el espectador participe en esa percepción plástica, en que penetre en esas máscaras visuales y se defina en ellas cual si compartiesen el exhalar las mismas lamentaciones.