La pintura de la cántabra LUCEÑO, a través de sus recursos técnicos y destrezas creativas, refleja realidades abiertas dentro del espacio.
Sucumbe ante las irisaciones lumínicas y cromáticas encaminadas a servir de percepción a esos anhelos plásticos que forman parte de una plenitud buscada.
Sus obras son magia y ensueño de la abstracción, aunque detrás de ellas haya siluetas vivas y temblorosas, acuciadas de una salvación mediante espacios desplegados para protegerlas.
Después de la emigración ya no hay más que la transmigración.
(Gómez de la Serna)
La pintura del alemán SCHINDLER es compacta, densa, hasta agria, con colores y tonalidades sucias, que proporcionan a la mirada un eco cercano de una realidad intemporal pero viva.
Es una figuración que brota entre el absurdo y el descubrimiento de semblanzas que después de servir de pretexto llegan a lo esencial del texto.
La de este artista es además una producción que además de sus fuentes nórdicas nos traslada visiones que vuelven a llenar un imaginario que nunca está agotado.
¿Conservadores? Muy bien -decía Mairena-, siempre que no lo entendamos a la manera de aquel sarnoso que se emperraba en conservar, no la salud, sino la sarna.
(Antonio Machado)
Decía Greenough que en la desnudez veía la majestad de lo esencial en lugar de las trampas de la pretensión, lo que viene a denotar el espíritu de la taiwanesa CZILI.
Sus esculturas son tenues y volátiles hilos de la naturaleza desnuda que tiene en el pensamiento el traductor de una plástica cargada de ensueños y equilibrios.
Su tratamiento del material es la base de una sensibilización inusitada que va en pos de una magia que no tiene más leyenda que su propia osamenta libre y espontánea.
La esposa que no canta, el juez que no ríe y el ciudadano que no vota, son racionales que no quieren distinguirse de las bestias.
(Silverio Lanza)
Manifestaba un artista del pasado que los pintores que no son coloristas practican la iluminación, no la pintura. Curiosa distinción difícil de determinar.
En lo que se refiere a la obra del alemán GUMPERT, la gama cromática, tan variada y por momentos fría, sirve para rubricar las texturas y cicatrices que quedan impresas en el soporte.
Con ello, obtiene fusiones y síntesis de una concepción abstracta y plástica de una creación que hilvana un desenvolvimiento del espacio-tiempo, una poesía que se construye con el rigor de un procedimiento irreversible.
El miedo al Estado sólo es vergonzoso para el Estado que produce miedo.
(Silverio Lanza)
Al artista mexicano DEL COLLADO no le abandona esa fuerza vital de las artes que son la imaginación y la emoción, de la que hablaban Blake, Shelley, Coleridge y Hazlitt.
En su pintura hay ensueño, dibujo, expresión, forma interior, planos y modelados, que es lo que exigía Ingres para dotar a la obra de toda su excelencia. Si bien él la plantea en términos contemporáneos y como fruto de unas vivencias que se encuentran en el fondo de sí mismo.
Su plástica está marcada, tanto en sus depurados rasgos formales como en su formulación conceptual, por un simbolismo que señala destinos atrapados por visiones ansiosas o por desvelos oníricos que los deslumbran y los conducen a una fantasía utópica pero imposible.
Ya saben ustedes que, si guardan sesenta kilogramos de difunto en un ataúd de zinc, llega un día que la carne ha desaparecido. ¿Quién se ha comido al muerto? Preciso es confesar que el muerto sed ha comido a sí mismo a fuerza de discurrir.
(Silverio Lanza)
La ecuatoriana LARREA casi podemos decir de ella que es una artista gnóstica que considera la materia como un principio activo que posee una vida eterna y autónoma.
Los rasgos formales de sus piezas están dictados por la voz de la materia sobre ella misma, ya sea bronce, madera o hierro. Y la naturaleza en su obra es un fondo que no tiene fin, a pesar de que las tinieblas la rondan con su ausencia de luz.
Su imaginario posee recursos y procedimientos suficientes con los que metamorfosear las formas, proporcionarles su génesis y estructura, su dimensión y significado plástico.
Y alguna vez uno a otro guiñaba un ojo y le decía al oído:
Nunca te peas llevando el cirio.
(Gutiérrez Solana)
El mejicano GARCÍA SAUCEDO es un virtuoso iconoclasta que retrata los personajes como si fueran símbolos de una religiosidad que estuviese gestándose bajo un palio diabólico.
Es una pintura provocadora y al mismo tiempo de una sutil perfección; mistificadora en su definición y contundente en su expresión.
Con ello, crea una historia del arte que tiene más adeptos en el infierno que en el cielo, pero que quedan bendecidos como arquetipos para la eternidad.
Max.- Los ricos y los pobres, la barbarie ibérica es unánime.
Valle-Inclán)
