- Este artista, BRACO, nacido en Sarajevo, tuvo su primera exposición individual a los diez años. Entonces todavía no había empezado a tomar a las fieras como sus intérpretes y aspirantes a convertirse en unos magníficos expertos en arte.
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- Ahora es cuando ha comenzado a construir su manso lenguaje a base de inculcarles a estos animales una pasión estética que nos haga a todos ser copartícipes de un amplio repertorio de encuentros con unas sensaciones que no formaban parte de nuestro código psicológico y hasta genético. La desazón no es importante si la formulación visual rebasa a la conceptual y nos provoca un tumulto de premoniciones que van sin precio de coste.
- La ruptura que se persigue está conseguida si se enfoca desde la heterodoxia, desde la dimensión que nos pone cabeza abajo y logra que una misma semántica sea las que nos una entre ellos y nosotros y que convivamos en un mismo ámbito cultural. Él ha emprendido la aventura de mostrárnoslo, nosotros la de no secundarlo más que de lejos y cobijados bajo un seguro reforzado.
- Ay, Muerte,
- si otra vez volviera a verte,
- iba a platicar contigo
- como un amigo:
- mi lirio, sobre tu pecho,
- como un amigo;
- mi beso, sobre tu mano,
- como un amigo;
- yo, detenido y sonriente,
- como un amigo.
(Nicolás Guillén).
- Hoy no podemos vivir sin tecnología, ni como ciudadanos ni como artistas, además de que abre caminos de investigación que proporcionan oportunidades de concebir los extremos de otras manifestaciones artísticas que revolucionen hábitos y convenciones en esta disciplina.
- El francés LECCIA es uno de los que se han sumado con todos los recursos disponibles, la experimentación abre un amplio campo de posibilidades y no hay que desaprovecharlo. Eso sí, los resultados son artificios espectaculares, que se quedan en unos significantes que nos inducen a un fondo estrepitoso en las miradas que no se atreven a acercarse, por aquello de que pueden salirse y arrollarlas. Una pequeña o gran muerte, según los designios.
- Efectivamente, los efectos rozan esa afirmación que dice que nuestro lazo con la vida cósmica es indisoluble. Quizás nos hace falta elevarnos hasta esas cumbres y después dejarnos abducir hasta formar parte de su interior. Al fin y al cabo la puesta en escena debe de estar planificada para obtener esa respuesta del espectador.
- Ya se acabó Baldomero:
- ¡zumba, canalla y rumbero!
- Sólo dos velas están
- quemando un poco de sombra;
- para tu pequeña muerte
- con esas dos velas sobra.
(Nicolás Guillén).
- En el norteamericano ELLIS hay un movimiento continuo, una desazón calculada por si los vínculos no se establecen e inundan todos los espacios. Ya sea como intestino retorcido y eje de una búsqueda en laberinto o como una marea desbocada, la cartografía plástica y orgánica no tiene fin, incluso se desborda, va más allá.
- Adquiere formas en un proceso constante de mutación, que se deslizan con esa coloración intrínseca a su propia naturaleza de entes que no encuentran acomodo o que precisamente su constitución sea ésa, la de ondularse, dejarse ir, concebirse sin principio ni fin. Pueden arropar vientos tempestades, hasta ultratumbas que fuesen generosas.
- De vez en cuando hay algo reconocible, pero es porque se ha perdido o se ha gestado por casualidad, por ese azar del que hablaba André Bretón, que es la coincidencia de una casualidad externa con una finalidad interna.
- El ron te salió redondo
- y mulato, como un níspero.
(Nicolás Guillén).
- Vamos a hacer que el juego no sea un momento perdido, vamos a construirlo con sus mismos componentes y principios originales, vamos a dejar que una vez constituido se erija en el guardián fiel de nuestros espacios de recogimiento, alegría y tristeza.
- Serán nuestros queridos monigotes, los que se hacen mayores desde la infancia sin dejar de ser niños, y en los que vemos lo que estamos perdiendo, abandonando, desechando, y lo que hemos ganado, tan escaso y sin rumbo.
- Es imposible saber la razón por que al norteamericano OTTERNESS se le ocurriera este breviario icónico, pero no podemos discutirle su oportunidad, ironía, creatividad y certeza. Son personajes que ilustran nuestro tiempo, nos obligan a mirar con una densidad festiva y nos hacen llegar lo lejos de su festín que estamos.
- Y entre mis labios tristes se mecerá tu nombre
- que no me servirá para llamarte
- y lo pronuncio siempre para endulzar mi sangre,
- canción inútil siempre, inútil, siempre inútil,
- inúltilmente siempre.
Los pechos de la muerte me alimentan la vida.
(Emilio Ballagas).
- Estas revelaciones bíblicas singulares acercan el plano metafísico al juego de un lirismo alucinante. Son representaciones que caben en todo tiempo y lugar y no nos sumen en la angustia definitiva, porque lo coral es la fábula que nos amplifica y asombra por su cosmovisión plástica total.
- Aquí y allá compartimos ese fantástico existir, somo nuevos renacentistas que nos apasiona trabajar con esa alquimia que nos da fuerza y alas, percepciones agudas de la tierra y el cielo, soplos de unos limbos dementes, cuya profundidad, mucha más allá de sus formas etéreas, sea una dimensión profética y extasiada.
- Ya no hay verdad sino estremecimiento ante unas imágenes que no especifican una única interpretación sino que actúan como un resorte para la conjuración de muchas otras. Pero el alemán SCMITT-KÜNSTLER, a través de su obra, enriquece ese magma quimérico del que siempre estamos faltos, que en el presente y en el futuro forma nuestra visión de que hay un lenguaje lúcido y no tan simbólico como sensual.
- Como esta paz la tengo tan sabida
- -son muchos años de buscarme el alma-,
- no habrán de preguntarme, cuando llegue,
- en qué luces prendía la mirada.
(Eugenio Florit).
- Estamos en otros albores, de eso no cabe duda. Quizás en los de un paraíso que va a tener lugar o está ya en funcionamiento y no nos habíamos enterado. Una soledad lúgubre nos rodea y aunque nos resguardemos nuestra nueva morfología nos delata.
- Es como si la tierra original ahora fuese otra para el alemán KEVER, que huyese a través de su obra de la que hay pero que solamente encontrase ésta, que ni es parte del pasado, del presente ni del futuro. Está ahí y nos ronda en nuestra melancólica pesadilla.
- Entonces, nos resta convertir la sensación plástica que nos acomete en una plácida fantasía con el fin de tranquilizar los espasmos de la mirada y pensar que no se pinta con los colores, sino que el artista se sirve de los mismos y pinta con las emociones (Chardin).
- Pero estoy aquí. Me muevo,
- vivo. Me llamo José
- Hierro. Alegría. (Alegría
- que está caída a mis pies).
- Nada en orden. Todo roto,
- a punto de ya no ser.
- Pero toco la alegría
- porque aunque todo esté muerto
- yo aún estoy vivo y lo sé.
(José Hierro).
- El artista hispano-cubano FELIPE ALARCÓN ha desatado las furias, las suyas y las de todos, las del pasado, presente y futuro. Se encuentra con todos los signos a su favor y tiene que apurarlos antes de que el tiempo, que está marcando en la superficie de la tela, se acabe. Toda nuestra vida está cargada de muerte pero él, en su obra, la carga todavía más, la llena de ese estremecimiento que es la vía para acercarse a la verdad del arte y su historia, que es la nuestra, que es ese relato en el que nos miramos aunque nos cueste vernos.
- Decía Georges Bataille que la lucidez de la conciencia significa el enfriamiento de la razón. Sin embargo, este artista, en este poderoso tríptico, no la enfría, sino que la deja suelta hasta que culmine en pandemónium donde humanos y divinos, bestias (el rinoceronte de Durero), iconos, Caín, Cristo crucificado, un fauno, el papa, un cardenal, Adán, Eva, iglesias, corruptos, miembros, objetos, etc., formen una capilla sixtina del siglo XXI. Esa es la conciencia de la que habla Georges Bataille como nuestra única salida.
- Por consiguiente, esta obra, "La aberración de la conciencia", puede pasar a primera vista por ofrecer una panorámica impía e iconoclasta, con lo que se quedaría en una visión corta y rácana, fácil y gazmoña. Por el contrario, es una recapitulación lingüística de religión, idolatría, mito, perversión, dolor y mentira. Es como si diese una respuesta antagónica a la frase de T.S. Elliot, aquella de que "cuanto más perfecto sea el artista, más separados estarán dentro de él el hombre que sufre y la mente que crea". Sin duda, la respuesta es absolutamente contraria en Felipe, porque es una incandescencia de estallido, una praxis que a través de un dibujo y una línea que desde que empieza no acaba, vehicula y conforma todo un relato de vida y plástica en un ámbito que sabe vigorizar, darle la fuerza que estaba oculta y ahora hacerle aparecer bajo unas capas cromáticas que simbolizan los contornos de un espacio de espacios que están encima de nuestra cabezas para descender sobre ellas cual si fuese un espíritu al que ya no le sirve ser santo.
- Además de todo ello, lo más prodigioso es que esta configuración nos sea tan afín, como si una lección de creencias que nos era conocida estuviese planteándonos otro discurso visual, cuyos elementos nos eran familiares, por supuesto, pero que volvemos a ver con otra perspectiva. La construcción de esta pieza contiene y estructura muchos planos, no deja a ninguno sin su correspondiente sanción, ni tampoco necesita para existir la cordura ni la bendición de ese nuevo papa que desde una esquina superior se declara impotente ante tantos siglos de una grandiosidad falsa y adulterada.
- Por último, en este trabajo hemos de valorar ese esfuerzo por evocar, por seguir un curso y desarrollo de una estética rica en vestigios desde el Renacimiento hasta hoy, o incluso remontándonos más atrás, hasta el Paleolítico. Todo un recital de doctrinas cuyos hechos pictóricos nos traduce el pintor como una continuación de agravios. Por eso sigo reafirmándome en que la singularidad de Alarcón, concebida desde muy joven oteando los horizontes ilimitados a los que quería llegar bajo la luz del Malecón habanero, atañe a una condición universal de artista inconfundible y portentoso.