Dice Finkelstein que el realismo implica, en todo momento, un acervo de ideas sobre lo nuevo, sobre la manera en cómo se han ido operando los cambios en el mundo y sobre la forma en que este último ha venido siendo mejor comprendido.
Para el escocés CADDEN los cambios no se operan en la naturaleza humana, siguen siendo los mismos rasgos, las mismas fisonomías, las mismas desventuras señaladas en las facciones.
Etiquétese o no como hiperrealismo, lo cierto es que esos rostros respiran vida y verdad, incluso tal es su más allá físico, que parecen sólo aguardar el momento final con los ojos quietos mirándonos.
Miserable humanidad, destinada siempre a quedarse más acá o ir más allá.
(Larra)
El alemán KRIEG estaba convencido que la belleza y la inocencia adquirían una mayor profundidad y significación con la fealdad, el horror o la crueldad.
Sus trazos son tan palpables que su acentuación física impregna de relieve y osadía a plástica su pintura, la cual, desde su fuerte entramado cromático, ejerce una impresión visual de descomposición y muerte.
La pastosidad que deposita en la superficie es densa, terriblemente reveladora de una práctica creadora en la que ya se han dejado atrás las dudas, sólo caben derrotas.
Los ministerios. Aquí yace media España: murió de la otra media.
(Larra)
La obra de arte aparece y se construye como fruto de una idea, de un pensamiento, de un problema que hay que resolver con la aplicación de la inspiración y la técnica.
Muestra de ello es la obra del japonés DUCK-JUN, tan intrincada y repleta de símbolos, formas, laberintos, claves, plásticamente encarnada en unos espacios de los que no se sabe salir a causa de la dimensión en que nos sitúa. 
Al mismo tiempo nos plantea visualmente la significación de unas potentes maquinarias que no tiene otro fin más que introducirnos dentro de ellas y compartir sus enigmas.
Vamos claros -dije yo para mí-. ¿Dónde está el cementerio? ¿Fuera o dentro?
(Larra)
En la modalidad figurativa y realista del arte siempre hay un paso más allá, más delirante que horrible, más verdadero que la sombra que despide, porque además es inagotable.
El madrileño GOMA, seguro de los recursos y medios pictóricos que maneja, nos ofrece en su obra una apología plástica de un reverso que se constituye en el mensaje de un tiempo detenido y de un espacio que no para de mirarse a un espejo.
Sus creaciones nos asustan y al mismo tiempo nos seducen al invitarnos a participar en unos pasajes imaginarios que no se inhiben en destriparnos y plantearnos la realidad que asoma en nosotros.
Basta, que el corazón airado salta,
La lengua calla y la paciencia falta.
(Espronceda)
En la obra de mi paisana asturiana BLANCO se equilibran dos estrategias creativas: la forma plástica y la fuerza de un mensaje metamorfoseado.
Su minuciosa investigación ha dado como resultado una piel rugosa, frágil, con diversos matices cromáticos, que conforman unos paneles ligeros en los que se sintetizan armónicamente tiempos y huellas.
Sus obras cobran la inmediatez de una sensación indefinible pero táctil, vigorosamente táctil y carnal, al mismo tiempo que proyectan una visión que hace estar a la mirada sujeta a esas topografías imaginarias y vivenciales.
Que la mujer, al cabo, menos lista
Tiene en su corazón algo de artista.
(Espronceda)
La imagen está presente en el espíritu revelando a la conciencia las potencias, las tramas, los aluviones, los sufrimientos y una rabia de muerte.
En esta caja de mil fondos que es la condición humana, el español Beltrán confiere a sus retratos una dimensión única y tal vivencial que no da lugar a otra visión que no sea la contenida en unos rostros que están vivos después de muertos.
Nos hace dudar y quedar a la espera de sus palabras, aunque con sus silencios hablan tanto más que si las pronunciasen, incluso si con ellas nos invitan a irnos con ellos.
Que, aunque viejo, es de fuego
Corriente en una broma y mujeriego.
(Espronceda)
Lo maravilloso es una realidad nueva y esa es en la que se ha centrado la obra del argentino DE CASTRO, con el dibujo en una superficie plana de signos, objetos y jeroglíficos.
El magicismo cromático ya es en sí la apertura delicada, poética y seductora de unas creaciones que en su construcción guardan la simetría de un enigma.
Destellan sin brillar y se forman con una geometría simétrica que piensa que en su estructura particular actual no hace falta más que revelar lo que se ve.
Para mí nunca sale el sol. Las horas todas se pasan en igual oscuridad para mí.
(Cadalso)
