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12 de marzo de 2009

JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CASTILLO / UMBRAL DE MUERTE


Freud compara el arte con un sueño, pero éste, el que vemos arriba, es un sueño cruel, desolador y desapacible, en el que la medida de la extinción del tiempo de vivir se hace presente en toda su dimensión.


José Luis Hernández Castillo, artista cubano autor de esta obra, conjuga esta representación visible -lo invisible es lo que le confiere la autoridad plena- como una fusión entre lo formal y lo emocional. La forma plástica de la arruga, de la luz y de la sombra, del dibujo de la decrepitud, no sigue ningún código, se limita a transformar la presencia que se contempla en la imagen en otra que se revela con mayor percepción y que nos hace entendernos o reconocernos como una verdad no experimentada.


Hay una tal potencialidad en el lenguaje de esta pintura que el diálogo a que nos incita sería interminable, sólo tendría fin cuando nosotros, espectadores, formásemos parte de esta visión última, que es el cementerio y su negra pasión.


Mi amigo y pintor cubano Humberto Viñas y yo nos acercamos al malecón y le recitamos estos versos de Du Bellay:


"Señora vejez

no me ha dejado más que piedra en los riñones, gota en los pies y verrugas en las manos".


Después caminamos pensando que nuestro destino ya está sellado y nuestro epitafio escrito.

11 de marzo de 2009

PAUL REBEYRROLLE / TORTURA


De esta figura atada y torturada que está envuelta en sábanas sangrientas y arrugadas que como sudarios cubren el cuerpo roto de lo humano, ha escapado el alma para hacer más cruel el castigo, que así ya no cuenta con un testigo pregonador de la ignominia.


Paul Rebeyrolle, artista francés, transforma la expresión en un instrumento plástico al servicio de la denuncia, para que lo vivo siga estando vivo aunque ya lo hayan matado alevosamente. Si de acuerdo con Nietzsche la vida es una obra de arte, Paul la convierte en un nuevo infierno, fruto de una estética del sufrimiento que ha evolucionado desde siglos atrás.


Y ésta es una progresión que crea verdad en la pintura aunque su presencia, quizás, no es absoluta, según lo afirmado por Derrida, pero en su forma, tal como la concibe él, repleta de fuerza y de convicción, alcanza un impacto visual rotundo.


Es una imagen que carece de elaboración y hasta de pensamiento porque en el proceso de su creación hay rabia, desesperación, pasión, angustia y desaliento, factores inherentes, entiendo yo, cuando de la condición humana y su destrucción se trata.


Naufragamos en mar de arena para que el sol estigmatice nuestras pieles y nos clave sus marcas de fuego. Tal vez con ellas en nuestro interior seamos capaces, mi amigo y pintor cubano Humberto Viñas y yo, de reunir el valor de matar a nuestra sombra. Aunque el malecón siempre tratará de arrebatarnos el escudo que nos haga invencibles e invisibles.


10 de marzo de 2009

TOMÁS SÁNCHEZ / PAISAJE PARA FLUIR


Decía Hubert Damish que se debería pensar con la obra de arte, preguntándole cuestiones de índole filosófica o general, pues es entonces cuando, frente a las mismas, aquella revela sus ideas.


Pero no es un acto intelectual el que me acerca a esta obra, es una intuición que me está contando visualmente un secreto, el de que un paisaje es el panteísmo que celosamente estaba agazapado en mi interior, en mi propio yo.


Los horizontes, campos y árboles del artista cubano Tomás Sánchez tocan lo sublime, celebran lo intangible de lo tangible, y son arias dedicadas al canto de una naturaleza que está constantemente creciendo, renovándose, eternizándose en un cosmos hecho a su medida.


Nosotros, los hombres, demasiado enanos física y ontológicamente, hemos de abstenernos de pisar y profanar estas extensiones, de poblarlas con nuestras ruines miserias, aceptando que la placidez sea su infinito para que podamos seguir contemplándolas ilimitadamente.


El malecón, este amanecer, es una triste criatura que no deja de contemplarse en su propio espejo. Mi amigo y pintor Humberto Viñas y yo, intrigados, nos acercamos hasta colocarnos delante de él. Cuando nos vimos reflejados fue tal el horror que salimos huyendo en pos de una botella de ron que apaciguase nuestra sed de pesadumbre.

Pintura Cubana: A proposito de Tomas Sanchez

Pintura Cubana: A proposito de Tomas Sanchez

Lápiz y nube: Fragmentos de una entrevista al pintor Tomás Sánchez

9 de marzo de 2009

JACK LEVINE / EL PRISIONERO


Ésta es una obra del artista estadounidense Jack Levine que al contemplarla ni nos desconcierta ni nos sorprende, sino que hiere nuestro imaginario con múltiples y dolorosas evocaciones y nos emociona por una significación que tenemos muy presente en la vida que nos aborda a diario.


La mirada queda prendida de esa celda negra de la que emerge el lado humano de lo sombrío. No hay esperanza ni tiempo para ella, es el momento de la extinción amordazada de la víctima.


¿Cuándo Norman Bryson define a "la pintura como un arte compuesto no sólo por pigmentos aplicados sobre una superficie, sino por signos en un espacio semántico" se refiere a este prisionero? ¿O es un acto de rebelión contra las normas artísticoestéticas y sociopolíticas al uso, tal y como lo plantea T.J.Clark?


Por mi parte creo que es el resultado de una realidad testimonial que merced a su honda factura plástica alcanza cotas de una belleza imperecedera en una línea continuadora de lo goyesco.


Mi amigo y pintor Humberto Viñas me declara contrito que sigue de tragedia en tragedia, que es un ángel que delira y al que le sobra todo excepto el malecón de su Habana querida. Aún quiere soñar pero hay demonios que acechan en cada tranvía, por eso pinta en sus cuadros alas, alas para volar que no para emigrar, alas para crecer. Y también barquitos de papel para montar en ellos gratis y pasear, pues a nadie le importan las pateras, sólo las balsas para cruzar el mar en la dirección del viento.


5 de marzo de 2009

RICHARD LINDNER / ¿REFERENCIAS NECESARIAS?


Clive Bell nos habla de la "forma significante" como requisito para la consideración de la obra de arte, cuya naturaleza brota de atributos puramente formales: la línea, el color, el espacio pictórico y la textura.


John Berger afirma que el arte es un proceso por el cual es necesario ver las obras de arte liberadas de toda la mística que las rodea en cuanto objeto de propiedad. Sólo así se hace posible verlas como testimonios del proceso de su propia ejecución y no como productos; verlas en términos de acción y no de logro acabado. Asimismo, plantea que la pintura al óleo está particularmente indicada para la representación de la propiedad privada.


Pierre Bourdieu considera que hay una mirada inocente atribuida a los trabajadores y campesinos y una actitud estética propia de la alta burguesía.


Siempre nos encontramos que estas referencias conservan aspectos que pueden orientarnos en el mundo del arte pero no son decisivas para nuestras determinaciones en el orden plástico o estético, al que afronto desde una perspectiva de la intuición, de la emoción, de la educación y la contextualización de la mirada.


Y como ejemplo, esta obra del alemán Richard Lindner, internado durante diez años en un campo de concentración nazi, que incorpora elementos renovadores de una iconografía que postula la impostura de la sofisticación cuando nos devuelve nuestra mirada en el espejo.

UMBRALES INCIERTOS