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5 de agosto de 2008

EXORCISMO




Para que el malecón no siga cebándose en mi desgracia, he acudido a Kariempemba y él me ha dicho lo que tenía que hacer.




Fui al cementerio desnudo con una vela encendida en la mano izquierda y un vaso de ron en la derecha, llamé a Lukankasi y con él compartí mi súplica. Después maté a un gato negro y bebí su sangre, luego lo descuarticé, y enterré, a excepción de la cabeza, una parte en una loma, otra en el cementerio y la tercera en el tronco de una ceiba.




La cabeza la llevé por la noche al cementerio y la coloqué en una jícara, en la cual puse pitahaya, maní, ajonjolí, miel, algo de vicaria, vino seco y aguardiente.




Al cabo de los siete días en que estuvo oculta en el camposanto, la saqué y me froté los ojos en la pócima y le pedí a Lukankasi una vista perfecta y mucho poder.




Con ello quedó sellado el pacto y acabarán mis días de fugitivo ciego ante un mar agobiante y perjuro que hacina olas sangrientas a la vera de este malecón habanero. Yo así lo espero, quieto entre una lluvia de penumbra que azota este espigón, el cual ya se ha visto impotente y derrotado ante una invasión de colas de gallo en forma de serpiente.


4 de agosto de 2008

ESPACIO PARA UN SUEÑO


El artista español Eduardo Naranjo ha suscrito un pacto con el tiempo. Éste le permite que una pátina envuelva toda su pintura, como la de esta obra, "Espacio para un sueño", en una evocación e invocación de un momento mutilado de nuestra existencia, que se amalgama en una, dos o más realidades que mediante esa atmósfera cromática fría, sucia y cochambrosa, escenifican apariciones que brotan de un soplo de muerte.


La irrealidad de lo real, lo fantasmal que encubre la ruina, el fin, la desaparición de lo vivo en un entorno físico a punto de ser arrasado.


Obliga a nuestra mirada, en una rememoración que es también condena, a interrogarse sobre el fundamento de lo vivido y de su designio, sobre como esa pérdida, señalada por la ira de Cronos, se recupera en toda su poesía en la pintura de Naranjo, la cual no escatima sinsabor y belleza.


En el malecón no hay pasado que recuperar, ni futuro que vaticinar y el presente es un espacio que no te admite soñar. Camino hacia arriba y hacia abajo sumido en este destierro nocturno que no me ahorra alucinaciones y espectros. De vez en cuando me cruzo con hembras híbridas y mudas de sonoras extremidades. Son como retratos de la resurrección de la carne en un mundo carente de ella. Es una pena que mi amigo Humberto no esté aquí para inmortalizarlas como luz bajo estas detestables sombras.

1 de agosto de 2008

CÉLULAS EMPOTRADAS


Edward Kienholz, artista estadounidense del "funk art" -que emplea materiales escatológicos o pornográficos-, conocido por sus montajes tridimensionales, nos propone en esta obra, "Sollie 17", una visión acorde con la renovación tecnológica y científica que se operaba en la segunda mitad del siglo XX.


Ésta nos ampliaba el campo y la perspectiva de nuestra mirada, en línea con los nuevos medios de producción de imágenes, la cual se hacía a tono con el entorno físico y espiritual donde transcurre nuestra biografía.


Y también se incorporaban al bagaje material del artista innovadores elementos y materiales que le permitían concretar y definir el proyecto en las coordenadas por las que discurría tal tiempo histórico y cultural.


Este montaje nos revela una estética basada en un compromiso moral y social, que pone en evidencia la sordidez, la pobreza, la soledad y el desarraigo de una humanidad confinada en células urbanas axfisiantes, carentes de espacio vital y abotargadas por su propia inanidad.


Un personaje reducido a ínfimos movimientos, a unos mínimos gestos que a fuerza de repetirlos le conducirán a la locura o a un inevitable ensayo para la muerte.


Desde la Galia me llegó la voz de mi amigo Humberto, acosada por el fondo transeoceánico, conminándome a hacer un conjuro que le rescatase de las furias celtas que lo tenían hechizado. Me brindé a ello y ahora estoy esperando en el malecón a que aparezca una arpía rugosa y pérfida que espante mis miedos. Son tantos y tan escaso el ron para dormirlos.

31 de julio de 2008

LA JUSTICIA DE LA MEMORIA

  • ¡Cuántas obras y artistas no hemos apeado de nuestra memoria e imaginario! Muchos, quizás demasiados, ¿o es que son excesivos para que naveguen por el recuerdo?

  • Esta pequeña obra maestra fue pintada por Mariano Fortuny unos días antes de morir. Un desnudo que prueba su exquisita sensibilidad y maestría en la materialización de una carnalidad que reposada en ese mar de jade se convierte en un territorio en el que la voluptuosidad y la sensualidad entonan un canto a la belleza y la vida.


  • Y este desnudo de la "mantilla y el clavel" de Zuloaga resplandece por sí solo aunque nos evoque semblanzas goyescas o las densidades de Romeros de Torres. La pose chulesca pone de manifiesto un cuerpo de belleza gitana que está a la espera de demostrar que la praxis no tiene otra filosofía que la de la entrega plena. Y que al espectador no le queda otra opción que contemplarla sin poder hacerla suya aunque en cierto modo siempre le quedará un instante para invocarla.

  • Dos maléficas apsaras recorren insaciables el malecón, con sus movimientos incitadores atraen a íncubos y súcubos del fondo de la negrura y cuando ya los han congregado, excitan sus instintos para instigarlos a que conduzcan a las tinieblas a los resistentes que se lamentan ante el muro de su impotencia y fragilidad. Yo escapo porque prefiero las penumbras con desdichas antes que los abismos bienaventurados.

30 de julio de 2008

MOMENTO ESTÉTICO


Este dibujo de un autor anónimo me ha deparado ese "momento estético" del que hablaba Bernard Berenson, al referirse a él como el instante fugaz en que el espectador es un todo con la obra.


Pero además, él mismo sujeta nuestra mirada con la intriga que se desprende de unas formas que aparentemente no encuentran destino ni orden aunque hay ciertos indicios de que los buscan, con unas estructuras cuya carencia de un latido uniformador impulsan la dirección de nuestros ojos por cada una de las líneas y de las sombras.


Siento que mi capacidad de discernimiento está confusa ante la imposibilidad de percibir la entraña que hay detrás de una construcción que en su desorden guarda su propia identidad plástica, rica en vericuetos y rastros en un engranaje que no requiere más que un impaciente deambular por los intersticios que ocupan una contemplación desconfiada.


Este mar antillano, de nostalgias sanguinarias, sigue engordando a base de devorar hados sin estrellas. Insaciable, está a la espera de que un malecón despechado le haga soberano de los seres en fuga que lo pueblan para engullir con ansia insatisfecha sus ánimas. Y después únicamente vomita las que están condenadas a infiernos omnipotentes.

29 de julio de 2008

BRONZINO


Siempre me pareció fascinante esta pintura del artista italiano Bronzino, "Venus y el amor", de la que brota una sensualidad acabada de despertar, simbolizada en una desnudez que contiene toda una declaración de intenciones y de deseos.


Tiempos del Renacimiento en que el hombre volvía paulatinamente a ser dueño y señor de sí mismo y sobre todo de aquellos placeres de la belleza y del cuerpo que él disfrutaba casi como un credo.


Y el artista era ese mediador que con su destreza y genio hacía realidad visible tales súplicas, recompensando así a todos los amantes del arte de sus trabajos dedicados a una devoción religiosa que quería monopolizar todo asomo de creatividad.


Y lo conseguían a través de la recreación clásica de mitologías y alegorías, que entonces, en la época de su nacimiento, formaban parte de una humanidad todavía no rota por un monoteísmo devastador de voluntades.


Hoy, casi no he podido reconocer a Manga Saya en el malecón, la vieja negra cimarrona del central Orozco. Está muerta aunque la presiento viva a mi lado. Era muy hermosa. Siendo joven, se escapó y se escondió en un palenque de la Sierra del Cuzco, en donde, junto a otro mayombero, Juan Gangá, se dedicó a curar a los que habían perdido la razón, valiéndose de las propiedades de la ceiba y de los efectos de la luna y el sol.


A mí me susurró que no me hacía falta más que la sombra de un ciprés y la leche de una ondina mulata que ya no fuese virgen, pero que guardase aún el furor de la pasión en el cofre del delirio. Y seguí renqueante mi camino, llegaba tarde a mi cita con los habitantes de la penumbra.

28 de julio de 2008

KUPKA


Frantisek Kupka llegó a París desde la entonces Checoslovaquia inmerso en visiones en las que la abstracción exigía ser ella misma a partir de un núcleo que la regenerase de toda impureza.


Ese volcán toma forma y consistencia, expulsa radiaciones de color que se van expandiendo en movimientos circulares y dinámicos, ingrávidos y etéreos, en hileras de humo y fuego que se nos acercan.


Recrea un clima que parece que nos va a succionar e introducir en un ámbito de energía cósmica, en el que podemos dejar que nuestra mirada flote y se diluya en estratos de luz inagotable.


Kupka fue un precursor injustamente olvidado al que un día habría que hacer justicia, si es que este concepto cabe en unas latitudes de epidermis tan voluble e ingrata.


Sigo siendo un vagabundo solitario en este infiel malecón que hoy me cuenta una fábula y mañana me abruma con su desidia.


Y de tan solitario me he hecho invisible, pues ni las nereidas mestizas me incitan con su desaire ni las sirenas pardas me dedican su canto. Menos mal que el ron alivia la penumbra de un insomnio que nunca cesa.


UMBRALES INCIERTOS