- La cámara fotográfica se ha averiado, por eso al darle la vuelta para seguir utilizándola consigo verificar una mentira. Cual es que la apariencia no puede jugar a no serlo, no le puede ser permitido el atrevimiento de desenmascarar de forma pictórica su sustancia.
- Después viene el arrastre a las alegorías y parábolas y al final nos encontramos en los terrenos del agravio, el ultraje, el escarnio, el oprobio y la afrenta. Necesariamente tenemos que volver atrás, esos episodios registran escenas que hieren y además se ríen de nosotros, ingenuos espectadores, que no sabemos cargar con tanta insidia a cuestas.
- Eso es de lo que el catalán SOLÀ, con ese toque tan americano (casas, coches y hasta entornos), nos advierte, pues lo remeda con el cañón de una pistola apuntando hacia la ironía y la agresión visual. Pero no debemos tener miedo, sólo pensar que la historia de la pintura discurre entre esos caminos también, que nos han de servir de iluminación y sensibilización con tal de evitar su desguace y el nuestro.
Mira caer la nieve en la oficina de registro
cuando uno es la señal con un pañuelo,
un sauce que huele a mar del trópico,
un animal aislado.
(Sigfredo Ariel).
- El cubano QERT no se queda en la simple y/o compleja parsimonia plástica que encaje el dibujo en un estudio de lo que es una completa composición de formas, líneas y volúmenes.
- Por el contrario, cada obra secunda un pensamiento y está agitada por él, exalta una vivencia, dinamiza una experiencia. Son interrogaciones palpables, perfectamente estructuradas para que cada observador obtenga la emoción, razón y plasmación de sus conclusiones.
- El claroscuro, la verticalidad, los subrayados que exhalan y fertilizan la visualización de lo que no es un mero presentimiento, culminan en una autonomía seriada de desencuentros existenciales con los hechos que han sido y que todavía siguen.
- A estas alturas debería estar atado
- al budismo, a los yoruba, al tambor ñáñigo
- concentrarme en un culto más o menos
- sangriento, sacrificar un animal de cuando
- en cuando, inmolar ciertos terrenos,
- cierta parte de mí, ponerme en juego,
- en peligro, en entredicho.
- mas no sé hacerlo,
- no sé hacerlo,
- no sé hacerlo,
- no sé por dónde
- honradamente
- comenzar.
(Sigfredo Ariel)
- ¿De qué estamos hechos? No hay sangre que circule por estas materia sólidas y sin embargo nos conmociona por la vitalidad que muestran, por sus emplazamientos vigorosos, por sus apariencias que nos intimidad. Son los iconos de una sociedad ávida de ver cómo se gesta una historia sobre la que hace girar su visión.
- Para el francés IPOUSTÉGUY constituyó un juego visionario que enlazaba la forma con su propio deseo de fuerza y energía, de densidad y fortaleza. Somos espectadores que ante esos prodigios nos sentimos formar parte de ellos, son nuestros en la medida en que ellos también se hacen con nosotros.
- Si son válidos enfoques diferentes para entrometernos en el núcleo de su creatividad, también lo es que no enmascaran, configuran verdades con su singular autonomía y libertad para demostrar que nunca podrán dejar de existir sin que extraviemos una parte de lo telúrico que nos pertenece.
- Dejo que vuele la ciudad,
- que el pájaro se hunda
- en la palma de la mano, en esta oscuridad
- en la playa profunda.
(Sigfredo Ariel)
- Tanto en sus pinturas como en sus dibujos, la cubana ODALYS hace gala de una caligrafía melancólica, virtuosa y también de delicados contrastes cromáticos, muy cercana a corrientes místicas y poéticas espirituales que hacen un canto plástico a la belleza como seña de identidad y perfección.
- Por lo que concierne a su temática, son mujeres que están a vueltas con su destino, con la aspiración a nueva realidad a la que quieren pertenecer y en la que lo intemporal bascula entre el cielo y la tierra.
- Es un himno al ser femenino y a todo aquello de lo que se deriva de él, ese entorno en el que desea estar, ya sea en soledad o compañía, y bajo un sino creyente entroncado con su origen cubano. La fantasía en su obra promete ser una trascendencia que dé sentido y sea signo de contemplación.
- La piel negra huele a humo
- de guayaba y hoguera apagada
- por la lluvia.
(Sigfredo Ariel)
- Cuando nos encerramos con nuestras propias oscuridades somos conscientes de que percibimos el abismo que nos ha precedido y el que todavía sucederá. Tal es así que queremos tocarlo, no sólo imaginarlo, convertirnos incluso en él.
- El cubano ESSON va más allá porque tiene la condición de la que carecemos casi todos, que es el de captarlo como memoria y como conjuro, como exorcismo y como catarsis. Es el formular las bases de una catacumba a la que bajamos cuando nuestras fuerzas ya están rotas.
- También es un mestizaje de sueños que se han quedado sin razón para ocultarse, sin ganas de sentirse más que con esta fisonomía de fealdad y ferocidad puesto que es la única que les da vida y pasión, identidad y resolución.
- Qué pequeño es el país, somos vanidosos
- como putas con dinero, amamos Babilonia.
- Nuestro sueño es traspasar la ingravidez,
- burlar estas derivas.
(Sigfredo Ariel)
- ¿Qué es lo que hay en los subterráneos de la isla? Decía Pedro Azara que el arte de los seres feos estaba abocado al culto de la noche: las tinieblas que invadían el alma del artista cuando su imaginación se ponía a componer de manera furiosa, sin que la razón pudiera señalarle el camino de la verdad para con las formas naturales.
- En el caso del cubano MOREIRA y estos delirantes iconos suyos, la razón le ha señalado el camino para hacerlos fruto de una tradición que se renueva con cada una de sus apariciones, que él sabe hallarlas, conferirles vida y conjuro. Al verlas no se desatan nuestros temores sino, todo lo contrario, la fortaleza de un significado que todavía está a la espera de que lo anunciemos.
- Es sobresaliente esa conformación estilística conseguida, nos asombra su integración, su unidad, su expresión entre lo atávico y lo actual, su incursión en unos imaginarios que acaban despertándose y adquieren elocuencia de cara al espectador, que se siente a señalar con el silencio este aliento de trascendencia.
- Sólo nosotros estamos en silencio
- esperando no se sabe qué.
(Sigfredo Ariel).
- Al cubano ORLANDO, un gran pintor moderno, toda tendencia, corriente, movimiento y escuela le enseñaban algo, lo suficiente para que a partir de ahí él también mostrase otro tanto, pues su virtud era el placer de invocar su propio don para dar con la plasticidad propia.
- Su territorio era una pradera despojada de alambres, él situaba los postes de la forma que quería en toda una pigmentación que se declaraba enriquecida con su acervo. Sus trazos fluían con una enorme naturalidad, como si él no los guiase, sólo les dejase continuar la obra hasta su final.
- Se hace palpable que tenía en la pintura la expresión de su intimidad, de aquella capacidad para intuir y ver lo que se cernía sobre él a modo de creatividad, a la que no se podía negar, pues bailaba sola dentro de los medios que utilizaba, del imaginario que constantemente era su obsesión. Aunque también suponía el disfrute último de haberlo obtenido.
- Mi pie dejó al paisaje cuando
- el cielo se encajó sobre la gente
- que remaba para echar
- hacia occidente
- sus balsas esforzadas
- y era en vano.
(Sigfredo Ariel).
- Somos hilos, marañas, telas de araña, ovillos que emanan como espíritus de las cosas inanimadas. Somo símbolos vivos que siguen proyectándose ante objetos o seres muertos, en un último intento de insuflarles el tiempo interior que era suyo y no queremos que pierdan.
- El japonés SHIOTA, en sus instalaciones, trata de ofrecernos una puesta en escena que sin desechar el efecto visual que nos induce al asombro, al mismo tiempo conforma una propuesta espiritual de reencuentro con la interrogación de uno mismo, de lo que marca ese entrelazamiento múltiple que nos rodea y que lo único que nos confiesa es nuestra propia confusión.
- Seguramente el artista parte de la base que apunta a unas pesquisas abiertas y perennes que no somos capaces de despejar, que como espectadores no sabemos indagar o no lo deseamos, y que por eso a través de estas fantasmagorías y alucinaciones impactan con más crudeza hasta llegar al corazón de la pregunta o de la respuesta.
- El pan nos falta y la electricidad, nadie
- desaloja al falso rey, al gato de su inercia, nadie
- grita la diana de los primeros días.
(Sigfredo Ariel)
- Él, el cubano HUMBERTO VIÑAS, las llama ondinas y aunque son el equivalente inverso de las sirenas y simbolizan lo femenino y peligroso de las aguas, no tienen en su obra el carácter maléfico que les atribuye Krappe. Por el contrario, tienen la función de calmar su sed y su hambre a duras penas en el sentido más literal de ambos términos.
- Idealizan con los colores cálidos del Caribe aquello de lo que que se carece, de lo que no hay, de lo que quiere vivir a pesar de todo. Guajiras que sueñan con el amor, la música y el barco que nunca llega y les llevará más allá de la bahía. Sus rostros expresan la tristeza de unas noches que no tienen amanecer.
- Se mueven entre una vegetación insumisa entre la que se desnudan y esperan, siempre esperan a que una luz se haga. El artista es el creador de un estilo inconfundible de orígenes muy arraigados, de claridades oscuras, de reversos contradictorios, de formas manieristas insuperables, de retratos que guardan la auténtica realidad de sus secretos. Amigo mío, es posible que te tengan olvidado, pero para algunos sigues siendo un pintor de pura raíz isleña y tropical.
- Obras maestras rompen todos los días.
- Hoy pasaron unos huérfanos cantando.
- En sótanos y estantes ennegrecen
- los mejores tintorettos, laberintos
- que no atravesaré.
(Sigfredo Ariel).
- Me viene a la memoria Edmundo Desnoes cuando escribía aquello de que el primer paso del artista es abrirse a la cultura de su época, recibir influencias, para luego sedimentarlas y hablar con acento propio.
- Qué mejor ejemplo entonces que el del cubano-chileno CARREÑO, que afiló su tajo para que la recolección de la siega o el baile de la santería no se quedara en una mera épica, sino también en una realización que construye a partir de esas referencias su propio hito plástico.
- Después viene la reflexión sobre la dirección del quehacer plástico en función de otros sueños venidos de más allá del atlántico, de unos colores planos, limpios y luminosos, que coreografían unas presencias entre lo que constituye una esencia pictórica y una melodía onírica, entre una realidad solícita y un canto a la tierra infeliz.
- El país es pequeño, padre Ogún,
- dormimos demasiado, arrimamos
- el cuerpo a los abismos, pocas veces
- echamos las palabras al fuego.
(Sigfredo Ariel).