- Me viene a la memoria Edmundo Desnoes cuando escribía aquello de que el primer paso del artista es abrirse a la cultura de su época, recibir influencias, para luego sedimentarlas y hablar con acento propio.
- Qué mejor ejemplo entonces que el del cubano-chileno CARREÑO, que afiló su tajo para que la recolección de la siega o el baile de la santería no se quedara en una mera épica, sino también en una realización que construye a partir de esas referencias su propio hito plástico.
- Después viene la reflexión sobre la dirección del quehacer plástico en función de otros sueños venidos de más allá del atlántico, de unos colores planos, limpios y luminosos, que coreografían unas presencias entre lo que constituye una esencia pictórica y una melodía onírica, entre una realidad solícita y un canto a la tierra infeliz.
- El país es pequeño, padre Ogún,
- dormimos demasiado, arrimamos
- el cuerpo a los abismos, pocas veces
- echamos las palabras al fuego.
(Sigfredo Ariel).
No hay comentarios:
Publicar un comentario