- La cámara fotográfica se ha averiado, por eso al darle la vuelta para seguir utilizándola consigo verificar una mentira. Cual es que la apariencia no puede jugar a no serlo, no le puede ser permitido el atrevimiento de desenmascarar de forma pictórica su sustancia.
- Después viene el arrastre a las alegorías y parábolas y al final nos encontramos en los terrenos del agravio, el ultraje, el escarnio, el oprobio y la afrenta. Necesariamente tenemos que volver atrás, esos episodios registran escenas que hieren y además se ríen de nosotros, ingenuos espectadores, que no sabemos cargar con tanta insidia a cuestas.
- Eso es de lo que el catalán SOLÀ, con ese toque tan americano (casas, coches y hasta entornos), nos advierte, pues lo remeda con el cañón de una pistola apuntando hacia la ironía y la agresión visual. Pero no debemos tener miedo, sólo pensar que la historia de la pintura discurre entre esos caminos también, que nos han de servir de iluminación y sensibilización con tal de evitar su desguace y el nuestro.
Mira caer la nieve en la oficina de registro
cuando uno es la señal con un pañuelo,
un sauce que huele a mar del trópico,
un animal aislado.
(Sigfredo Ariel).
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