LEOPLD RABUS (977) / ALGÚN DÍA OS DEJARÉ IR SOLOS

El suizo RABUS se cree, igual que Tzara, que este mundo no está especificado ni definido en la obra, sino que pertenece en sus innumerables variaciones al espectador.

Y así, en sus planteamientos pictóricos, nos infunde la sospecha cierta o incierta de que lo que claramente vemos es un orbe plástico que nos desnuda una trama, cuya clave está en contemplarlo de cerca o dejar que siga su camino iluminándonos el caos.     

Su imaginario es el reverso de una falacia vestida de gallina o de pájaro. O también una pesadilla colmada de una realidad que no soporta su propio contenido. 

Y aun que lo puse fácil, lo normal es el hecho

de que jamás los críticos embistan por derecho. 

(Carlos Marzal)