3 de abril de 2010

ALBER CAREL WILLINK (1900-1983) / EL ESPÍRITU SON RUINAS Y CARNE

  • ¿Por qué denominar "realismo imaginario" a la obra de un espíritu desvelado que pinta para identificarse?

  • Desde luego, son imágenes que hay poner a la vista para hacer que uno vea. Algunas son melancólicas, otras pretenciosas; unas, decadentes, las demás solitarias; y sin desdeñar a las imposibles o incluyendo a las visionarias.
  • El holandés ALBERT CAREL intentó abarcar un mundo con el que sustituir al que conocía, del que despreciaba su sangre y su cuerpo y deseaba cambiarlo por carne, piedra, naturaleza y ruinas que emergiesen de sí mismo, del caos llameante que le palpitaba pero que no le quemaba a la hora de perfeccionar la línea, el color, el dibujo, la constelación esteticista que se desarrollaba sintonizadamente, como la acústica de un arroyo cercano.

    • El cielo rompe la calma de un paisaje que está pensando, cavilando en lo que ha sido y lo que es o para lo que ha quedado. Quizá es una metafísica del miedo a ser mortal, y vivir con ello y a pesar de ello, toda la vida. O también, la manera de resistirse a ver y convivir con el tiempo presente.


      • Se supone que son buenas razones para brindarnos el desnudar la mirada en diferentes espacios y distintas eras. Son las únicas que le justifican para que su pintura adquiera la realidad que se hace el amor a sí misma en el aislamiento de una eternidad que sigue dormida.









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