Quizás el título no es del todo acertado. Debería haber usado la acepción de arte para globalizar el concepto. No obstante, mi adicción es la pintura y como tal quiero significarla, sin que por ello las otras manifestaciones artísticas queden en un segundo plano.
La pintura tiene una enorme ventaja: la puedes tener a tu lado si lo deseas, es un referente visual desde que te levantas hasta que te acuestas, forma parte de tu entorno más íntimo y por lo demás te ayuda a apreciar la belleza, a mirar la realidad de otra forma, a poder vislumbrar lo que permanece oculto, a emocionarte con esa magia escénica que se despliega ante tu habitual sillón.
También te ayuda a completar tu imaginario, al que te remites en tus experiencias y viviencias, a sopesar la obra como testimonio, como legado de la historia, del mito y de la leyenda. A entender las sociedades y sus épocas, sus costumbres y sus religiones, de igual modo que sus miserias, sus destrucciones y sus muertes.
Debería ser nuestra senda. Pero desafortunadamente no lo es.