- Siempre andamos a cuestas con las definiciones, continuamente las traemos a cuento como oráculo para orientarnos ante una obra cualquiera, parece que caminamos cojos sin ellas, se convierten en el supuesto y no en la norma.
- Con ello no quiero sentar las bases de su no necesidad sino de establecer que no pueden erigirse en aquellos compartimentos que han de clasificar en tal orden y jerarquía que fuera de ellos no hay existencia.
- La valoración de la obra, su recepción, contemplación y admiración, debe estar sujeta al reencuentro con aquellos conceptos, vivencias y experiencias que forman parte de nuestro ideario. Los valores que encarna han de suscitarnos una honda pulsación, un cúmulo interior de sensaciones y evidencias que nos hagan perceptible su intensidad en la comunicación, en la transmisión de su ofrenda.
- Abstracción, representación, figuración, arte de la expresividad existencial, informalismo, arte como vehículo de conocimiento, conceptual, etc,. Lo importante no es la diferencia de método sino de la realidad que se contiene y como es creada.
- La etiquetación nos sirve como referencia pero para nada más, pues la referencia no puede transformarse en sustancia, es la obra la que adquiere esa condición.
- Y esto es así porque actualmente la figuración se suministra de valores abstractos para su fondo de recursos mientras que la abstracción utiliza procedimientos y medios de la figuración para la configuración de su sistemática.
- Es decir, son corrientes que se interpenetran, se recrean, vuelven a mutarse, en definitiva, son parte de un mismo hecho, de una misma realidad.
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