- Seguro que el cubano NOEL estuvo marcando sus sueños con unos paisajes tropicales y caribeños que fuesen la aspiración real y plástica de unas incertidumbres que enaltecían su forma de hacer, la que había ensayado mucho tiempo hasta encontrarla.
- Él quiere y hasta cree conseguir lo contrario que Schopenhauer: que cualquier obra que conciba sea una verdad en sí misma que no se le escape, pues es esencia y materialidad depurada de su experiencia pictórica y creativa. Pero también son tempestades metafóricas, augurios cromáticos que nos lanza para desconcertarnos y atraernos a su silencios.
- Así es como llega a una abstracción que implica, dentro de esos horizontes, llanto, lágrimas y texturas, pigmentos que destapan pieles, cielos, vegetaciones y hasta rostros. En el fondo es un expresionismo de una conciencia de un color topográfico en la diáspora, motivo por el cual se hace introspectivo y más bello.
Adiós
no quiero nada.
Adiós adiós. No puedo
repetir más los gestos
las palabras.
Adiós.
(Idea Vilariño)
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