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16 de septiembre de 2008

HOMBRES QUEMADOS

  • Hay pintores que no permitieron dejarse atrapar por las tendencias o corrientes plásticas vigentes en los momentos posteriores a la II Guerra Mundial.
  • Por el contrario, son artistas que al filo de una humanidad envuelta y acorralada por actos de barbarie, postulan una obra que escarba en la propia corporeidad, en la materia animada que la conforma, para encontrar en su carne quemada por el artefacto mortal la condición de su deshumanización.

  • Leon Golub, creador estadounidense, cofundador de la escuela de Arte de Chicago, ofrenda, en estos hombres quemados, la negación de lo que nos dignifica, de lo que nos hace espíritus libres, solidarios y tolerantes. Ellos, a través de esa formulación plástica despiadada, son los seres repulsivos que nos repugna ver como víctimas pero que están ahí, a nuestro alrededor, porque también forman parte de nosotros y por lo tanto no podemos rechazarlos.
  • Mi amigo Humberto sigue paralizado, casi en un estado catatónico. El silencio de la destrucción no ha acabado, se ha extendido por todas las esquinas como una nube negra y baja y amenaza con sangrar más vidas. Hasta el malecón ha dejado de guarecer sombras para hacerse invisible.

11 de septiembre de 2008

EL ASCETISMO EN PINTURA


El marco de la plástica contemporánea se ha ampliado y enriquecido con la introducción de nuevos soportes, materiales, objetos, tecnologías y plataformas, cuya versatilidad ha permitido nuevos hallazgos y contenidos.


Pero al pintor español Cristino de Vera no le ha hecho ninguna falta tal aportación porque su pintura reivindica el espíritu sobre la materia, la poesía sobre la prosa.


Un ascetismo luminosos e ingrávido, etéreo, cubre de melancolía y misticismo la superficie de sus lienzos, en los que la ausencia de lo accesorio centra el símbolo plástico dentro de una urna cuyas paredes están tapizadas con cenizas calladas.


En él la pintura se recoge en sí misma, deja que su esencia más pura flote sobre su agonía y pregone una oración de despedida.


El malecón continúa en silencio por los habitantes que se han ido y las ruinas que han caído. Ya han renunciado a escupir más rabia. Mejor aceptarlo así.

10 de septiembre de 2008

VIRTUD, HONOR Y TEMOR


Montesquieu, en el Espíritu de las leyes, nos remite a tres elementos fundamentales: el honor en las monarquías, la virtud en las repúblicas y el temor en las tiranías. Si, en una traslación heterodoxa, llevamos analógicamente estos tres ingredientes al campo pictórico, tendríamos que la virtud se reservaría para la pintura que deja huella de sí misma como lo que es, el honor para la que que teniendo clara la consumación no llega a alcanzarla y el temor para la que sólo busca el remedo, la simulación o el encubrimiento.


La pintura se asemeja a la acción política en sus mecanismos, el primero referido al fin que se persigue, el segundo a la meta a la que se orienta de forma imprecisa y el tercero al sentido que se manifiesta en ella al ejecutarse (Hannah Arendt). Pero la diferencia básica se encuentra en el modo en como se hilvana una y otra, desde la individualidad insustituible en el primer caso (no siempre, es verdad), a partir de lo colectivo en el segundo.


José Luis Comellas, en su libro "El último cambio de siglo", afirma que "el sabio positivista de últimos del siglo XIX busca la fisis -la manifestación externa de las cosas-, y renuncia a conocer y sobre todo a comprender la esencia de las cosas mismas.Se queda en la superficie y en la superficie encuentra precisamente lo que busca: las aplicaciones prácticas de los fenómenos, que no su explicación", pues se identifica como nunca utilidad con verdad.


También esta observación y distinción podemos trasladarla o extrapolarla al mundo de la pintura, pues a todo lo largo del siglo XX y hasta hoy no hemos parado de preguntarnos en esos términos en todo lo relacionado con los "ismos", las vanguardias y sus desarrollos. Y seguro que no dejaremos de seguir buscando y separando lo superficial y útil de lo que va más allá.


Tiempo de desolación en el malecón. Sus habitantes, en silencio, mudos, palpan sus heridas y cicatrices, hacen inventario de sus pérdidas y ruinas, catalogan sus miserias y como llevarlas en procesión. Un vendaval huracanado habrá causado una indigestión de hambre y sed de nuevo y con ella tendrán que seguir viviendo o muriendo, ya no hay para el caso tanta diferencia.

5 de septiembre de 2008

EXTRAÑA VISIÓN


Hacía referencia el crítico Cesáreo Rodríguez-Aguilera a propósito del pintor Alfonso Costa Beiro, autor de esta obra, a Aldoux Huxley en lo de que "la realidad es un infinito que sobrepasa la razón". Pero también aludía a los surrealistas en aquello que decían: "lo extraordinario de lo fantástico es que lo fantástico no existe".


Dos personajes inconcretos, vestidos con la piel de una textura fría, acuosa, casi líquida, en un lecho tumba, confrontan una realidad ya vivida y muerta, que entregan a nuestra mirada con la aureola de un cielo de fondo que emana un silencio oscurecido.


Esta extraña poesía desgrana el sigilo de un color que ha evitado que el drama convulsione la forma y ésta se rompa en mil pedazos. Hay una tensión que se despoja y engaña, y también una atracción que sobrepasa la razón y hace que lo fantástico sea real y no extraordinario.


Hoy no me apetece pasear por un malecón que ha escondido los dientes y las uñas. Mi amigo Humberto y yo nos refugiamos en la desolación de su taller a rogar que lo fantástico no sea tan verídico que nos deje una penumbra tan clara que nos impida ver la luz.

4 de septiembre de 2008

ANTIARTE


Esta escultura del artista chino-canadiense Terence Koh debería formar parte de una nómina de obras del antiarte. No se explica que no haya una catalogación de estos trabajos para que no haya confusión entre lo que se considera arte -aunque su definición sea por aproximación- y lo que no puede más que enjuiciarse como engendros antiartísticos.


¿Cuál es la necesidad de que un autor nos haga este tipo de propuestas? Pues para eso hay sólo una respuesta específica: la persecución obsesiva del asombro, de la provocación, de la sorpresa, de la novedad como permanente ruptura de todos los códigos y valores establecidos, sean cuales sean,y dejando aparte y en lugar secundario las calidades plásticas del objeto, que normalmente suelen brillar por su ausencia. No puede haber límites de ningún tipo a la libertad de expresión del artista.Y en cambio sí se levantan cuando se trata de execrarlos.


En definitiva, es el subjetivismo extremo que ante la falta de contenidos estéticos válidos con los que construir su obra, deriva hacia campos extra-artísticos en lo que todo vale, se celebra como original y se remunera con las cuentas del Gran Capitán.


Este vaciamiento y nihilismo de estas proposiciones en el terreno del arte ya no tienen cabida ni le pertenecen a esta época, además de que son efímeras y perecederas, tanto que los engañados propietarios de las mismas las tirarán a la basura pasados unos años. ¿Haríamos lo mismo con un Gauguin?


Mi amigo Humberto y yo, tomando como antecedente y pretexto la obra "The Class" de la actriz tailandesa Araya Rasdjarmrarnsook, fuimos al malecón y nos encontramos con diez muertos recién llegados, ante los que cada uno pronunció su monólogo. Fue la única forma de que alguien nos escuchara pues los vivos nunca nos hacen caso. Amén.

UMBRALES INCIERTOS