El marco de la plástica contemporánea se ha ampliado y enriquecido con la introducción de nuevos soportes, materiales, objetos, tecnologías y plataformas, cuya versatilidad ha permitido nuevos hallazgos y contenidos.
Pero al pintor español Cristino de Vera no le ha hecho ninguna falta tal aportación porque su pintura reivindica el espíritu sobre la materia, la poesía sobre la prosa.
Un ascetismo luminosos e ingrávido, etéreo, cubre de melancolía y misticismo la superficie de sus lienzos, en los que la ausencia de lo accesorio centra el símbolo plástico dentro de una urna cuyas paredes están tapizadas con cenizas calladas.
En él la pintura se recoge en sí misma, deja que su esencia más pura flote sobre su agonía y pregone una oración de despedida.
El malecón continúa en silencio por los habitantes que se han ido y las ruinas que han caído. Ya han renunciado a escupir más rabia. Mejor aceptarlo así.
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