- En esta obra de Valdés Leal, "El triunfo de la muerte", la osamenta, ese desnudo integral del que nadie disfruta, rodeada de innumerables objetos eclesiásticos y suntuosos, símbolos de la vanidad de la existencia, es un signo religioso e ideológico que a través de una representación sombría, entre lo fantástico y lo real, suscita temor, subyugación, rezo, recogimiento y virtud. Juega con el umbral de un futuro al cielo, purgatorio e infierno.
- Por el contrario, este cadáver, producto de la técnica de la "plastinación" practicada por Gunther von Hagens, da lugar, al mirarlo, a un cúmulo de sensaciones desprovistas de cualquier idea de trascendencia. Ya estamos ante otros hábitos visuales y sus correspondientes significados.
- Dos épocas y dos contextos históricos, sociales y artísticos muy diferentes, pero son dos ejemplos de proyección a una cultura de masas, que en el primer caso se dirige a un espectador que es ignorante y está aterrorizado, aunque se le exige total reverencia. Mientras que en el segundo, el efectismo, la morbosidad y la sorpresa se alían para configurar los elementos propios de un lenguaje afín a su tiempo.
- Dos visiones, dos escenarios que se complementan y formulan dos síntesis y dos sintaxis, en las que la tecnología y la ciencia señalan un antes y un después.
- Hoy, el malecón, en lugar de desnudarse al llegar la noche, se ha vestido y acicalado. No quiere que sus habitantes lo encuentren melancólico y desdeñoso, pues tiene que atraerlos para devorarlos, sobre todo cuando son vírgenes y les queda mucho por gozar. Cuando están dentro de su seno los acaricia y penetra y no deja que emerjan hasta que ya son su propia metamorfosis.
- A los que estamos en la eterna penumbra no nos molesta, al fin y al cabo somo seres que sobrevivimos invisibles en la sombra.