- Las formas están en acción, se mueven solas sin concebir epitafios para su tumba, sino todo lo contrario, infiltrarse en el viento y que con sus gestos las lleve a uno y otro sitio, dejando rastros y huellas y una estelas luminosas.
- Así pues, la caligrafía del chino LUI se arroja sobre la superficie para que estas siluetas dominen todo el espacio y figuren dentro de él como un canto a la vida o como una huida a otras esferas.
- Y todo ello sin que los rasgos se dejen definir pues su infinitud está en función de eso, de esos trazos encadenados, ingrávidos y livianos, que en su morfología se vuelven sobre sí mismos para configurar plásticamente la misma historia.
Cerrojos de ceniza
cicatrices con cremallera
y lágrimas de hojalata,
envuelto entre algodones
llevo yo lo que me falta.
(Ajo)
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