- Hacía mucho tiempo que no veía las mujeres, los cuerpos, los barcos, los ojos, las lunas, las músicas y las casitas de mi hermano y gran artista cubano HUMBERTO, que desde La Habana apenas me da noticias de una existencia que lucha y se desgarra entre la vida y el arte.
- Su marca es inimitable porque es su misma encarnación, su cromatismo está grabado a fuego y ya es imposible salir de él, su imaginario es el amanecer de cada gesto, de cada pensamiento, de cada infortunio, y de un ron ya olvidado.
- Va envejeciendo pobremente, con su hálito encadenado a la creación de cada día, al esfuerzo de una recompensa tan pronto ganada como desaparecida, insertado en un camarote en el que pinta, come y duerme. Le queda lo que imagina y traslada al lienzo, lo que la vida le permite y autoriza a ir configurando como una limosna de futuro y el principio del mejor de los ocasos, el que le liberará de trabas y códigos, encargos y pestes, de sinfonías y aleluyas ya acabadas. Espero que las próximas obras sean para anunciar nuevas confesiones de pasión y de sabiduría.
Mientras la ciudad huye de su realidad kafkiana, mis pasos buscan el torso curvo de la existencia(Almelio Calderón).
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