En la obra del brasileño RAMOS, la acusada densidad pictórica hace el efecto de una transmigración física de lo vegetal al lienzo.
La yuxtaposición y mezcla de los pigmentos, sus relieves, su intensidad logran la cobertura plástica de un paisaje abstracto y regenerado.

Lo táctil de su delineación, la texturización y la prodigalidad establecen unas pautas de fuerza y vigor que producen una conmoción en su visión.



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