- ¿Nos encapuchamos para sentir y experimentar que nuestro mundo interior es más real , como dice Chagall? ¿O tiene una función simbólica sacralizada? ¿O lo hacemos para no vernos reflejados, asustados por unos rostros que anuncian tinieblas o infiernos?
- ¿Y si es para refugiarnos de los significados de las cosas, de sus amenazas y torturas? ¿También puede ser simplemente que queremos desaparecer?
- En ellos dos únicas aberturas (¿fuga al vacío o al infinito?) que sirven para espiar y atisbar lo que aguarda, que ya no es vida sino caducidad, tiempo vencido por la incuria y lo efímero.
- El artista español Romero Ressendi, con una habilidad y técnica portentosas para la estructuración del espacio, los contornos, el claroscuro, la figura y el manto cromático, es un demiurgo que nos brinda la fibra plástica de unos silencios compartidos con nosotros, los espectadores, que brotan de la negrura, de unas apariciones que señalan unas fuerzas secretas e ignoradas y del tormento y la tortura que con sólo el acecho ya se sufren.
- Son obras que no pueden borrarse de nuestra memoria por retomar el carácter más inalienable de la pintura española.
- A mi amigo Humberto El Malecón le ha castigado con una imposición de capucha. Al llegar a mi lado me dice que ya no oye y únicamente ojea las pisadas de muertos para encontrar sus cenizas y pintar con ellas.
Hay vocabularios visuales que entroncan más profundamente y directamente con la realidad social sin que por ello pierdan ni desvirtúen un ápice una visión plástica basada en un lenguaje que se rehace al compás de lo que se siente y se asimila al perfilar las formas de una representación que se infiltra en el misterio instintivo de la raza. El artista argentino Berni, en sus desocupados, abandonó a cada uno de sus personajes a su propia interioridad en un clima perturbador.
- El desarraigo, la pobreza, el dolor, la incomunicación alcanzan en su obra una plasmación que ahonda en rostros, cuerpos, multitudes, solitarios en su desamparo, en sus arrugas, en sus caras impenetrables por tanta indingencia física y moral. Y esa mujer desnuda sobre la arena en una noche lóbrega de luna llena, de tan blanca y azulada palidez como el anuncio de una muerte próxima, que mira por última vez esa oportunidad de escapar, de huir a ese otro horizonte donde le aguarda una nueva vida.
- Berti, en definitiva, no hizo abstracciones de las dimensiones de lo real, sino que las sometió a una redefinición precisa que enriqueció con unas proyecciones tan indelebles como esa cabeza de un mendigo de una villa miseria en que cada una de sus facciones es una cicatriz o muesca de su acontecer y malvivir.
Es un realismo que interpreta desde una figuración que desarrolló bajo parámetros no prescritos o caducos, al contrario, se edificaron sobre paradigmas que siempre han estado delimitándose en la nuevas magnitudes de una realidad en continuo proceso.
- A mi amigo Humberto, como a Daniel Claver, le fascinan los misterios absolutos, los arcanos más sombríos, los secretos mejor guardados, pero ignoráis, les digo, que hasta ahí no podéis llegar porque están resguardados bajo pena de muerte decretada por el gran señor. ¿Tú crees, me responden, que la parca nos compensará con la gloria que nunca podremos alcanzar en vida?
- Me levanto con el insomnio a cuestas y apenas escucho lo que me dicen mis ancestros desde sus marcos suntuosos como corresponde a una elegante mansión burguesa. Mi mujer anfibia y sofisticada hace sus ejercicios y mis tres hijos, grandes eminencias, han concentrado toda su anatomía en sus cabezas, mientras mi padre, sentado en la cocina, espera que dos grandes atunes suspendidos se despidan después de un intenso diálogo.
- Los principios de realidad e irrealidad se funden y confunden, se empatan sin perder su sentido del humor, que les sirve para desarrollar una obra conjurada en que lo utópico (ya se refiera o no al reino de Utopía que tenía a Badebec como hija del rey, a Gargantúa como su esposo y a Pantagruel como su hijo) o lo visionario se hace posible con la contribución nuestra de un imaginario resolutorio y abierto, pues las resignificaciones que asume cada una de estas formas de representar lo real son diversas e inquietantes.
- Por tanto, la efectividad y medida plástica de esta iconografía nos incita a cruzar caminos visuales, atajar por sendas muy visibles aunque no reconocibles, y a preguntarnos ante esta estética antropomórfica de una nueva imagen, si la teoría de la evolución queda ahí atrapada para que la podamos contemplar mejor. ¿O es un juego que según roza la metafísica le pide un anfitrión a lo surreal sin que moleste una cierta idiosincrasia pop? ¿O estamos ante un realismo conceptual?
- Sea lo que sea, lo cierto es que Daniel Sueiras Fanjul, joven artista español, es un inventor de experiencias y pensamientos que se acomodan en una pintura y escultura plena de recursos tan eficaces como fecundos. No olvida el sarcasmo ni la ironía pero tampoco el ingenio, la perspicacia y la sagacidad para plantear incursiones en estereotipos obsoletos, en ideas y lecturas acabadas, con vistas a hacer una propuesta que fascine y lo disimule, que seduzca e incomode, que sea de dilatada contingencia y de inmediata referencia.
- Hoy van a quemar vivo a un tal Dolet por negar la inmortalidad del Malecón. Llegado el momento de la inmolación, el condenado dijo las siguientes palabras: "Non dolet ipse Dolet, sed pro ratione dolet" (Dolet no sufre por él mismo, sino que sufre por la razón). Eso le pasa por andar buscándola y proclamándola en este muro, me dice mi amigo Humberto.
- Caminamos visualmente por un desierto calcinado, deshabitado, cuyas rugosidades y asperezas no intercambian vestigios y ayudas. Pero nos sorprende el fetiche acostado, mudo, inmóvil, solitario, cuyo silencio negro nos acalla y nos somete a una angustia desvalida.
- Mi paisano, el joven artista asturiano Hugo Fontela, no concibe en sus obras más que la realidad insondable y abrumadora de las renuncias, de las soledades definitivas con las que uno mismo se encara llegado ese decisivo momento. Va dejando en ellas parte de sí mismo, quizá porque no hay una mayor inmortalidad que ésa.
- Y es que el fetiche es el bastón de llamada a la tierra para que nos abra un hueco, nos deje compartir con ella un estrato o veta, o un simple rastrojo, que nos permita fluir mineralmente, telúricamente, subsumidos en ese sino milenario.
- Estamos ante un trabajo complejo, hondo, de resonancias geológicas dentro de un plasma viviente que impulsa a nuestra mirada a calar en el interior de ese ámbito plástico, tan desamparado y desolado, pero que no busca esquivarnos sino alcanzarnos conforme a una visión que ha dejado de soñar mas no de perpetuarse.
- Mi amigo Humberto me ha susurrado que El Malecón le ha obligado a incluir unas ratas en su último lienzo y a ofrecerles comida y bebida mientras posan. Pues entonces, le murmuro, emborráchalas y después haces que ellas se hagan su propio autorretrato. Son tan vanidosas que no se negarán.
- Ante ciertas obras ya no me concibo como cuerpo y carne sino como la extensión de una topografía con propiedades magnéticas. ¿Es una presunción inverosímil? Quizás, pero no tanto si nos tanteamos o palpamos con la convicción de lo táctil.
- Eso es lo que me pasa con el trabajo del artista español Guillermo Pedrosa, que al chocar de frente con él me transfiero a esas declinaciones o derivas bañadas por unas capas que despiden efluvios plásticos con los que poder dialogar aunque no lleguemos a conocer su profundo misterio.
- El pintor manipula, ensaya, maneja, emplea, utiliza, resuelve, prueba, determina, hasta que las formas van saliendo a la luz pero tal como ellas quieren, esgrimiendo sensibilidad, poesía y orgullo en su diferenciación, porque la naturaleza y el mensaje de cada una son distintos.
- Y la luz tamiza ese cromatismo para que cada textura tenga su sinfonía propia y pueda embellecerla con un espíritu inconfundible que haga vivir a la materia como una actriz representando su papel.
- Si no nos olvidamos de su aureola todavía tendremos la esperanza de ser parte de ella según el tiempo la vaya recubriendo de olvido y abandono hasta un resurgimiento definitivo.
- El Malecón ha apagado las luces y la oscuridad es completa. Mi amigo Humberto me dice que así ve mejor porque ya no tiene que mirar lo imposible. Sí, le contesto, es como hacernos un autorretrato estando muertos y enterrados.
- Simetría y orden en el espacio pictórico. Cada imagen en su lugar hasta lograr la unificación visual y toda la figuración sometida al trazo o prototipo que lleva en su interior el pintor.
- El artista español López Herrera busca rostros, objetos, escenas, personajes, reproducciones, entornos que semejan la configuración que él les exige, en una voluntad firme de imponer su propio estilo a la visión de la realidad. Entre la cosificación, la metafísica de lo que adquiere la condición plástica y el humor, establece un ámbito polisémico que nos asombra por un lado y nos intriga por otro.
- La visualidad estática nos obliga a mirar fijamente su obra para así disfrutar y reflexionar mejor de tanta mesura, de lo apacible de unas preocupaciones formales que rozan lo elegante, de una poética, en definitiva, con cuya presencia se provocan recitados sin dar pistas.
- Ya en El Malecón le menciono a mi amigo Humberto lo que dice el Zohar, el gran libro de la mística judía: ¿Qué es la luz? La que es revelada desde las profundidades de las tinieblas. ¿Y los iluminados? Aquellos que son capaces de contemplar las cosas que la gente no puede expresar con palabras. Con eso te basta para seguir rehaciendo tu obra.