Rastreamos y escudriñamos los sueños, palpamos a aquellos que nos han preguntado y desnudado y aún así no hallamos la respuesta.
¿Es por qué el artista español Amat nos deja siempre con la pregunta en la boca? ¿Por qué es un creador que nos invita a ir abriendo puertas y más puertas y a no quedarnos simplemente con la significación somera de una obra que continúa dilatándose hasta más allá de que él cese de latir?
- Por el camino han quedado restos, pistas, estelas, metamorfosis, estigmas de una existencia plástica que no tiene episodios, ella es un solo capítulo que no se resiste a terminar ni creo que lo haga aunque tenga que proseguir sola.
- Y la conclusión es que la pregunta sigue estando ahí, aunque se disfrace o carezca de espejo, y también que seguimos necesitándola porque va en paralelo a la búsqueda de nuestra propia respuesta. Bien es verdad que lo más sensato sería pensar que esta última también está contenida en la primera. Y si eso no es suficiente, cabe permitirnos ser insensatos.
- Mi amigo Humberto me dice, una vez acodados en el muro del Malecón, que la génesis de su obra le está vedada, le es infranqueable, lo que le está desquiciando y vaciando. Yo le he contestado que no me extraña, está cabreada porque le has suprimido su cartilla de racionamiento y la tela, por lo tanto, se cuartea, se deshace. Tendrás que recurrir a la curia maleconense en solicitud de un subsidio, tanto si da es muy mísero. Y no utilices ni óleo ni acrílico sino estiércol de alacrán, ya aprovecharemos el veneno para darle más sabor al ron.