Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe.
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19 de agosto de 2009
GERMAINE RICHIER (1904-1959)
18 de agosto de 2009
MIMO PALADINO (1948)
Y se empeñó en una pintura que al mirarla nos hace evocar su propia historia, los conceptos propios de su génesis, ya sea a través de mitos o insepultas alegorías, pero desde unas claves que ahondan en la renovación formal, en la recuperación de unos procesos en los que una síntesis cromática infunde a la figuración un sentido plástico ajeno a toda solemnidad.
Su discurso es claro y definido y la vivencia estética tiene una función reveladora antes, ahora y después. Y ese significado obliga a interpretar su evolución desde dentro, seguirla y continuarla.
Su obra, de gran formato, es también otro homenaje a esta disciplina, y un esfuerzo, después de tantos años de pensar más que de apreciar y sentir, en aras a la consecución de una visión completa, dada en toda su integridad.
6 de agosto de 2009
HUMBERTO VIÑAS
Los ha concebido recurriendo a la mutación plástica de la imprevisible isla, introduciendo en sus entrañas el tinte azul de sus aguas y el espíritu de sus muertos, presentes y futuros, y volviéndola a construir con una geometría que si en el interior contiene una geografía de penumbras, en sus costas concita premoniciones ineludibles.
Al final, en la pintura de Humberto, se perciben oscuridades socializadas con vestigios blancos y peregrinos dentro de reductos fortificados que defienden la impenetrabilidad de la luz, los cuales nos incitan a compartir una fisonomía del desaliento que se desliza por estas telas de forma inmisericorde, pues tal es la medida de un paralelismo plástico entre arte y vida, entre silencio y comunicación, entre designio y liberación. Él así lo señala y así lo pinta.
5 de agosto de 2009
ANTONY GORMLEY (1950)
4 de agosto de 2009
PAUL NASH (1889-1946)
3 de agosto de 2009
OSKAR SCHLEMMER (1888-1943)
31 de julio de 2009
GIUSEPPE SANTOMASO (1907-1990)
Es una abstracción sosegada, serena, ensimismada en la manifestación de una extensión cromática habitada, a la que se le hubiese atribuido el culto de un poder mágico al que no se le hace juzgar sino amar.
En definitiva, es una pintura para vivir lo plástico en y con todos los sentidos, de tal forma que el espectador tome contacto con aquello que huye de descripciones y definiciones pero no de sensaciones y vivencias, que se adquieren al posar en ella la mirada.