Ante las obras del alemán TRUTSCHE, artista encarcelado y perseguido, verificamos la certeza de que el arte, cuando lo es de verdad, resulta tan emocionante como comprensible.

Su pintura, envolvente y crepitante, se mueve entre distintas direcciones, en un intento de abarcar todas las posibilidades que le ofrece y que habitan en su bullente imaginario.

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