Con el formato del mural y mediante la utilización de otros medios como malta, arena, cemento, pistola de chorro y la aplicación del color a la silicona y la piroxilina en lugar del óleo, quería llegar a todo el pueblo mejicano, a hacerles ver en recintos, paredes, tapias o muros, lo que había sido su historia y la lucha que se había sostenido para la consecución de una soberanía que durante siglos les fue negada.
Esta obra de agitación y movilización no se hizo bajo las premisas de un realismo socialista hueco y caduco, sino con la contribución de caracteres plásticos de honda significación en aras al logro de perspectivas ópticas y dinámicas que tuviesen en el espectador un actor activo.
Sus murales irradian una visión épica, heroica y memorable, y su carga ideológica se sirve de la tradición y del anticolonialismo para hacer más efectivo visualmente el mensaje, que tiene en la representación de la fuerza y la lucha su mejor sostén configurativo.