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21 de mayo de 2008

MURAL INSONORO


En esa residencia que se adivina en la foto me albergué unos días de estancia en la isla hace ya algún tiempo. Situada en el distrito de Miramar en La Habana, detrás de sus muros había un frondoso y silencioso jardín que esperaba desde hacía muchas vidas el anidamiento de papagayos, cotorras, cacatúas y guacamayos. Como no llegaban, mi amigo Humberto pintó este mural como conjuro para atraerlos.


Y vinieron, intrigados por una fantasía que podía hacerlos irreales también a ellos, pero no se quedaron satisfechos y siguieron la búsqueda de otros infinitos quiméricos.


Humberto y yo nos preguntamos la razón de esa falta de educación estética en unas aves acostumbradas a la sinfonía del color, a la textura y magia de una isla que cuando no se cansa de gritar no se cansa de bailar.


Como consuelo entonamos la canción del poeta cubano, Félix Guerra:
  • Que lo digan las estrellas,
  • a mí me falta brillo.



  • Que lo diga el aire,
  • a mí me falta el aliento.


  • Que lo diga el mar,
  • a mí me faltan peces.


  • Que lo diga el fuego,
  • a mí me faltan lenguas.


  • 20 de mayo de 2008

    ANTONELLO DA MESSINA


    • Esta obra de Antonello da Messina (1430-1479) es un portento de modernidad que nos deja absortos por la utilización del espacio, el empleo de la perspectiva, que hace que lo representado sea más monumental de lo que es, su plasmación arquitectónica, la organización de los elementos, la segmentación cromática ajustada a la definición del objeto total.
    • Y después hay que impregnarse de la simbología repartida entre animales y libros (una perdiz, un pavo real, un gato y un león cojo), alrededor de la figura principal: San Jerónimo, visto en una actitud profana, más bien intelectual, ajena a la mártir, invocante o ceremoniosa de su tiempo.
    • Bien es verdad que San Jerónimo fue acusado de vanidoso, injusto y libertino, a lo que él respondió a su vez condenando a esos monjes, que lo habían culpado, por lujuriosos. La Leyenda aúrea, una recopilación de vidas y leyendas de santos destinada a entretener e instruir, cuenta que una noche sus compañeros monjes le colocaron un vestido de mujer delante de la cama y que éste, en la oscuridad, se vistió con él y apareció así en los oficios matutinos.
    • Desde luego el pintor, en este cuadro, lo sitúa en un ambiente de paz, de silencio, de estudio, muy renacentista, importándole más ese mundo humanista que el estrictamente sagrado o religioso. La luz se cuela frontalmente para confluir en el blanco de las mangas y el libro y después ensombrecerse a excepción de los focos que por detrás permiten contemplar el campo y el cielo, reafirmando con ello esa semblanza de soledad.
    • Hay que asombrarse de la planificación con que ha sido concebida esta obra, su sentido geométrico y escenográfico, las distancias entre los objetos, las piezas que jerárquicamente se superponen, su lugar en la superficie, etc.
    • Y hablo de plena modernidad porque esta obra maestra contiene valores, planteamientos y argumentos que la hacen perfectamente actual, sea cual sea la etiqueta que quiera colocársele. Que la disfruten.
    • Mi amigo Humberto y yo fuimos incapaces de descifrar el lenguaje que se escondía en las vueltas y sinuosidades de sus vestiduras, no quiso hablarnos de ninguna manera y por ello nos quedamos sin conocer las veleidades de un santo que tenía un demonio dentro. Seguro que si nos revela el misterio de la santidad libertina, nosotros también podríamos ser pintores santos disolutos. Ni con el ron apagamos esta pena.

    19 de mayo de 2008

    ACUARIO


    Ladislao Kelity, artista argentino, nos propone en esta obra el invertir los términos de lo convencional visual. Nos presenta un acuario que en lugar de una exhibición luminosa y resplandeciente de seres vivos, se convierte en el decorado oscuro, sombrío, de una cruel voracidad, expresada en ritmos y movimientos desbocados pero acompasados y al servicio de un submundo que discurre entre nuestras rutinas sin ser capaces de verlo.


    Este acuario no es más que un verdadero infierno, el auténtico, en contraste con el "otro", el visible, el que nos seduce por ser un "idílico" retrato de un pedazo del fondo del mar con sus diminutos peces de colores.


    La rotundidad, precisión y perfección de este dibujo, concebido como una fuente de significantes en que lo plástico contiene la fuerza que necesita para desvelar y descubrir, se ven acrecentadas por ese tratamiento radiográfico intencionado que hace más estremecedora la contemplación de la imagen. Procedimiento que tiene su equivalencia conceptual y teleológica en las huellas pintadas por nuestros antepasados en cuevas y grutas. Hoy, en pleno siglo XXI es la radiografía la que sustituye tecnológicamente las antiguas prácticas y es, por tanto, uno de los medios adecuados para construir con ellos vestigios del presente.


    Hoy hace frío en el malecón. Nubes muy cargadas amenazan con suspender el estupor de mi amigo Humberto y el mío. Nos levantamos y tomamos una senda oscura, como son todas las nuestras, que nos obliga a ver reversos que quedan grabados en lo blanco del lienzo como nadas bañadas en su desdichada ausencia.

    13 de mayo de 2008

    LA NATURALEZA HUMANA


    La pintora Acqua tiene una visión poderosa para hacer efectivo plásticamente el imaginario de una naturaleza humana encapsulada, encerrada, aprisionada en su propia fragilidad, decrepitud, vulnerabilidad, en definitiva, en una mortalidad torturada que sufre por serlo y no poder dejar de serlo.


    Y sin embargo, es cierto que un día nos vemos convertidos, por estímulos narcisistas y vanidosos, en máscaras triunfadoras y el siguiente en el reflejo arisco de un ocaso que se hace interminable.


    Pero ese balance siempre tiene un resultado nefasto: son muchos más los que pierden que los que ganan, y éstos sí que son conscientes de que esas victorias dejan un rastro excesivo: la fagocitación de miles en un presidio infernal.


    También es cierto que cada vez más nos acostumbramos a la destrucción, la desgracia, la ruina y el exterminio, pues es ya un espectáculo de la imagen que como espectadores contemplamos de forma descarnada y hasta morbosa, ignorantes de que tanto ellos como nosotros estamos condenados igualmente.


    Mi amigo Humberto y yo, depositados en el malecón con la botella de ron, bosquejamos con una voz muerta una senda que debía atravesar el hemisferio y que nos depararía en su desembocadura una eternidad de bufones afónicos que pintarían en y acerca del aire. Luego, en lo tocante a esos lienzos, una vez contemplados, habría de adivinarse su significado y el que lo acertase tendría el premio de volver a ser mortal. Humberto y yo fuimos y seguimos siendo incapaces de conseguirlo, por lo que aquí continuamos y lo que es peor sin la ayuda del ron que nos ayude a desentrañar este miserable delirio que nosotros mismos hemos creado. Y sin diosas mestizas que bailen rumbas cubiertas del baja-y-chupa.

    8 de mayo de 2008

    JAVIER OLAYO

    Hay pintores que tienen una intuición pasmosa para definir un vocabulario visual, una gran facilidad para captar el alfabeto plástico que nos conducirá a orografías tan desconocidas como esplendorosas. Javier Olayo, pintor madrileño, es uno de ellos.
    Nos asombra con esa capacidad, que está más allá de un virtuosismo técnico evidente, para vislumbrar hallazgos en la materia de un colorido que exprime hasta hacerlo hablar y expresar sus más íntimos pensamientos.

    • La superficie roturada, que hechiza la mirada, nos atrae a demarcaciones de elevado volumen cromático por donde se pasean nuestros ojos cargados de ensoñaciones que creíamos inexistentes y que necesitamos con el fin de hacer más ética y estética nuestra dinámica existencial.
    • Y además se puede comprobar, si se visita su exposición en la galería Sokoa este mismo mes de Mayo de 2.008, que fantasmales apariciones de cuerpos, seres, rostros, figuras, estampas urbanas, etc., en ese magma del que no pueden escapar, ofrecen un ámbito en el que se condensa la cara y el reverso de un imaginario en permanente acción y en constante búsqueda de una cosmovisión que nos dé luz entre tanta tiniebla.
    • Mi amigo Humberto y yo tratamos de adentrarnos en este marco pictórico de Olayo y de eternizarnos allí como los únicos habitantes de un malecón habanero pecador y licencioso. Pero ya era tarde para prodigios que no conciben ni acogen a mancos y cojos en perpetuo lamento de tener que pintar senos oscuros con un miserable candil.


    7 de mayo de 2008

    GEORGES ROUAULT



    • Georges Rouault es un pintor que pese a sus profundas convicciones religiosas y compasivas, volcó toda su desesperación en una obra que plásticamente concita emociones muy intensas y hasta contradictorias.




      Es un magistral retratista de cuerpos sucios y carnes feas, cochambrosas, hechas para la podredumbre en vida. Percibimos esa turbiedad cromática, sórdida, esos tonos grasientos, esas pieles mugrientas, y nos preguntamos en qué medida son nuestro reflejo metafórico y en qué escala nuestro espejo real.

      Este artista nos ha confinado a vernos desde ópticas a las que no queremos acostumbrarnos o deseamos olvidar o simplemente no contemplar. En la intimidad que exigen cuadros como éstos se nos revela una encarnación visual que no nos abandona, que inevitablemente tomaremos como referencia en las calles y ciudades que recorremos, en la tierra que pisamos, incluso en las prostitutas que visitamos.

      Mi amigo Humberto y yo no somos tan torpes que en esos cuerpos no atisbemos una parte de nosotros mismos, por eso dejamos siempre que la otra se ancle en el malecón, pues en éste la negritud es tan grande que no nos permite divisarla.


    6 de mayo de 2008

    GIORGIO DE CHIRICO (II)


    Regresamos de nuevo con Giorgio de Chirico y sus Memorias, que no diría que son tales, sino un penoso memorial de agravios sobre la base de un personalidad que no ocultaba su marcado corte narcisista y que se consideraba por encima del talante de su época, tal como revelan las siguientes frases:


    "....que hicieron de mí un hombre excepcional, que siente y entiende todo cien veces más intensamente que los demás".


    "Porque también entonces, como hoy, yo era el mejor y el más inteligente de todos".


    "Aunque para ello es necesario tener la fortuna de poseer las excepcionales facultades que yo poseo".


    "....no se le podía escapar a un observador agudo, como soy yo".


    "Además, para tener realmente el derecho de hablar como yo, hace falta, fundamentalmente, ser un pintor de gran altura y haber podido pintar cuadros como sólo yo he conseguido hacer en esta primera mitad de siglo".


    "Porque sé que, además de ser un gran pintor y un gran hombre, también tengo una misión que cumplir".


    "Este avanzar cadencioso de mi maestría como pintor y de mis altas cualidades de hombre superiormente intelectual".


    "Además de mi excepcional inteligencia en lo que se refiere a la verdadera pintura, mi extrapoderosa personalidad, mi valor y mi ardiente necesidad de verdad".


    Apabullantes las tales manifestaciones así como innecesarias y hasta patéticas, y que subrayan el desacuerdo entre el poder de la creación y la condición del temperamento, una falta de sintonía que puede hacer peligrar ese entramado tan sutil de inteligencia, imaginación y técnica, pero que en este caso no se produjo en la etapa más eminente de su obra. Demos las gracias por ello pues de lo contrario ahora estaríamos algo huérfanos.


    Las indígenas sureñas reclaman su potestad sobre el malecón, alegando que tal concesión se remontaba a los tiempos en que Bartolomé Colón se abarraganó con su antepasada la gran cacique de La Española y bailaban desnudas con sus guirnaldas de flores para celebrar tan venturoso idilio. Mi amigo Humberto y yo, desconcertados todavía por la insania de De Chirico, únicamente nos dio a tiempo a salir de estampida, cojos y mancos, ante la fuerza arrolladora de una huestes con imperiosas ganas de trasegar sangre blanca. Llevan siglos insatisfechas y frustradas por no poder probarla. Pues por esta vez no podrá ser y tendrán que esperar por la nuestra hasta otro día.


    Lo peor de todo es que nos olvidamos del ron, nefasto y premonitorio signo de nuestra futura rendición.

    UMBRALES INCIERTOS