- Decía Herbert Read que una obra de arte nos asombra porque ha producido su efecto antes de que tengamos conciencia de su presencia.
- Pues si es cierto, el holandés MARTINEAU ha configurado su voluntad de hacer indiferente a todo menos a sí mismo. Sus horrores nos proporcionan refugio, visión y valor. Nos impregnan de un espíritu hecho a medida de lo que vive, una sensibilidad mayor ante lo que muere o va a morir.
- La piedad es la virtud que su plástica cultiva y recrea, pero es una piedad transgresora, inconfesable, martirizadora en su belleza y en su talento, y en ese algo más que siempre queda tocando a retreta o a responso, pues al fin y al cabo los difuntos ya están listos y con la mirada puesta en sus oraciones pintadas.
sólo la luna se mantiene
casi al alcance de la mano
pero también perdí las manos
y las mandíbulas y el sexo
(Mario Benedetti)