- El cubano VIÑAS ya ha apagado las luces que iluminaban a sus cortesanas, no hay razón para que el color sea un elemento bastardo que las alumbre y encienda. Sus rostros de hetairas impávidas, sin pupilas, ciegas, no reflejan el placer en una isla que está hecha para amar la plenitud.
- Ante una obra tan sibilinamente manierista y clásica, lo que deja a la vista es el artificio de un espíritu ausente, que conjuga estructura plástica con los labios duros de un beso imposible porque la patera, el tiempo, el desamor, el mar se están agostando de tanto esperar.
- Entonces estos retratos de sus concubinas, monocromos como el silencio de las noches en que los concibió, se engañan y nos engañan, parecen que dicen, que expresan, y no es cierto, son simplemente la acechanza muy bien tramada y diseñada de un agobio interior que ha determinado no ser la fuente de indagación para nadie.
- Es el último aspaviento de unas barraganas que ya no quieren ni un signo, ni una imagen, sólo aspiran a que en el lienzo tengan la oportunidad de vivir su oportunidad, de desear lo que no han tenido hasta ahora, de configurar una exclamación por una sola vez de totalidad y éxtasis.
Haber vencido a la melancolía,
haber estado en el dolor, dormido,
sin despertar, cuando llegaba el día.
(Carlos Bousoño)
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