- La catalana CABELLUT, que ya ha estado en este blog con todo merecimiento, sigue paseando su obra por todo el mundo, quizá, por una parte, porque por fuerza, decía Robert Hughes, continúa con su pintura echando miradas nostálgicas hacia el pasado. Aunque, por otra parte, creo que se queda corto y hay que completarlo, pues el imaginario estético de la artista ofrece una visión que cicatriza existencial y vivencialmente en el lienzo al mismo tiempo que en la mirada.
- Parece que no viola ningún código y lo cierto es que lo transgrede todos, desde el plástico hasta el dramático, desde lo real hasta lo enmascarado, desde lo vital hasta lo puramente formal. Es una poética y una liturgia que nace del desasosiego, de la angustia, de la rabia, pero también de la meditación y la reflexión, ya que se origina como una introspección sobre la naturaleza del ser, que siempre resulta oscura, contradictoria y aflictiva a lo largo de la historia del arte.
- Cada personaje, cada mirada, cada rostro, cada ropaje, vienen definidos por el contexto en que se plantea, mejor dicho, en el que ella lo plantea, en que iniciado el punto de partida, son ellos, los seres, los que hablan, callan, maldicen, piensan, mueren, y todo ello en su propio lenguaje, tal y como comenta Francis Bacon. En definitiva, es una propuesta insólita que roza la perfección y que está hecha para contemplar indefinidamente.
Detrás de aquella raya, queda un mar
que tus dos ojos niegan, tachan, hunden.
Acostumbra a tu mente -más osada-
a saltar por encima de ti mismo.
(Lorenzo Oliván)
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