- Estos retratos, de rostros oscuros, son acumulación de vivencias y experiencias de familias enteras desde la segunda mitad del siglo XX. Casi nunca han podido cerrar los ojos y cuando lo han echo ya estaban casi muertos. En cada uno de ellos se esconde una historia que nuestra imaginación reconstruye.
- En cada uno de ellos el horror ha pesado más que cualquier otra emoción o sentimiento. Ha sido su doctrina, su forma de vida, su manera de entender el mundo y todavía no saben la razón.
- Además de todo lo precedente, hay una incredulidad volcada hacia dentro en estas obras del chino XIAOGANG, autor que ha atravesado los mismos límites, idéntica odisea de supervivencia. Y nos lo ofrece con una intensidad visual y singular que nos deja, como espectadores, absortos y al mismo tiempo tratando de entender, de comprender la uniformidad de esos seres de iguales ojos.
- No es una pintura amable ni puede ser medida con los patrones vigentes, es una conjugación de significados y referencias que van mucho más allá, que rompen el silencio, el nuestro, no el de ellos, que no pueden, que ya no están ni a la espera de poder romperlo.
No es hombre aún el que cruzar no pueda
por esa soledad de soledades.
(Arturo Capdevila)
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