- Baudrillard afirma categóricamente que ya no creemos en el arte, sino sólo en la idea del arte. De ahí que el arte, al ser sutilmente más que una idea, se haya puesto a trabajar sobre ideas, con lo que todo son signos, alusiones, conceptos.
- Pero es que la obra de arte excluye por sí misma toda codificación o, en todo caso, jamás se ve agotada por sistematización alguna: la polisemia es su naturaleza misma. Por consiguiente, no se trata de creencias sobre una definición ya etiquetada sino del encuentro con esa formulación inédita que siempre nos da un susto a la vuelta de la esquina.
- Muchos dirán que la obra del mallorquín BESTARD ya está hecha, ha sido vista o está vieja. Pues eso es imposible por la sencilla razón de que nunca se ha contemplado desde la perspectiva íntima y formal con la que él la ha manejado. Es una carne que se sale de ella misma, que en su piel guarda una razón plástica y real que implica una ficción por vivir o ya vivida.
- Que muestra sus fantasías, unos imaginarios hechos de espejos en los que no se refleja lo puramente físico, también un pensamiento que queda quieto en la mirada, que reflexiona sobre lo que se ve a partir de ella, lo que no se resume en una pincelada, ni en un formulario cromático, porque se explaya en murmullos y quimeras, en poesías visuales de largos horizontes.
El que no se recubre de una apariencia opaca,
el que no es, siendo búho, como el buitre además;
ese ni gloria obtiene ni beneficio saca;
hay que llegar de lado, hay que caer de atrás.
(Arturo Capdevila)
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