1 de octubre de 2013

MARCOS ALEGRÍA / BAILAMOS ENTRE TIBURONES


  •  La pasión se convierte en un agente plástico para demostrar la interiorización exteriorizada de su naturaleza. En ella la crueldad es un signo visible y visionario, punzante, de belleza maquinada en el horror bajo esa fuerza cromática turbia y desalmada.  


  •  Va desovando su furor, además de absorber y devorar todo lo que encuentra, hasta erigir su propia constelación orgánica, su propia constitución animal y representación humana de muertos más que vivos o muertos vivos. El portorriqueño ALEGRÍA está poseído por esa pasión y hace muy fácil que sea mirada y destilada.    


  •  Y dentro de ella no podemos omitir el papel jugado por el círculo ancestral y cultural de un Caribe que tan pronto es manso y afectivo como desalmado y asesino. Es esa cartografía la que el color mestizo nos revela, sin que con ello haya de moderarse o mostrarse de otra forma, que ante estas circunstancias no debe ser pulcra sino un tizón añadido.   

Estas flores son cadenas
y yo habito en las cadenas
y las cadenas son la nada
y la nada es la roca
de la que no hay retorno
(Leopoldo María Panero)

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