17 de febrero de 2013

CLAUDIO PARENTELA (1962) /


  •  La pintura, el collage y el arte en general es un lenguaje sin códigos (aunque nos empeñemos en crearlos y significarlos como referencias y cauces), es decir, extremadamente elástica y sin adherencia a los significados (los espectadores somos los encargados de dárselos o negárselos).      


  •  Por tanto, nada hay previsible en este mundo de la imagen, que juega con la mirada que quiere adentrarse en ella y su opacidad, su no transparencia. En este caso, estas obras del italiano PARENTELA se posicionan ante el espectador como un gran marco significante, en el que el lenguaje concibe múltiples asociaciones y relaciones con un nexo común que es la figura en sus distintas vertientes constructivas y deformadoras, en un puzzle que aglutina formas de enfocar una plástica que refleje lo que trata de escapar de nuestra imaginación al mismo tiempo, en una secuencia sin fin.  


  •  Cuando evocamos lo interno pensado, se nos va de las manos la precisión para captar una realidad distorsionada. alumbradora de incoherencias, magias, sentimientos y emociones, esas introspecciones que el artista sabe captar y culminar con una formulación patética o luminosa, melancólica o pecaminosa, virtuosa o de enfatizante fealdad. Él lo hace posible porque tiene las claves, la capacidad y el sentido de la creatividad determinante. 


  • Los tristes son como el recuerdo; apenas
  • si tienen luz sus ojos, su mirada;
  • apenas si son alguien, la tristeza
  • les llena lentamente toda el alma.

(Rafael Morales).

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