DOUG WHEELER (1939) / SIGAN, NO SE PAREN
- Nos reflejan y nos opacan, su frialdad refleja la nuestra y el estupor tiene una indomable resonancia. ¿Qué son las instalaciones del norteamericano WHEELER? ¿Un simple juego de luces o unas luminiscencias que buscan la pálida huella que causa nuestra presencia? No propugnan una óptica de concebir y mirar, sino una puesta en escena del sentir, experimentar, escuchar, cavilar.
- Del gris pasamos a la irradiación que nos provoca, nos excita, incluso incita a permanecer aunque sea con la duda y la sospecha. Al final nos detenemos y nos preguntamos acerca del sino de un mundo artificial, hecho para vivir ¿o desmentir los fuertes que somos?
- No sabemos si vamos a caber en esos templos de luz, pero anuncian cierta sinfonía de ultratumba maquillada, virgen y con ganas de ser violada.
- El placer comienza cuando el campo de la visión toca
- y se ciega y se extingue en la coincidencia del contorno y
- el éxtasis.
(José Lezama Lima).
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