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25 de febrero de 2012

GEORGE CONDO (1957) / EL ALARIDO DE PIES PLANOS

  •  No me gustan las fuerzas que en esta sociedad agitan las aguas, bajan turbias, me bisbisean estos seres a los que no les importa el escarnio. Ellos nacen así, sin que su metamorfosis les produzca el embargo de las pasiones o la pérdida de los sentimientos.
  •  El estadounidense CONDO no se ampara en cantos sublimes ni en efluvios prestados, retrata lo ridículo, lo gotresco, lo sucio, lo ruin, lo horrible, lo tarado. Mientras la intercesión y la piedad, lo bucólico, placentero y pastoril  son recursos falsos por definición -incluidas sus versiones contemporáneas en su acepción conceptual y posmoderna-, estos malditos son el resultado voraz de un arte gritón, duro, resentido y vengativo, es decir, el auténtico, el que toma lo real a fin de proporcionarle esa encarnadura fáctica que necesita y no divaga.       
  •  Gritar y apostrofar no sirven de nada. Lo que se contempla se adhiere a la mirada y se posesiona de la misma, nos hacen firmar la letra con sangre y la rabia con el dibujo. 
  •  Tan genuinos que no caben en los márgenes, tan airados que no se expresan más que a mordiscos, visualicemos sus rasgos y curemos nuestras heridas más allá de la contracción y el distanciamiento. Como espasmos que son, tienen lugar dentro de la ficción de la angustia, tal que onomatopeyas o metonimias.
  • Ni siquiera falta hoy en El Malecón "La Media Cara". Otra vez sin rumbo y sin ron.

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