18 de febrero de 2009

JOSÉ HERNÁNDEZ

Busco a mi amigo y pintor Humberto Viñas entre estos espectros hasta que al final lo encuentro. Mientras los mira, en la fortaleza del Morro dibuja las ninfas marinas del malecón a las que les pide ayuda para atravesar este océano de sentimientos derrotados y le eviten ser un barco hundido más en esta bahía habanera que desguaza traiciones llenas de inocencia.


José Hernández, artista nacido en Tánger, pinta para noches de insomnio, para días lúgubres, para momentos en que nosotros mismos avizoramos monstruos en nuestro interior que están en perpetuo alerta.


Es un pintor de densidades oscuras, de celdas habitadas por el retorno de la pesadilla, de fiebres mal curadas o epidemias cuyos enjambres ponzoñosos nos hostigan con denuedo.


Obra de perfecciones sombrías -de las más originales que se hayan dado a conocer en este país-, de pensamientos plásticos hechos de la viscosidad feroz del corazón, intimida y fascina, y al estar creada con hechizo, hipnotiza y arrebata.