1 de septiembre de 2008

LA MUERTE BAILA

El gran grabador mejicano José Guadalupe Posada no ritualiza a la muerte según las funestas convenciones al uso sino que a través de sus calaveras o "calacas" nos profetiza otro tiempo y otro mundo, ambos con los mismos signos de vitalidad que dejamos en éste cuando lo abandonamos.

Y lo hace con una penetración y habilidad plásticas insólitas pues el anuncio borra y anula lo tenebroso y lo transforma en la visión de un nuevo orbe que dilapida jolgorio, diversión, baile, parranda, carnaval. Haya o no una intención satírica, también subyace un lenguaje que enaltece y materializa la poesía de una vida sin temor hasta en la muerte. Ésta no nos abandona en un silencio eterno sino que nos hace revivir en inacabables noches de algarabía sonora. Dejamos el llanto y recobramos la alegría. Que así sea.

  • El huracán atrona en una afonía sin espera. El malecón, hoy, defiende su atalaya, pues sin ella dejaría de ser y estar para los que se cobijan en la utopía, para los que no tienen otro asilo, para los que sin ese abrigo no tienen pensamiento, ni libertad ni futuro, para los que carecen de otra guarida y para los que el amparo ha llegado demasiado tarde.




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